El combate (literario) del siglo
De Cervantes a Roald Dahl o Charlotte Bront?, 2016 llega colmado de esos aniversarios literarios que proporcionan material y plomo a las p¨¢ginas culturales
Vaya a?ito (bisiesto): 2016 llega colmado de esos aniversarios literarios que proporcionan material y plomo (metonimia) a las p¨¢ginas culturales. A menudo, la conmemoraci¨®n y celebraci¨®n de los aniversarios cumplen la misma funci¨®n que, anta?o, realizaban las sucesivas apariciones del monstruo del lago Ness, protagonista de algunas de mis m¨¢s recurrentes y tremendas pesadillas infantiles (y hace tiempo reemplazado por la se?ora Rahola). Este a?o los hay para todos los gustos, pero perm¨ªtanme citar en primer lugar a dos cumbres de nuestra literatura cuyas obras pasar¨¢n a dominio p¨²blico: Valle-Incl¨¢n (1866-1936) y Garc¨ªa Lorca (1898-1936), que, gracias a los entresijos legales, pierden el copyright 10 a?os m¨¢s tarde de los 70 hoy preceptivos. Del primero se han publicado en 2015 dos biograf¨ªas desigualmente ¡°autorizadas¡±: Ram¨®n del Valle-Incl¨¢n, genial, antiguo y moderno, de su nieto (y editor de su obra) Joaqu¨ªn del Valle-Incl¨¢n, en Espasa (una editorial que, desde los a?os cuarenta, ha hecho pasta gansa con su casi virtual monopolio de la obra del gallego), y La espada y la palabra; vida de Valle-Incl¨¢n (Tusquets), de Manuel Alberca, con el que, por cierto, el autor de la primera ha tenido sus m¨¢s y sus menos a cuenta de la investigaci¨®n biogr¨¢fica. Tambi¨¦n pasan este a?o a dominio p¨²blico, adem¨¢s de las del gran Paul Val¨¦ry (1871-1945), las obras (nada po¨¦ticas) de dos actores principal¨ªsimos de algunos de los desastres del pasado siglo: Hitler y Mussolini, suicidado uno y apiolado el otro en 1945 (los famosos 70 a?itos). Acerca de la obra fundamental del primero, recomiendo vivamente Mi lucha; la historia del libro que marc¨® el siglo XX (Cr¨ªtica; a la venta el 19 de enero), de Sven Felix Kellerhoff, un libro muy documentado que supera el meritorio trabajo de Antoine Vitkine Mein Kampf, historia de un libro (Anagrama), y en cuyo ¨²ltimo cap¨ªtulo queda perfectamente explicada la situaci¨®n editorial y jur¨ªdica (derechohabientes, prohibiciones y censuras) del que se ha llamado ¡°el libro m¨¢s peligroso del mundo¡±. En cuanto a los centenarios literarios propiamente dichos, tambi¨¦n celebraremos los del nacimiento de Roald Dahl (1916-1990) y Charlotte Bront? (1816-1855), y el de la muerte de Henry James (1843-1916): de los tres pueden encontrarse en las buenas librer¨ªas sus obras fundamentales. En cualquier caso, quiz¨¢s se deba a que yo me encuentre en el rid¨ªculo grupo de eternos insatisfechos que ¡°persiguen la ballena blanca de las letras mundiales¡±, pero me parece que la palma de los centenarios que se celebran este a?o (e, incluso, este siglo) se la llevan los que conmemorar¨¢n urbi et orbi el fallecimiento de los dos autores que m¨¢s han influido en la literatura universal desde Homero: Cervantes y Shakespeare, quienes ¡ªcon un poco de trampilla en los calendarios gregoriano y juliano¡ª dejaron este mundo el mismo d¨ªa (m¨¢s o menos) de abril de 1616. El sector editorial (de todo el planeta) lo celebra con multitud de nuevas ediciones, estudios, biograf¨ªas y ensayos sobre esos dos genios (¡°dos oc¨¦anos¡± los llam¨® Victor Hugo) que nunca se conocieron y que tal vez no se leyeron ni se influyeron (los especialistas no se han puesto de acuerdo en lo que se refiere al Cardenio atribuido a Shakespeare). Incluso (y vuelvo a lo del lago Ness) hay algunas publicaciones que ya est¨¢n celebrando el doble cuatricentenario jaleando un presunto ¡°combate¡± ¡ªo ¡°choque de titanes¡±¡ª entre el bardo y el manco, al modo en que, al d¨ªa siguiente de un debate de pol¨ªticos, los medios se empe?an est¨²pidamente en explicarnos qui¨¦n fue el ganador. En todo caso, quiz¨¢s sea un buen a?o para que, los que a¨²n no la hayan le¨ªdo, se atrevan de una vez con esa (otra) maravilla cervantina que son Los trabajos de Persiles y Sigismunda, de la que existen (menos de las precisas) ediciones competentes y asequibles (en Castalia, por ejemplo), aunque todav¨ªa no se haya editado ¡ªay¡ª una ¡°traducida¡± o facilitada por Andr¨¦s Trapiello.
Desgobiernos
Ll¨¢menme fr¨ªvolo, pero en espera de que se produzcan los improbables acuerdos y coalescencias pol¨ªticas que permitan formar gobierno, y visto el (m¨¢s o menos lamentable) estado de los pretendientes a hacerlo (en general, tan oportunistas y marrulleros como los 108 que se disputaban a Pen¨¦lope en ausencia de Ulises), se me ocurre que, quiz¨¢s, no sea tan malo pasar una temporadita de desgobierno. O mejor, sin gobierno: ah¨ª tienen los ejemplos de belgas e italianos, que se las arreglaron sin poder ejecutivo mientras sus administraciones segu¨ªan funcionando razonablemente y la gente continuaba levant¨¢ndose cada lunes para ir a trabajar o (los que no) mirar al sol. Tal como est¨¢n las cosas, supongo que, si las coalescencias (algunas contra natura) fallan y nos obligan a nuevas elecciones, el partido ganador podr¨ªa ser el de la abstenci¨®n: los ciudadanos, que han regresado a los libros sobre dietas milagrosas tras el hartazgo gastron¨®mico navide?o, tambi¨¦n se cansan de ver que nadie se pone de acuerdo en medio de tanta presi¨®n por parte de medios cuya independencia se pone en entredicho. Estos d¨ªas, mientras esperaba a las reinas magas (a las que imaginaba con el f¨ªsico de Naomi Watts, Monica Bellucci y Anna Gabriel, tres damas que me inquietan) y su panoplia de regalos (tienen poca imaginaci¨®n: siempre me regalan letra impresa), he le¨ªdo un libro importante que trata de lo que, en nuestro tiempo, subyace a la informaci¨®n: Salvar los medios de comunicaci¨®n (Anagrama), de la economista francesa Julia Cag¨¦. Su punto de partida es casi un truismo: Internet, el brutal descenso de la publicidad en los diarios, el ¡°todo gratis¡± y la desafecci¨®n del lectorado hacia las grandes cabeceras, entre otros datos, han provocado la actual y tremenda crisis globalizada de los medios. Esa crisis y la consiguiente p¨¦rdida de rentabilidad de las inversiones ha propiciado que buena parte de los medios de comunicaci¨®n hayan terminado en manos de accionistas millonarios (personas, sociedades, fondos) dispuestos a ¡°salvarlos¡± que no tienen por qu¨¦ ser particularmente desinteresados ni estar dispuestos a respetar a toda costa la libertad de informaci¨®n y de quienes la hacen. Ante esta situaci¨®n, ejemplificada con medios franceses (TF1, Le Figaro, Les ?chos, Lib¨¦ration, etc¨¦tera), Cag¨¦ propone una serie de modelos de alternativos que permitir¨ªan evitar el control de los diarios por los grandes accionistas, incentivar la financiaci¨®n participativa y, de paso, reemplazar los sistemas opacos de ayudas a la prensa por apoyos neutros y transparentes. Y es que, como afirma Thomas Piketty en el pr¨®logo, es preciso repensar los modelos alternativos ya existentes, dejando atr¨¢s ¡°cierta ilusi¨®n igualitarista que en el pasado min¨® a muchas sociedades de redactores¡±, para adaptarlos plenamente a la era digital. Un libro breve, enjundioso, optimista y sensato con ideas para combatir democr¨¢ticamente la concentraci¨®n en pocas manos de los medios.
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