Las gafas rusas de mirar Am¨¦rica
Gary Shteyngart vuelve con 'Peque?o fracaso', que es como una madre llama habitualmente a su hijo
Que una madre llame habitualmente ¡°peque?o fracaso¡± a su hijo, aunque lo diga con cari?o, le obliga a uno a tomar medidas serias. Una de ellas puede ser la de construirse un personaje de s¨ª mismo para funcionar adecuadamente en la vida diaria, acaso la ¨²nica manera de sobrevivir en un mundo hostil donde, adem¨¢s, los ni?os le hacen la vida imposible a quien lleva pellizas de piel sovi¨¦ticas y tiene un deje ruso en su ingl¨¦s reci¨¦n aprendido, como le ocurr¨ªa a Gary Shteyngart. En Peque?o fracaso, su libro de recuerdos, Shteyngart narra con iguales dosis de humor y melancol¨ªa el intrincado proceso de adaptaci¨®n y aprendizaje de su nueva identidad estadounidense desde la voz del personaje que se fue fabricando a lo largo de su vida.
Otra medida para tratar de borrarse la idea de que uno es un perdedor potencial es convertirse en escritor: Shteyn?gart lo sabe y eso le ha llevado a cumplir plenamente el sue?o americano del ¨¦xito, tambi¨¦n disponible para aquellos reci¨¦n llegados de la Uni¨®n Sovi¨¦tica con una ¡°camiseta fea de lunares amarillos y rayas azules¡± como la que vest¨ªa ¨¦l cuando era ni?o.
Los mejores momentos de la narraci¨®n est¨¢n, en mi opini¨®n, en la fase en que el ni?o y despu¨¦s adolescente Igor ¡ªas¨ª se llamaba Gary tanto en Leningrado como en su casa de Queens¡ª comienza a trabajar sin descanso en su americanidad, a comprender qui¨¦n era ¨¦l en Rusia y qui¨¦n podr¨ªa llegar a ser en su pa¨ªs de acogida. Sus epifan¨ªas ocurren en lugares y momentos inesperados, por ejemplo, en la escuela jud¨ªa de Queens el d¨ªa que descubre que re¨ªrse de s¨ª mismo le puede hacer salir indemne de las peores situaciones.
Pero el narrador no solo intenta saber qui¨¦n es ¨¦l: tambi¨¦n trata de explicar a los lectores por qu¨¦ a los jud¨ªos sovi¨¦ticos ¡ªque emigraron a EE UU gracias al presidente Jimmy Carter, que los llev¨® a cambio de cereales y tecnolog¨ªa¡ª les invad¨ªa esa sensaci¨®n de estar en los m¨¢rgenes (¡°Llevamos siete a?os en Am¨¦rica, pero todav¨ªa somos representantes de una sociedad que vive en la sombra, atemorizada por la amenaza de unas malas noticias que nunca llegan¡±) o en esa ¡°fiesta equivocada¡± a la que Shteyngart siente que fueron invitados.
La lengua rusa est¨¢ tambi¨¦n presente a lo largo del relato memor¨ªstico, si bien va difumin¨¢ndose a medida que el ingl¨¦s americano entra en la vida de Igor/Gary hasta lograr arrinconar la lengua de Ch¨¦jov, al que le¨ªa en ruso de peque?o sin titubear. Este hilo de la trama es uno de los principales aciertos del relato, al igual que el modo de insertar en ¨¦l los bienes de consumo que tuvieron un papel primordial en su aprendizaje vital sovi¨¦tico-norteamericano. Parece de lo m¨¢s l¨®gico que el progreso personal sea medible en juguetes o en televisores ¡ªprimero la tele rusa en blanco y negro de la marca Signal ; despu¨¦s el modelo Zenith de 25 pulgadas y, por fin, el Sony Trinitron¡ª, pues la biograf¨ªa de un individuo que vive dentro del capitalismo, o en las orillas de ¨¦ste, es tambi¨¦n la historia de las marcas que consume.
La fluidez en la traducci¨®n al castellano de este gran mon¨®logo de m¨¢s de cuatrocientas p¨¢ginas se debe sin duda al buen o¨ªdo de su art¨ªfice para captar el ingenio de Shteyngart. S¨®lo en alguna ocasi¨®n las decisiones del traductor nos acercan m¨¢s a Castilla y Le¨®n que a Leningrado; por ejemplo, cuando una enfermera sovi¨¦tica, ante la pregunta de la madre hipocondriaca de Gary sobre qu¨¦ hacer ante los estornudos de su hijo, le responde muy cat¨®licamente: ¡°Dile Jes¨²s¡±. Por lo dem¨¢s, el lector sale de la narraci¨®n con la satisfacci¨®n de haber recorrido el esp¨ªritu de los ochenta y noventa de la mano de un gu¨ªa sensible y astuto.
Peque?o fracaso. Gary Shteyngart. Traducci¨®n de Eduardo Jord¨¢. Libros del Asteroide. Barcelona, 2015. 440 p¨¢ginas. 22,95 euros
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