Muere Robert Stigwood, manager de los Bee Gees y Eric Clapton

Robert Stigwood, representante de artistas y productor cinematogr¨¢fico, muri¨® el lunes 4 de enero, a los 81 a?os. Australiano de nacimiento, desarroll¨® su carrera en el Reino Unido, donde trabaj¨® con los Bee Gees y Eric Clapton.

Seg¨²n la leyenda, amplificada en numerosos libros y documentales, dominaban dos tipos de managers durante la eclosi¨®n del pop brit¨¢nico. Unos eran tipos duros, al borde del g¨¢nsterismo; los otros, caballeros homosexuales de modales refinados. Stigwood pertenec¨ªa a la segunda categor¨ªa pero tuvo encuentros desagradables con los que encarnaban el primer modelo. En 1966, un intento de hacerse con los servicios de The Small Faces provoc¨® que le visitara su representante, el iracundo Don Arden, que amenaz¨® con lanzarle por la ventana. Las negociaciones con los Small Faces se interrumpieron y Arden sigui¨® desplumando al desdichado grupo.

Al a?o siguiente, la Robert Stigwood Agency se fusion¨® con NEMS, la empresa fundada por Brian Epstein, descubridor de los Beatles. Aparentemente, un agotado Epstein quer¨ªa ceder el tim¨®n de la compa?¨ªa. La oposici¨®n frontal de los Beatles frustr¨® aquella uni¨®n: prefer¨ªan el estilo austero de Epstein a los derroches de Stigwood, un aventurero habituado a superar crisis de liquidez.

Stigwood tuvo m¨¢s suerte con The Cream, tr¨ªo que inclu¨ªa a Eric Clapton. A pesar de las turbulencias vitales del guitarrista, le apoy¨® en su fugaz supergrupo, Blind Faith, y en su lanzamiento como solista. A la larga, su fichaje m¨¢s rentable fueron los Bee Gees. Procedentes de Australia, era entonces un quinteto encabezado por los tres hermanos Gibb. Aunque debi¨® invertir grandes cantidades para introducirlos en el mercado brit¨¢nico, se revelaron enormemente prol¨ªficos; Stigwood tuvo la paciencia para soportar sus conflictos personales y estaba detr¨¢s de ellos cuando, ya avanzados los a?os setenta, se reinventaron como grupo bailable.

A diferencia de otros representantes, Stigwood procuraba no involucrarse emocionalmente con sus artistas

A diferencia de otros representantes, Stigwood procuraba no involucrarse emocionalmente con sus artistas. Y la naturaleza incierta del pop le impuls¨® a buscar fuentes de ingresos m¨¢s regulares. As¨ª descubri¨® el fil¨®n de los musicales, presentando Hair en Londres y financiando proyectos escandalosos como Oh! Calcutta!. El siguiente paso fue llevar al cine Jesus Christ Superstar (1973) y Tommy (1975), con buenos resultados econ¨®micos.

Una vez que se le abrieron las puertas de Hollywood, estableci¨® un verdadero imperio. Su productora, RSO Films, conceb¨ªa pel¨ªculas cuyas bandas sonoras eran editadas por su discogr¨¢fica, RSO Records. Ten¨ªa olfato comercial: compr¨® los derechos cinematogr¨¢ficos de un reportaje del periodista brit¨¢nico Nik Cohn sobre la pasi¨®n por la disco music en Brooklyn, aunque cabe imaginar que detectar¨ªa la supercher¨ªa; Cohn se lo invent¨® todo, a partir de sus recuerdos de la subcultura mod en Londres.

Convertido en Saturday night fever (1977), fue un fen¨®meno social a escala global; el disco correspondiente, un doble ¨¢lbum dominado por los Bee Gees, ser¨ªa uno de los m¨¢ximos superventas del siglo XX.

Con el mismo protagonista, John Travolta, al a?o siguiente lograr¨ªa otro impacto mundial al llevar a la gran pantalla el musical Grease. Prob¨® luego con Sgt. Pepper¡¯s Lonely Hearts Club Band, una adaptaci¨®n del disco de los Beatles con los Bee Gees y Peter Frampton como estrellas principales: el plan de hacer ¡°un musical de la MGM para la generaci¨®n del rock¡± no despeg¨®.

En los ochenta, Stigwood se fue desentendiendo del negocio discogr¨¢fico: tras lanzar a Andy Gibb, hermano peque?o de los Bee Gees, RSO Records se especializ¨® en bandas sonoras. Tampoco volver¨ªa a conseguir pelotazos de taquilla: recurri¨® incluso a las secuelas, con Grease 2 (1981) y Staying alive (1983), que presentaba a Tony Manero en Manhattan. El ¨²ltimo gran proyecto de Stigwood como productor fue Evita (1996), con Madonna y Antonio Banderas. Para envidia de sus colegas, las ¨²ltimas d¨¦cadas de Stigwood estuvieron consagradas al hedonismo.