Menos mal que no soy yo
Est¨¢s en primera fila y piden un voluntario. A ti te entra miedo, miras para otro lado y rezas
Nunca me ha gustado el circo. De peque?o la pel¨ªcula It marc¨® mi peculiar visi¨®n de los payasos y de adolescente nunca le vi la gracia a los acr¨®batas, equilibristas y dem¨¢s protagonistas habituales del espect¨¢culo. Menos me interesaban a¨²n las exhibiciones con animales, a menudo torturados durante a?os para aprender sus malabares. Pero, a pesar de este rechazo hist¨®rico, me anim¨¦ a ir a ver la obra ¡®El circo de los horrores¡¯, que se exhibe en el teatro Moliere de la Ciudad de M¨¦xico.
La funci¨®n es entretenida y se mezclan diferentes actuaciones, utilizando como nexo el terror. Son memorables las interpretaciones de las chinas contorsionistas, la de la mujer sujeta por una coleta o la de los forzudos equilibristas, pero, si hay algo en El circo de los horrores?que destaca por encima de todo, es el humor ¨C a veces de dudoso gusto - y la interacci¨®n continua con el p¨²blico. Por esto es recomendable evitar las primeras filas a menos que uno quiera ser insultado por Nosferatu o ridiculizado por el payaso Grimo.
La primera v¨ªctima escogida al azar y al que hicieron volver al escenario en cinco ocasiones, se llama Carlos. Es un chico joven, de unos 20 a?os, de complexi¨®n delgada y que sonr¨ªe mucho. Carlos parece simp¨¢tico y conecta bien con el p¨²blico, que no para de re¨ªr mientras el payaso Grimo le introduce al chico una jeringuilla extra grande por el ano. Pasado el mal rato, Carlos se sienta, pero le hacen volver al escenario cinco minutos despu¨¦s. Esta vez le tapan la cabeza y simulan que le lanzan cuchillos. Carlos r¨ªe y el p¨²blico tambi¨¦n. Mientras, yo pienso: menos mal que no soy yo.
Despu¨¦s de Carlos, es el payaso Enric el que escoge una nueva v¨ªctima para sus bromas. Esta vez es una chica de unos 30 a?os, guapa y rubia. Las alusiones del payaso Enric hacia su f¨ªsico son innumerables. El payaso se r¨ªe de ella, ella sonr¨ªe y el p¨²blico se desternilla. Mientras, yo pienso: menos mal que no soy yo.
La ¨²ltima actuaci¨®n del espect¨¢culo requiri¨® de otros cuatro voluntarios. A estas alturas yo ya estaba deseando irme a mi casa, m¨¢s preocupado por no ser la pr¨®xima v¨ªctima que del final de la obra. Tuve suerte, los elegidos fueron un hombre de unos 40 a?os de edad, una treinta?era con unos zapatos de tacones altos, un joven que rondaba la mayor¨ªa de edad y nuestro amigo Carlos, que a estas alturas ya se hab¨ªa convertido en el ¨ªdolo del p¨²blico.
La ¨²ltima actuaci¨®n sigui¨® el guion de las anteriores. El payaso Enric se burlaba de los seleccionados, el p¨²blico se divert¨ªa, y yo solo pensaba: menos mal que no soy yo. Est¨¢ bien re¨ªrse de uno mismo, pero est¨¢ mejor hacerlo de los dem¨¢s.
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