David Bowie beb¨ªa de los cl¨¢sicos
Poco se ha hablado de c¨®mo Holst, Kurt Weill, Bach, Mozart y Strauss marcaron su carrera
Podr¨ªa parecer, a ra¨ªz de los millones de paneg¨ªricos, que hasta que David Bowie no escuch¨® a Little Richard cantar Tutti Frutti y exclamar aquello de: ¡°?He visto a Dios!¡±, sus o¨ªdos hab¨ªan permanecido v¨ªrgenes a otras influencias. Pero a?os antes de que el tierno e inquieto adolescente cayera antes los pies de los pioneros del rock and roll con Elvis en otro de sus altares trinitarios, la sombra de Gustav Holst lo hab¨ªa marcado de ni?o.
Todas las semanas, el ni?o Bowie se escond¨ªa detr¨¢s del sof¨¢ en el sal¨®n de su casa de Brixton (Londres) para ver camuflado en la tele?The Quatermass Experiment. No s¨®lo aquel programa sembr¨® en ¨¦l una fascinaci¨®n constante por la ciencia ficci¨®n. Si no que le hizo consciente de la importancia de la m¨²sica como vivaz exaltadora de emociones. Cuando la sinton¨ªa daba comienzo, la familia quedaba en silencio, un tanto aterrada por las inquietantes notas de?Marte, el portador de la guerra: una suite con la que Holst, desde que la compusiera en 1914 con los ecos de la Primera Guerra Mundial en el cogote, no ha dejado de provocar congoja entre quienes la escuchan.
La estela de ¡®Los planetas¡¯, la obra a la que esa pieza pertenece, ha resonado en la cabeza y el coraz¨®n de David Bowie toda su vida. Si su primer gran ¨¦xito, Space Oddity, surgi¨® de un impulso alucin¨®geno tras contemplar 2001, una Odisea del espacio, la pel¨ªcula de Stanley Kubrick, muchos han considerado en esa canci¨®n el influjo primitivo de Holst. La pel¨ªcula tambi¨¦n representa una sinfon¨ªa visual en la que se dan cita Gy?rgy Ligeti y Richard Strauss, entre otros. Ambos tambi¨¦n le marcaron.
Ligeti, como uno de los iconos salidos de la vanguardia en la ciudad alemana de Darmstadt tras la Segunda Guerra Mundial, lo mismo que Karl Heinz Stockhausen influy¨® en The Beatles o Pierre Boulez en Frank Zappa. Pero Richard Strauss alarg¨® su huella hasta la etapa final de su carrera. Bowie le rindi¨® homenaje en uno de sus discos tard¨ªos, ¡®Heathen¡¯. Las cuatro ¨²ltimas canciones del compositor alem¨¢n, escritas en su ocaso, con 84 a?os, le hab¨ªan perseguido a lo largo de d¨¦cadas y le prestaron el oscuro aire postrom¨¢ntico necesario para componer?Sunday,?Slip away, Afraid o la que da t¨ªtulo a un ¨¢lbum compuesto en mitad del desastre del 11-S.
Pero en la poderosa huella de sus influencias cl¨¢sicas, tambi¨¦n entran Bach y Mozart. El salzburgu¨¦s le dot¨® de aliento arm¨®nico y Bowie se lo reconoci¨® disfraz¨¢ndose en uno de sus juegos camale¨®nicos. Bach le lleg¨® con fuerza por medio de otro de sus ¨ªdolos y mentores: Lindsey Kemp. El gran renovador del teatro ingl¨¦s en los sesenta y los setenta, adopt¨® al joven David como pupilo, despu¨¦s de que ¨¦ste le desvelara que quer¨ªa, entre otras cosas, poner en pie una carrera como bailar¨ªn y su admiraci¨®n por el cine mudo, el kabuki, Jean Genet, el teatro del absurdo y un g¨¦nero como el music hall.
No sabemos si aquella confesi¨®n tuvo lugar antes o despu¨¦s de que Kemp lo atrapara definitivamente con uno de los n¨²meros que m¨¢s fascinaban al m¨²sico: una pieza que abordaba el amor no correspondido entre Pierrot y Columbine. En ella, hab¨ªa concebido una escena titulada Aimez-vous Bach, donde el pobre Pierrot, loco de amor, se abre las tripas y se saca el coraz¨®n al ritmo de las ¡®Suites francesas¡¯ para teclado.
Pero hubo algo que tambi¨¦n uni¨® a ambos: Bertolt Brecht. Y dicho nombre lleva directamente a Kurt Weill. El influjo berlin¨¦s, una de las etapas fundamentales del m¨²sico, adem¨¢s de la trilog¨ªa que alumbr¨® Low, Heroes o Lodger junto a Brian Eno, dio como resultado m¨¢s tarde ¡®Baal¡¯, un disco inspirado en Brecht, con alguna pieza a la que puso m¨²sica Weill. Pero dicha alianza ya la hab¨ªa explorado Bowie con su propia versi¨®n de Alabama song, una canci¨®n que tambi¨¦n marc¨® a The doors.
La estela de decadencia, la viva estampa de Sodoma y Gomorra que nos traslada?Auge y ca¨ªda de la ciudad de Mahagonny, no pod¨ªa dejarle indiferente. El dominio que Bowie demostraba acerca de la obra y la personalidad de Brecht, dejaba boquiabiertos a muchos expertos en el autor teatral. La marca que esa viva alianza entre el escritor y Kurt Weill produjo en el m¨²sico daba cuenta de su alcance est¨¦tico e intelectual, mucho m¨¢s moderno que posmoderno.
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