Mal¨ª blues

Si usted es de los que cree que el islam es una religi¨®n m¨¢s violenta que las dem¨¢s le interesar¨¢ leer el Deuteronomio. Si usted no sab¨ªa que las primeras v¨ªctimas del terrorismo islamista est¨¢n siendo los musulmanes de a pie har¨¢ bien en ver Timbuktu, que emite desde hoy Canal?+ Estrenos. Antes de la matanza en la sala Bataclan de Par¨ªs, en la vieja ciudad de barro donde se cruzan el S¨¢hara y el ?frica negra ya hab¨ªan comprobado que los fan¨¢ticos odian la m¨²sica (y el f¨²tbol, y las terrazas, y la diversi¨®n en general). Lo que cuenta esta pel¨ªcula franco-mauritana, de Abderrahmane Sissako, ocurri¨® en 2012 y 2013 en el norte de Mal¨ª, a menos de 2.000 kil¨®metros de Espa?a, pero no prest¨¢bamos atenci¨®n.

A Timbuktu (o Tombuct¨²) llegan los yihadistas como extraterrestres. Son guerreros de otros pa¨ªses, no hablan la lengua local ni entienden las costumbres. Quieren poner guantes a las pescaderas, quitan la pelota a chavales con la camiseta de Messi (impagable la escena del partido sin bal¨®n), y cosen a latigazos a quienes osan seguir cantando aunque sea en la intimidad de su hogar. Un chico que era rapero intenta dar la cara como converso al integrismo pero no le sale: mueve demasiado los brazos.

Era aberrante callar la m¨²sica en un pa¨ªs que rebosa ritmos y artistas, que ha dado a Ali Farka Tour¨¦, Salif Keita o Amadou & Mariam, donde el blues complet¨® un viaje de vuelta a sus ra¨ªces, del Misisipi al N¨ªger. Del ¨¦xodo musical da cuenta otro filme, el documental They Will Have to Kill Us First, y en la escena mundial sobran ejemplos del talento huido, como Songhoy Blues, banda reunida en Londres.

Los franceses intervinieron para evitar un santuario terrorista en su (nuestro) patio trasero. Mal¨ª es ese pa¨ªs donde Espa?a no sabe si debe estar. Un atentado nos dej¨® sin palabras al menos hasta despu¨¦s de las urnas. Dos opciones: sigamos haciendo como que est¨¢ muy lejos. O veamos Timbuktu?y tratemos de entender algo.