El fracaso de un testigo ejemplar
Para valorar el Holocausto, Primo Levi propon¨ªa analizar la inmoralidad de las v¨ªctimas, no la de los verdugos. As¨ª fue Auschwitz re¨²ne sus primeros escritos como superviviente
As¨ª fue Auschwitz recoge trabajos fundacionales de Primo Levi, es decir, escritos de primera hora, como el Informe sobre la organizaci¨®n higi¨¦nico sanitaria del campo de Monowitz, redactado apenas liberado al alim¨®n con el m¨¦dico De Benedetti, o la declaraci¨®n minuciosa e in¨¦dita que hizo al llegar a casa de 30 deportados italianos para que sus familias supieran de ellos, o testificaciones para los procesos de H?ss, Eichmann o Bosshammer, am¨¦n de una quincena de art¨ªculos sobre su vida de deportado. Lo que tienen en com¨²n ¡ªy lo que justifica seg¨²n sus editores esta edici¨®n¡ª es captar ese momento de novedad que trae el superviviente, consciente de que ha vivido lo impensable, y que tiene que hacerlo comprensible a un mundo que no se le puede tomar en serio porque carece de categor¨ªas conceptuales donde registrarlo.
?Lo consiguen? ?Consiguen que nosotros, hoy, que ya conocemos bien a Levi, nos sintamos golpeados por las noticias del campo? En parte, s¨ª, porque, aunque sepamos todo del campo, apenas si hemos querido hacernos cargo de los graves problemas morales o pol¨ªticos que Levi desliza, con maestr¨ªa y discreci¨®n, en medio de sus relatos biogr¨¢ficos. Levi sigue siendo tan molesto hoy como lo fue en su tiempo. Un bot¨®n de muestra puede ser el alcance moral de la significaci¨®n del campo, algo que deber¨ªa interesar a los profesores de ¨¦tica y a los pol¨ªticos, pero que no se han dado por enterados. Levi ten¨ªa claro que, para calibrar la hondura del ¡°naufragio moral¡± de la humanidad que tuvo lugar en el Lager, hab¨ªa que mirar a las v¨ªctimas y no a los verdugos. Estos son por definici¨®n malos y cabe esperar cualquier cosa de ellos, pero ?del comportamiento de las v¨ªctimas? Ellas son las habitantes de la zona gris, ese espacio de envilecimiento que englo?baba la c¨¢mara de gas y los hornos crematorios. Jud¨ªas eran las v¨ªctimas pero tambi¨¦n los que accionaban las c¨¢maras, incineraban los cuerpos o mol¨ªan los huesos. No salimos mejores, dice Levi. Y ¨¦l se neg¨® a que los trataran como h¨¦roes, ni siquiera como m¨¢rtires. No ten¨ªan la grandeza de los partisanos porque no hay ninguna nobleza en el hecho de ser obligado a ser y vivir como deportado.
Si les tuvi¨¦ramos que juzgar con los criterios morales que ense?amos en la escuela o en la iglesia, habr¨ªa que decir que eran seres inmorales o depravados. Y ah¨ª, precisamente ah¨ª, aparece Levi, defendi¨¦ndolos como inocentes, pero oblig¨¢ndonos a plantear la ¨¦tica de otra manera. No como respeto a la propia conciencia, sino como respuesta al t¨ªtulo de su gran obra: Si esto es un hombre. Porque desde una cultura burguesa, que es la nuestra, gente as¨ª no es humana. Ser¨ªa dif¨ªcil encontrar entre nuestros afamados profesores de ¨¦tica ¡ªy hay muchos¡ª alguno que se haya atrevido con la pregunta de Levi. Por eso es tan actual.
En lo que quiz¨¢ se equivoquen los editores es en presentar a Primo Levi como el testigo ejemplar, alguien, pues, ¡°capaz de no repetirse jam¨¢s¡±. Le???vi lament¨® ¡°haber contribuido a la leyenda¡± de que escrib¨ªa de un tir¨®n, con claridad meridiana y con la precisi¨®n de un qu¨ªmico. Es verdad que es meticuloso hasta el extremo, que escribe para que le entiendan todos y que necesitaba contar lo que le hab¨ªa ocurrido.
Pero dar testimonio le torturaba, y esto no por tener que revivir el pasado, sino porque su palabra s¨®lo ten¨ªa sentido si remit¨ªa al silencio de los que no pod¨ªan hablar. Le torturaba que sus relatos en vez de facilitar esa comunicaci¨®n, la interrumpieran, por eso se esforzaba cada vez en recrear la situaci¨®n, a?adiendo un detalle, atendiendo al p¨²blico o introduciendo un nuevo punto de vista. Eso explica su grandeza y esa genialidad a la que se refiere Georg Steiner.
Pero el ¨¦xito y el empe?o en dar la cara le llev¨® a la repetici¨®n y a la rutina. Poco antes de morir confesaba con pesar: ¡°A estas alturas soy un profesional; me he convertido en un superviviente de profesi¨®n, casi un mercenario¡±. Poco despu¨¦s se suicidaba. Esta confesi¨®n no le quita grandeza, pero s¨ª plantea el rigor y la peligrosidad de la memoria. Al nutrirse ¨¦sta del sufrimiento de las v¨ªctimas, se convierte en caricatura de s¨ª misma cuando pesa m¨¢s quien recuerda que la ausencia recordada. Y a eso no estaba dispuesto Primo Levi. Por eso sigue siendo tan actual y tan ¨²til esta publicaci¨®n.
As¨ª fue Auschwitz. Testimonios 1945-1986. Primo Levi y Leonardo de Benedetti. Traducci¨®n de Carlos Gumpert. Pen¨ªnsula. Barcelona, 2015. 304 p¨¢ginas. 20,90 euros. (digital, 12,99)
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