Deja un bonito cad¨¢ver, que otros lo exhumar¨¢n
Los nuevos discos a nombre de Kurt Cobain, Jeff Buckley o Elliott Smith propugnan, una vez m¨¢s, la rentabilidad de la necrofilia rock
La industria del disco se exprime las meninges tratando de idear nuevas f¨®rmulas con las que fidelizar al cliente irredento, aquel que apostata del streaming como indispensable man¨¢ y justifica a¨²n la existencia del formato f¨ªsico, esa antigualla para las generaciones m¨¢s j¨®venes. Los recopilatorios, especialmente las cajas surtidas de in¨¦ditos, grabaciones en vivo y dem¨¢s gadgets para el completista voraz, siguen siendo lugar com¨²n en estas fechas. Pero entre la fiebre compilatoria y conmemorativa, la necrofilia extrae ¡ªqui¨¦n sabe por cu¨¢nto tiempo¡ª todo el r¨¦dito posible a la mitoman¨ªa de la que se nutre. Es otro cl¨¢sico, infalible. Porque pocas cosas resultan m¨¢s apetecibles que rebuscar en los arcones de aquellos m¨²sicos que, convertidos en t¨®tems, se esfumaron antes de tiempo, viendo como su aura se redimensionaba con el tiempo. M¨¢s dif¨ªcil es constatar si de entre todo ese c¨²mulo de descartes, involuntariamente legados a la posteridad por sus responsables, hay un material lo suficientemente relevante como para justificar el desembolso. Por mucho que el anhelo del fan ¡ªsiempre tan sangu¨ªneo¡ª se obstine en nublar el juicio.
Pocos legados han sido tan exprimidos como el de Kurt Cobain (1967-1994). Es seguramente el ep¨ªtome de m¨²sico cuya herencia ha ido abasteciendo las cubetas de las tiendas de discos con mayor insistencia en las ¨²ltimas d¨¦cadas, cual gota malaya. Montage Of Heck: The Home Recordings (Universal) es el correlato sonoro al jugoso documental de Brett Morgen, estrenado hace meses en nuestro pa¨ªs, y constituye una ¨¢spera colecci¨®n de bocetos creativos del alma de Nirvana, aunque su inter¨¦s dif¨ªcilmente trascienda el ¨¢mbito del seguidor impenitente. Es una suerte de puzzle inevitablemente inconcluso, compuesto de bosquejos, mon¨®logos y chanzas privadas, en el que el genio atormentado de Aberdeen reluce intermitente entre la herrumbre. El rockumental es tambi¨¦n la fuente de la que brota Heaven Adores You (Universal), nueva remesa de in¨¦ditos y tomas alternativas de Elliott Smith (1969-2003), y su tercer ¨¢lbum p¨®stumo en poco m¨¢s de una d¨¦cada. Estar¨¢ en circulaci¨®n en unas semanas, junto al emotivo pero tibio documental hom¨®nimo dirigido por Nickolas Rossi ¡ªestrenado en un buen n¨²mero de festivales¡ª, con quince in¨¦ditos como principal gancho, que se intuyen deshuesadas muestras de su prodigiosa sensibilidad mel¨®dica, en estado embrionario.
Otro cad¨¢ver exquisito y propenso a la exhumaci¨®n es el de Jeff Buckley (1966-1997), cuya herencia a¨²n es capaz de procurarnos ¨¢lbumes de in¨¦ditos como You and I (Columbia/Legacy), una colecci¨®n de diez temas registrados en febrero de 1993, justo antes de que se comiera el mundo con el inconmensurable Grace (1994), en el que destacan versiones de The Smiths, Sly & The Family Stone, Bob Dylan, Led Zeppelin o Louis Jordan, y tan solo un tema in¨¦dito (Dream Of You And I). Ser¨¢ otra nueva ocasi¨®n de testar el portentoso fuste de un int¨¦rprete colosal, por bien que sea en fase de crecimiento y embuti¨¦ndose en la piel de otros, qui¨¦n sabe si deparando motivos de peso para trascender su condici¨®n de ap¨¦ndice. Cualquier inc¨®gnita, resuelta a primeros de marzo.
Y por aquello de retrotraernos algo m¨¢s all¨¢ en el tiempo y no fallar al sempiterno recordatorio de la herencia beatle (ahora que hasta Spotify, ¨²ltimo basti¨®n que a¨²n permanec¨ªa inasequible a esa omnipresencia que raya lo invasivo, ha ca¨ªdo), no est¨¢ de m¨¢s concluir la oferta necrof¨ªlica de la temporada con George Fest: A Night To Celebrate The Music Of George Harrison (Hot Records/Vagrant), grabaci¨®n -sonora y visual- del tributo que Brian Wilson, Norah Jones, The Flaming Lips o Britt Daniel (Spoon) rindieron al cancionero de George Harrison (1943-2001) el 28 de septiembre de 2014 en el The Fonda Theater de Los Angeles, si bien la relectura de material tan insigne (m¨¢s a¨²n en manos de un elenco as¨ª) suele deparar saldos mas proteicos que la mera recuperaci¨®n de apuntes y descartes que hasta aqu¨ª hemos listado. La m¨ªstica del g¨¦nero, en todo caso, sigue teniendo en la muerte ¡ªespecialmente si esta es prematura¡ª un combustible indispensable para reavivar las brasas de una industria que lucha por no dejar de ser lo que fue.
Babelia
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