Brixton, el barrio de Bowie, quiso ser h¨¦roe por una noche
Los vecinos del popular distrito londinense rinden un espont¨¢neo y festivo homenaje al artista la noche depsu¨¦s de su muerte
Pelucas, brillos, lentejuelas, caras atravesadas con rayos de pintura roja. Brixton fue anoche un desfile de aladdin sanes, de ziggy stardusts, de mayores tom, de duques, todos los alter ego de un vecino ilustre que acababa de volar de vuelta a las estrellas de repente, sin despedirse. El popular barrio del sur de Londres donde David Bowie naci¨® hace 69 a?os y tres d¨ªas quiso vivir el duelo como su leyenda se merece.
Enfrente de la estaci¨®n de metro, en la trasera de unos grandes almacenes, esperaba la primera parada del peregrinaje. El m¨ªtico mural de Bowie, encarnado en Aladdin Sane, era ya un templo pagano en el que se amontonaban las flores, las fotos, los discos y las velas depositados durante todo el d¨ªa. ¡°Descansa en Paz, Bowie. Un hombre de las estrellas se ha ido al cielo. Con amor de su viejo amigo¡±, le¨ªa una dedicatoria junto a un ramo de rosas.
Pero entrada la noche, no hab¨ªa quien accediera a contemplar las ofrendas de aquel templo. La gente se agolpaba en torno a un pu?ado de j¨®venes m¨²sicos, cantando al un¨ªsono. Cualquier guitarra era el centro de una fiesta. ¡°?Puedes o¨ªrnos, Mayor Tom?¡±, preguntaba al cielo una multitud de improvisados cantantes nacidos mucho a?os despu¨¦s de que su h¨¦roe escribiera Space Oddity en 1969. ¡°No creo que haya muchos artistas capaces de congregar a gente de tantas generaciones¡±, opinaba Julia, dise?adora gr¨¢fica de 32 a?os. Contaba que se hab¨ªa despertado feliz, escuchando Bowie en la radio, hasta que se dio cuenta de por qu¨¦ todos los disc jockeys pon¨ªan su m¨²sica. ¡°He estado todo el d¨ªa desolada¡±, explicaba, ¡°as¨ª que cuando me enter¨¦ de que la gente iba a venir aqu¨ª a despedirse de ¨¦l no lo dud¨¦ un minuto¡±.
Blogs locales y perfiles de Facebook de pubs del barrio hab¨ªan animado a la gente a lo largo del d¨ªa a venir a Brixton por la noche a despedirse de su vecino marciano. Tampoco hizo falta insistir mucho. La soledad en que Bowie hab¨ªa dejado a sus fans invitaba a buscar compa?¨ªa, y anoche Brixton era el lugar.
El cartel¨®n en la fachada del cine Ritzy, que normalmente anuncia la pel¨ªcula que se pasa en enormes letras blancas sobre fondo negro, se sum¨® al homenaje con una escueta frase que resum¨ªa el esp¨ªritu de la noche: ¡°David Bowie. Nuestro chico de Brixton¡±. Porque el artista global que viaj¨® con sus canciones a la estrellas y muri¨® en Nueva York, naci¨® y creci¨® en Brixton.
El cartel del Ritzy presid¨ªa una especie de rave rockera espont¨¢nea en la explanada, en la que cientos de personas bailaron y corearon los ¨¦xitos de Bowie hasta la medianoche. La m¨²sica corri¨® cortes¨ªa de unos amigos del cercano barrio de Surrey Quays, que se vinieron con su furgoneta Volkswagen, tocada con un ne¨®n rojo y convertida en eficaz sound system con potentes bafles y dos platos para pinchar.
¡°Hace un par de horas estaba en casa a punto de ver una pel¨ªcula¡±, explicaba Ed, que compr¨® la furgoneta hace dos a?os con unos amigos por eBay, porque vieron en ella un buen sistema para hacer fiestas callejeras. ¡°Mis amigos me llamaron y me dijeron que esta pod¨ªa ser ser una buena oportunidad para una fiesta. As¨ª que aqu¨ª nos vinimos. ?Pero se nos est¨¢n acabando los vinilos de Bowie!¡±.
Se dir¨ªa que todos los pubs de este barrio mestizo pincharon a Bowie anoche. Las largas colas en las puertas daban fe de que aquello era lo que la gente quer¨ªa escuchar. Quiz¨¢ ning¨²n lunes haya sido tan dif¨ªcil tomar una pinta en Brixton. Por eso, y por las guitarras espont¨¢neas lanzando incansables los acordes de Heroes, la fiesta se traslad¨® a las calles, que empezaron a tapizarse de botellines de cerveza vac¨ªos. Pero ah¨ª estaba Carla, vecina de Kennington, con su original idea de reciclaje improvisada unas horas antes. Ofrec¨ªa delgadas velas rojas para prenderlas en los botellines vac¨ªos y formar peque?os altares a los pies de los ¨¢rboles. ¡°Si son muchos¡±, confiaba Carla, ¡°puede que David los alcance a ver desde las estrellas¡±.
Babelia
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