Alejandro Aravena logra el Pritzker
El arquitecto chileno gana el premio por su defensa de la responsabilidad social del arquitecto


Como ¡°una revelaci¨®n¡± ha descrito el presidente del jurado del Premio Pritzker, Lord Peter Palumbo, el trabajo de Alejandro Aravena (Santiago de Chile, 1967) y su estudio Elemental. Puede que lo m¨¢s revelador del nuevo premiado sea la ampliaci¨®n del papel del arquitecto que supone su manera de trabajar. Autor de numerosos proyectos de viviendas incrementales ¨Cen las que en lugar de recibir un piso terminado el cliente obtiene una casa capaz de crecer cuando su econom¨ªa lo permite-, Aravena y sus cuatro socios -Gonzalo Arteaga, V¨ªctor Odd¨®, Juan Cerda y Diego Torres- han demostrado con sus dise?os urban¨ªsticos y sus viviendas sociales una preocupaci¨®n por las ciudades y por la humanidad que, ciertamente, habla de una nueva dimensi¨®n de la profesi¨®n.
En lugar de trabajar tratando de mantenerse fiel a la idea inicial, Aravena se mete en campos que desconocen. Fue el caso de la reconstrucci¨®n de la ciudad chilena de Constituci¨®n que en 2010 resisti¨® bien a un terremoto de 8,8 grados en la escala de Richter y mal el posterior tsunami. Elemental consult¨® con los ciudadanos y propuso recuperar espacio para blindar la urbe ante futuros terremotos. En lugar de resistir con muros, idearon un espacio p¨²blico capaz de disipar la energ¨ªa s¨ªsmica con la fricci¨®n de los nuevos parques. Autores de regeneraciones urbanas, como el Parque Periurbano de Calama ¨Cque rodea con una arboleda la ciudad minera para producir sombra, duplicar el espacio verde y frenar el polvo del desierto- y de edificios emblem¨¢ticos -mayormente universitarios levantados en Santiago, Austin (Texas) o Shanghai- que combinan valor representativo con eficiencia energ¨¦tica, su mayor aportaci¨®n est¨¢ en su capacidad para trabajar desde la escasez.
Con Aravena el Pritzker env¨ªa un mensaje casi contrapuesto al que ha lanzado en otros tiempos: es m¨¢s urgente aprender bien gram¨¢tica que escribir la gran novela. El propio arquitecto explica a EL PA?S, desde su estudio en Santiago, que su profesi¨®n debe recuperar el peso social y alejarse de la irrelevancia.
Pregunta. Siempre ha habido quien, lejos de premios y atenci¨®n medi¨¢tica ha hecho arquitectura social. Que ahora se premie ?es una adaptaci¨®n a la crisis? ?Una respuesta a la ¨¦poca de los iconos?
Respuesta. Hemos estado marcados como profesi¨®n por tratar de responder a problemas que les interesan solo a otros arquitectos. Hemos sido poco entrenados a que nuestro punto de partida quede fuera de la arquitectura. Quiz¨¢ por una especie de anticipaci¨®n a garantizar un resultado pulcro, escult¨®rico, hemos llegado a pensar que si la soluci¨®n no se ve de origen puede que no llegue a hallarse. El precio que hemos pagado por esa manera de trabajar es el de la irrelevancia. No nos llaman para que nos encarguemos de ning¨²n tema duro. Cuando hay una piedra en el zapato no se llama al arquitecto. ¡°Como no tenemos tiempo ni recursos¡ Cuando los tengamos les llamaremos¡±. No es el caso de los economistas, los abogados o los ingenieros, a los que se recurre m¨¢s cuanto mayor es el problema.
P. ?Son socialmente irrelevantes?
R. Perdimos la capacidad de ser una disciplina a la cual se recurre autom¨¢ticamente cuando hay un problema. Y sin embargo ten¨ªamos en el n¨²cleo de nuestro conocimiento una herramienta poderosa para hacernos cargo de la complejidad. Eso es lo que como profesi¨®n deberemos restaurar: la posibilidad de contribuir a problemas fundamentales.
P. ?Una crisis econ¨®mica es una cura de humildad para los arquitectos? Y tambi¨¦n un filtro contra la arbitrariedad.
R. A mayor escasez mayor necesidad de justificar las operaciones que haces. La escasez de recursos obliga a la abundancia de sentido. Mientras que una abundancia de recursos puede llevar a una escasez de sentido: a hacer las cosas simplemente porque puedes. El caso de Chile, a mitad de camino entre ser suficientemente pobre para tener que justificar las respuestas que das, pero no tan pobre como para actuar s¨®lo para sobrevivir, permite inaugurar algo que no exist¨ªa antes. Estar a mitad de camino es sumamente sano.
P. El Pritzker siempre ha prestado atenci¨®n a las modas. ?Teme que la arquitectura humanitaria sea, como el deconstructivismo, otra moda?
R. Relacionar ¨¦xito y culpa es algo a evitar en un pa¨ªs ultracat¨®lico como Chile. Cuando nos anunciaron el premio sentimos libertad. Ya no tenemos que probar nada a nadie. Lo vivimos como un quitamiedos para acercarnos a ¨¢mbitos que pod¨ªan asustar por desconocidos.
P. ?Libertad para qu¨¦?
R. En arquitectura innovar es muy dif¨ªcil porque es dif¨ªcil acercarse a algo que no ha sido probado. La agricultura funciona igual. Si siembras algo que no se ha sembrado antes debes invertir. Si te funciona te copiar¨¢n. Si no funciona, te comes solo los costos de tu fracaso. Por lo tanto todos est¨¢n esperando que se mueva primero otro.
P. Es testigo de la transformaci¨®n de su pa¨ªs.
R. Chile hace 15 a?os era un pa¨ªs de 5.000 d¨®lares per c¨¢pita. Hoy tenemos 22.000 d¨®lares per c¨¢pita. Los problemas de ese crecimiento econ¨®mico no tienen nada que ver con los desaf¨ªos de una d¨¦cada atr¨¢s. La gente deber¨ªa estar contenta y, sin embargo, hay manifestaciones continuas. Se discute la educaci¨®n, la gesti¨®n energ¨¦tica, el sistema laboral. Esas preguntas ya no se contestan con respuestas antiguas. Las grandes compa?¨ªas ya no tienen bastante con pagar impuestos, tener permisos de obra y aprobaci¨®n medioambiental, la aprobaci¨®n social es clave. La gente en las calles no deja operar a menos que exista un acuerdo sobre c¨®mo se van a repartir los beneficios. Eso es una conquista, un nuevo tipo de poder ¨Cen este caso ciudadano- que, naturalmente, exige el esfuerzo de salir a la calle. En mi pa¨ªs hemos vivido ese cambio, de la resignaci¨®n a la exigencia de di¨¢logo.
P. ?Es compatible levantar s¨ªmbolos de poder con el tipo de arquitectura social que defienden?
R. No llamar¨ªa a nuestros edificios s¨ªmbolos del poder. Es necesario construir los espacios donde ocurre la vida con conocimiento tanto como hay necesidad de construir la vivienda de quien no puede prove¨¦rsela a s¨ª mismo. Los arquitectos traducimos los verbos simples: estudiar, trabajar, dormir, comer, encontrarse, disfrutar a sustantivos: oficinas, escuelas, casas, parques¡ Nuestra contribuci¨®n a la vivienda social no viene de modificar la pol¨ªtica financiera. Nosotros traducimos a formas. Por eso hacer otros proyectos es un entrenamiento.
P. ?Puede la arquitectura hacer algo por reducir la desigualdad en Latinoam¨¦rica?
R. Totalmente. Parte de la adrenalina que sentimos de ser arquitectos es que la ciudad es un mecanismo muy potente de correcci¨®n de inequidades. Si hay alg¨²n acuerdo en Latinoam¨¦rica es que tenemos un problema pendiente con la inequidad. Y lo ¨²nico que uno escucha es sobre la redistribuci¨®n de los ingresos, como si la desigualdad fuera un problema solo econ¨®mico. No lo es. Es tambi¨¦n un problema racial y cultural. Tiene muchos componentes pero aunque s¨®lo fuera econ¨®mico, la redistribuci¨®n econ¨®mica requiere una educaci¨®n que permite acceder a un mejor trabajo y con ¨¦l a una mejor calidad de vida. Y eso toma al menos un par de generaciones. No sucede de un d¨ªa para otro. Sin embargo en la ciudad hay factores que permiten mejorar la calidad de vida sin tener que esperar.
P. ?Cu¨¢les?
R. Un sistema de transporte p¨²blico es, por definici¨®n, redistributivo. Las ciudades se miden por lo que uno puede hacer gratis en ellas. ?Tengo que hacerme socio de un club para disfrutar de la naturaleza o puedo irme a un parque? El transporte, el espacio p¨²blico y la vivienda son atajos muy poderosos para corregir la inequidad.
P. ?Esa correcci¨®n depende del activismo de los ciudadanos, de la ideolog¨ªa de los gobernantes¡?
R. Y del sentido de oportunidad de los arquitectos. Tenemos la oportunidad de sumar a esa visi¨®n pol¨ªtica y de canalizar esa exigencia ciudadana hacia la mejor calidad de vida. Por eso yo no reniego del poder. El poder pueden ser los ciudadanos. Finalmente hay pol¨ªticos que tienen una visi¨®n. Son esos por los que uno vota.
P. Defiende la autor¨ªa colectiva. ?Por qu¨¦ no ha pedido compartir el premio con sus cuatro socios?
R. Los equipos de f¨²tbol ganan un tipo de premios, una liga, y los jugadores otro, el bot¨ªn de oro, por ejemplo. Claro que nadie podr¨ªa ganar el bot¨ªn de oro sin un equipo detr¨¢s, pero este premio hace referencia a la dimensi¨®n individual que tiene el proceso creativo. Luego nada de la arquitectura se hace de manera individual. No veo ning¨²n conflicto en identificar a una persona a la vez que se entiende que la naturaleza del trabajo es colectiva.
P. ?Le produjo alguna contradicci¨®n recibir el premio habiendo sido jurado hasta 2014?
R. La verdad es que no lo vi venir. Quiz¨¢ precisamente porque estuve en el jurado y conozco el tipo de debates que mantienen. Nunca pens¨¦ estar dentro de ese nivel. Fue tal as¨ª que cuando me llamaron fue tan fuerte la emoci¨®n que, bueno, me puse a llorar. No me qued¨® otra. As¨ª de inesperado fue.
P. ?Qu¨¦ implica para la arquitectura y para el Pritzker premiar a un arquitecto que considera que las favelas no son el problema sino la soluci¨®n?
R. M¨¢s que resistirnos a esa fuerza debemos encauzarla. Las ciudades son mecanismos muy eficientes en la mejora de calidad de vida de las personas. Suponen acceso a agua potable, a electricidad, a una educaci¨®n y a trabajo. Sin embargo, las instituciones no han sabido resolver la cantidad de vivienda que tenemos que producir para acomodar a la gente que llega a las ciudades. Por eso los asentamientos informales no representan la incapacidad de la gente de acceder a una vivienda decente. Al contrario, demuestran que a pesar de no contar con ning¨²n tipo de apoyo oficial la gente puede dotarse a s¨ª misma de una protecci¨®n contra el medio ambiente.
El mayor problema de las favelas es que el bien com¨²n no queda garantizado con la acci¨®n individual. Eso deja un papel para la arquitectura como canalizadora de las capacidades de la gente para autoconstruir. Sin contar con la iniciativa ciudadana no llegamos a construir ciudades m¨¢s que para una minor¨ªa del mundo.
P. ?Hay resignaci¨®n en dar por bueno un urbanismo que era visto como deficiente?
R. Sin hacer po¨¦tica de la pobreza, la vivienda masiva es incapaz de absorber la diversidad. Generar un sistema abierto, en el que el arquitecto canaliza la capacidad de la gente de hacerse su vivienda, no s¨®lo permite a la gente subirse a la espalda de un gigante, y por lo tanto ser m¨¢s eficiente, tambi¨¦n resuelve esa incapacidad de responder a la diversidad. Una familia sabe mejor que nadie qu¨¦ es lo que necesita. De modo que si los arquitectos proveen el marco f¨ªsico y organizativo adecuado para que eso sea posible garantizando un orden lejos de una resignaci¨®n, estamos respondiendo a la diversidad como nunca antes hab¨ªamos sido capaces de hacerlo.
P. ?Vivir¨ªa en una favela?
R. No. Sin embargo, el mecanismo de prueba que utilizamos en los proyectos de vivienda es preguntarnos si nosotros vivir¨ªamos all¨ª. Esa pregunta es la prueba ¨²ltima de cuanto sale de nuestro estudio. Si la respuesta es no, entonces no lo hacemos. Nuestras viviendas sociales no est¨¢n completadas, pero permiten prosperar y tienen un est¨¢ndar de clase media.
P. El jurado destaca su compromiso. ?Cree que la arquitectura va a llegar realmente donde no hay dinero pero faltan soluciones?
R. Ser¨ªa muy malo que los arquitectos nos apart¨¢ramos de los problemas complejos. Pero lo que debemos aportar no es aquello para lo fuimos entrenados, con una orientaci¨®n art¨ªstica. Muchos de los proyectos en los que nos metemos no tenemos idea de c¨®mo vamos a resolverlos. Pero contamos con la capacidad de traducir el conocimiento a forma.
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