Irrumpe un fantasma

La frase final de un buen relato nunca es una clausura, sino una puerta abierta a los ecos que va a dejar esa lectura, el umbral de nuevas posibilidades, una clave de interpretaci¨®n del conjunto pero, tambi¨¦n, un instrumento para seguir formulando preguntas que ya no podr¨¢n tener respuesta en el espacio de la escritura. Ignora este cr¨ªtico si la frase final del relato que inspira 45 a?os equivale al plano que cierra esta pel¨ªcula sutil, human¨ªsima y desoladora, pero esa ¨²ltima imagen -y el delicado temblor de los labios de Charlotte Rampling en el epicentro de su se¨ªsmo interior- tiene la fortaleza y el magnetismo de un desenlace maestro, alma de gran frase final.

Nuestro circuito de exhibici¨®n descubri¨® a Andrew Haigh con su segundo largometraje: Weekend (2011), muy l¨²cida reflexi¨®n sobre las resonancias futuras de una relaci¨®n ocasional que, de paso, desvelaba un sutil tejido de micro-homofobias en el paisaje cotidiano. A partir de un relato del aqu¨ª co-guionista David Constantine, 45 a?os, su nuevo trabajo, sigue indagando en el lenguaje secreto del amor y su reverso a trav¨¦s de la mirada ¨ªntima ¨Cy, sobre todo, atent¨ªsima al detalle revelador¨C a los seis d¨ªas previos a la celebraci¨®n del aniversario de bodas de un viejo matrimonio. El lunes de esa semana fat¨ªdica, en la que se tambalear¨¢ una inversi¨®n afectiva de cuatro d¨¦cadas y media, llega una carta a la casa de los protagonistas: una comunicaci¨®n oficial del gobierno suizo comunicando el hallazgo del cad¨¢ver congelado de la mujer que fue el primer amor del marido, desaparecida en accidente de monta?a en 1962.

45 a?os cuenta c¨®mo se instala un fantasma en la apacible vida de los ancianos: un amor malogrado cuya inesperada manifestaci¨®n lo infectar¨¢ todo. Charlotte Rampling lleva sobre sus hombros casi todo el peso dram¨¢tico en la piel de un personaje sometido a un proceso de desmantelamiento interior donde se ir¨¢ nublando la mirada y las palabras emerger¨¢n como lava volc¨¢nica. A su lado, Tom Courtenay imprime una convincente fragilidad a ese marido que libra un pulso entre la p¨¦rdida de sus facultades y el recuerdo de un fulgor irrecuperable en esta pel¨ªcula precisa, sin detalle que no est¨¦ cargado de sentido, incluido el contrastado uso de Smoke Gets in Your Eyes al principio y al final de este viaje lacerante.