La correcci¨®n pol¨ªtica entra en el museo
El Rijksmuseum de ?msterdam modificar¨¢ en 2016 hasta 300 t¨ªtulos de obras para evitar palabras consideradas conflictivas como ¡®negro¡¯, ¡®enano¡¯, ¡®moro¡¯ o ¡®mahometano'
¡°Imag¨ªnese un cuadro titulado as¨ª: Franchute vestido de gala. O si no, Gabacho montando a caballo. Sonar¨ªa ofensivo, ?verdad? Pues lo que intentamos es evitar t¨¦rminos de este tipo que ya no encajan en nuestra sociedad. En especial si las obras se derivan de la ¨¦poca colonial¡±, asegura Martine Gosselink, responsable del departamento de Historia del Rijksmuseum, de ?msterdam. Ella impulsa un ambicioso proyecto que aspira a evitar vocablos (hasta 23) tales que negro, cafre, indio, enano, esquimal, moro o mahometano, considerados despectivos. Admite que su plan no es f¨¢cil, porque la b¨²squeda de alternativas supone dar con apelativos precisos para los miembros de amplias poblaciones abor¨ªgenes que han pasado a la historia del Arte solo como indios, sin distinci¨®n de la tribu original. O bien como negros, despojados de cualquier atisbo de identidad m¨¢s all¨¢ de su grupo ¨¦tnico. Pero el museo nacional holand¨¦s, que cuenta con un mill¨®n de obras de las cuales 250.000 est¨¢n ya digitalizadas, espera haber cambiado para mediados de 2016 los r¨®tulos de cerca de 300 dibujos, grabados o lienzos conflictivos.
Hay t¨ªtulos como Jovencita negra (1895-1922), un ¨®leo del pintor holand¨¦s Simon Maris (1873-1935) f¨¢ciles de adaptar al lenguaje actual. En la p¨¢gina de web del Rijksmuseum figura ya como Mujer joven con un abanico. Otros suponen un aut¨¦ntico reto para los expertos consultados, desde ling¨¹istas a grupos ¨¦tnicos y miembros del p¨²blico en general. En otro lienzo, Retrato de Margaretha van Raephorst (1668), pintado por el holand¨¦s Johannes Mijtens (1614-1670) aparece la dama en cuesti¨®n con un joven sirviente de raza negra. El r¨®tulo original describ¨ªa al chico como un neger (negro). Dado que en holand¨¦s y en ingl¨¦s esa voz se estima despectiva, ahora es presentado de forma alternativa como un sirviente zwart o black, respectivamente. Las versiones aceptables de la palabra en ambos idiomas.
Contra el lenguaje traicionero
El lenguajes es traicionero y a veces se dicen cosas que no se quieren decir. Las instituciones p¨²blicas han de tener un especial cuidado en el uso de algunos t¨¦rminos que pueden herir sensibilidades. As¨ª, por ejemplo, palabras tan extendidas como esquimal o j¨ªbaro hay que evitarlas. "Para ellos esquimal es peyorativo, significa comedor de carne cruda. Usan inuit ¨Cque significa persona-, y es como se autodenominan. Esto es similar a lo que ocurre con los j¨ªbaros que en algunos lugares es sin¨®nimo de salvaje y que agrupa a varias culturas, los shuar son los m¨¢s conocidos", aclara Patricia Alonso, conservadora del Museo Nacional de Antropolog¨ªa. Es en este centro donde se han encontrado situaciones similares a las del Rijksmuseum. El antropol¨®gico prepara una renovaci¨®n de la carteler¨ªa para el 2016, tanto de contenidos como de dise?o, pero hasta ahora el control de uso del lenguaje, tanto en este museo como en otros, depend¨ªa de la sensibilidad de los trabajadores. As¨ª, Alonso explica como retir¨® el panel introductorio de las salas dedicadas a la colecci¨®n que procede de Am¨¦rica, alababa el papel de los Reyes Cat¨®licos con respecto a los nativos del Nuevo Continente. O en una vitrina dedicada al cristianismo en Am¨¦rica, la informaci¨®n elogiaba el comportamiento de los misioneros. Alonso mantuvo todas las piezas expuestas pero cambi¨® el texto.
La conservadora explica que tratan de tener en cuenta los etn¨®nimos (autodenominaciones) de las diferentes culturas, pero no se puede generalizar porque algunas prefieren que se las llame como son m¨¢s conocidas, es el caso de los Apsaaloke, a los que no les importa que se les denomine Crow, que es m¨¢s reconocible, incluso tienen ¨®rganos de Gobierno con esta designaci¨®n. "Estudiamos cada caso en particular, es complicado establecer una normativa". Asegura que las quejas que reciben por este motivo son excepcionales, como una que tuvieron con respecto al t¨ªtulo de un cuadro del siglo XVIII pintado por Jos¨¦ Joaqu¨ªn Mag¨®n, De espa?ol e india nace mestiza. "Al visitante le molestaba el t¨¦rmino india". Alonso argumenta que el t¨ªtulo de la obra no se puede cambiar y que algunos de los movimientos ind¨ªgenas de ?m¨¦rica, tanto del Norte como del Sur reivindican ese t¨¦rmino.
Todo este cuidado no solo hay que tenerlo en los textos de sala, la web, el material did¨¢ctico y el lenguaje utilizado en las actividades tambi¨¦n tiene que contemplarlo. El Museo Arqueol¨®gico Nacional ha tenido ventaja en esto ya que su renovaci¨®n y reapertura en 2014 le permiti¨® hacer una exhaustiva revisi¨®n del lenguaje. Se hizo especial hincapi¨¦ en las cuestiones de g¨¦nero. En 2010, la Subdirecci¨®n General de Museos Estatales desarroll¨® Patrimonio en femenino, un proyecto cuyo objetivo es que las colecciones se estudien y se muestren desde la perspectiva de igualdad de g¨¦nero, que la interpretaci¨®n de la historia no se haga solo vinculada a los hombres. Este programa prepara para marzo su sexta edici¨®n, La memoria femenina. Mujeres en la historia. Historia de mujeres, en la que van a colaborar pa¨ªses como Brasil, Colombia, Uruguay, Argentina, Portugal, M¨¦xico...
Tanto el Museo del Prado como el Reina Sof¨ªa tienen entre sus itinerarios varios dedicados a temas de g¨¦nero. En el Reina Sof¨ªa esta visita recorre piezas de la colecci¨®n desde el an¨¢lisis de la mujer como productora, receptora y sujeto-objeto de la producci¨®n art¨ªstica. El Prado comenz¨® esta iniciativa en 2009, cuando el Ministerio de Cultura firm¨® un convenio de colaboraci¨®n con el Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense de Madrid. A trav¨¦s del cual tambi¨¦n se revisaron los textos del Museo del Traje. A este respecto el Museo del Prado inaugurar¨¢ despu¨¦s del verano de 2016 una exposici¨®n dedicada a la pintora flamenca Clara Peeters, la primera de esta pinacoteca dedicada exclusivamente a una mujer.
¡°Las piezas sobre las que trabajamos reflejan personajes o situaciones en Brasil, Surinam (antigua colonia holandesa en el Caribe) e Indonesia. En un caso concreto, la situaci¨®n es singular. Los descendientes de un grupo de esclavos no quieren que cambiemos nada. Sus antepasados eran originarios de Angola y Ghana, pero fueron llevados a Surinam. En un momento determinado de la era colonial escaparon a la selva y desean que se les siga recordando con el apelativo tradicional. En holand¨¦s es bosneger, y podr¨ªa traducirse como negro de la jungla. Aunque se ve ofensivo desde los a?os sesenta, est¨¢n orgullosos de conservarlo porque recuerda la gesta de escapar a la esclavitud y establecerse por su cuenta¡±, explica Gosselink.
Otros casos son m¨¢s sencillos. Esquimal, por ejemplo, es el nombre com¨²n para los distintos pueblos ind¨ªgenas de zonas ¨¢rticas y de Siberia. En cuanto se identifique el grupo ¨¦tnico al que pertenecen, se puede cambiar por inuit, yupik, kalaallit, inuvialuit, inupiat, aluutiq, chaplinos, naucanos o sireniki, sus distintas comunidades. ¡°Primero hay que encontrar la rama concreta del poblador. No nos podemos equivocar. Pero es preciso recordar que ninguno de estas modificaciones supondr¨¢ borrar la Historia de nuestra base de datos cuando est¨¦ lista. Muy pocos artistas titularon sus obras, y las inscripciones se deben, en general, a los conservadores que las han trabajado. Ocurre en este y en otros museos. Nuestros nuevos t¨ªtulos aparecen ya en exposiciones y cat¨¢logos, y acompa?ar¨¢n a los antiguos en el archivo. De otro modo falsear¨ªamos la Historia, y no se trata de eso¡±, subraya Eveline Sint Nicolaas, conservadora del Rijksmuseum, encargada asimismo de adaptar al lenguaje actual los fondos.
En otros centros famosos la respuesta es variada. El Museo Brit¨¢nico afirma por correo electr¨®nico que, ¡°en estos momentos, no planea modificar los t¨ªtulos de ninguna de sus piezas¡±. La National Gallery londinense, por el contrario, asegura ¡°revisar constantemente los r¨®tulos y descripciones¡± de sus obras. Tambi¨¦n se?ala que har¨¢ ¡°los cambios que considere necesarios atendiendo a distintas razones¡±. La National Portrait Gallery, en la propia Londres, califica de ¡°muy interesante lo que hace el Rijksmuseum, pero no se puede aplicar a nuestros retratos, que suelen llevar el nombre del modelo¡±. Aunque el ejemplo holand¨¦s no haya cundido en el Reino Unido, hay t¨ªtulos modificados a lo largo del tiempo por razones similares. Cabeza de Negro (1827), un retrato de John Simpson (1782-1847) ha sido expuesto sucesivamente como Cabeza de Black, Estudio de Cabeza masculina (El Esclavo Cautivo). Ahora se llama Cabeza de Hombre y est¨¢ expuesto en la Tate Britain.
Salas como el Real Museo para ?frica Central, en las afueras de Bruselas, ven esenciales estos cambios. Cerrada por reformas hasta mediados de 2016, es la ultima instituci¨®n colonial de su clase en el mundo y su trabajo consiste ahora en colaborar con ?frica. ¡°Hay expresiones que ya no se usan. Adem¨¢s, en nuestro vocabulario diario tambi¨¦n evitamos ciertas palabras hirientes. La lengua est¨¢ viva y evoluciona y nosotros ya hemos adaptado la terminolog¨ªa. Hay que pensar en el presente, pero sobre todo en el futuro. Por eso dialogamos con representantes de la di¨¢spora africana¡±, asegura Guido Gryseels, su director.
Babelia
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