La generaci¨®n de los puentes peatonales
El cineasta Julio Hern¨¢ndez Cord¨®n presenta una cinta que aspira al Olimpo de las cintas generacionales
Un barquito de papel se mueve entre las s¨¢banas, que parecen olas, mientras Miguel y Juanito se hacen el amor. No dicen nada, porque si hablaran lo har¨ªan de lo que no quieren, lo que acaba de pasar, el gran levant¨®n, el secuestro. Solo jadean, gru?en, se muerden, se abandonan al placer. Minutos antes, Nito le ha preguntado a Miguel si quer¨ªa esnifar pegamento. ¡°?Te acurdas de Coc¨²?¡±, le dice Nito, ¡°siempre que inhalaba se le olvidaban los pedos por un rato¡±. ¡°Yo no me quiero olvidar¡±, contesta Miguel, ¡°quiero resolverlo¡±. ¡°Bueno¡±, dice Nito medio indiferente, ¡°al menos por un ratito¡±.
La pel¨ªcula se estrena este viernes y se llama Te Prometo Anarqu¨ªa. Es una historia de amor y desamor. Y es, tambi¨¦n, un retrato del M¨¦xico moderno: un caos. La sexta pel¨ªcula del cineasta mexicano Julio Hern¨¢ndez Cord¨®n aspira a conquistar el circuito comercial porque narra de manera magistral la belleza y el horror de la vida de dos adolescentes mexicanos, dos habitantes del monstruo, la Ciudad de M¨¦xico.
Miguel y Nito andan todo el d¨ªa en sus tablas de skate. La familia de Miguel es de clase media acomodada, la de Nito de clase baja. Miguel no trabaja, no le hace falta. Nito echa horas como encargado de un front¨®n de jai alive. Se miran, se besan, se desean en el interior de un cami¨®n cisterna, una pipa abandonada que han convertido en su casa club. Van de ac¨¢ para all¨¢ todo el d¨ªa en sus tablas, por calles anchas y estrechas, cruzando cada poco esos puentes peatonales que salvan las enormes avenidas que cicatrizan al monstruo por el norte, el sur, el este y el oeste. Las im¨¢genes m¨¢s bellas de la pel¨ªcula transcurren en ellos.
Miguel tiene un conocido, se llama Gabriel y es un actor de medio pelo. Gabriel compra sangre y la vende en el mercado negro. Miguel le consigue donadores. ¡°Yo navego mucho en internet, pongo palabras en los buscadores y busco ideas. Un d¨ªa puse sangre y me sali¨® un caso de tr¨¢fico de sangre en Veracruz¡±, contaba el cineasta un d¨ªa esta semana a media tarde, en un caf¨¦ del barrio Santa Catarina en Coyoac¨¢n, al sur de la capital mexicana.
Julio Hern¨¢ndez Cord¨®n tiene 41 a?os, dos hijas y sendos tatuajes en los brazos. En el izquierdo se dibuj¨® dos inhaladores porque es asm¨¢tico, en el derecho una ballena. ¡°Es Mobydick¡±, dice, ¡°me gust¨® mucho la novela porque es sobre alguien que no se rinde¡±. Miguel, Juanito y su banda de skaters no conciben palabras como rendici¨®n. Ni siquiera conceptos como ma?ana, mucho menos futuro. Y tampoco parecen preocupados. Sobreviven y no est¨¢ mal.
Gabriel le pide a Miguel personas para ¡°orde?ar¡±, esto es, para sacarles sangre. Con la ayuda de su amigo, Miguel consigue medio centenar. Es cuesti¨®n de dinero, de tener su propio dinero. Cuando se quiere dar cuenta, el negocio de la sangre deja de ser un juego para ganar algo de plata. La sangre es en realidad para curar a los narcos que resultan heridos en la eterna batalla que mantienen entre ellos y contra el Estado. ¡°Eso pas¨®. Una vez le¨ª una nota de un cartel que hab¨ªa acondicionado una camioneta suburban como ambulancia. Es l¨®gico, si funcionan como un ej¨¦rcito y tienen un ambulancia, van a necesitar sangre¡±, dice Hern¨¢ndez Cord¨®n.
El cartel secuestra a los 50 que pensaba orde?ar. Miguel y Nito no saben qu¨¦ hacer, entonces se van a un hotel de mala muerte, esnifan pegamento, se aman o algo as¨ª¡ ¡°La historia de amor est¨¢ inspirada en lo que le pas¨® a una persona muy cercana. ?l viv¨ªa en Guatemala y trabajaba en una ONG. Chambeaba mucho con l¨ªderes comunitarios. Pero luego result¨® que eran pandilleros¡ S¨ª, se enamor¨® de uno de los cabecillas de la pandilla que era como el padrote, ?c¨®mo dicen ustedes? Proxeneta, ?no? Bueno, ¨¦l llevaba una red de travestis. Y luego los de la pandilla como que dijeron que hab¨ªa que matar a ese g¨¹ey porque se hab¨ªa quedado una plata. Y bueno, pues al final tuvieron que sacar a esta persona, mi amigo, lo sacaron del pa¨ªs¡±.
En un momento de la conversaci¨®n, Hern¨¢ndez Cord¨®n dice: ¡°La realidad nos alcanz¨®. Empez¨¢bamos el rodaje en unos d¨ªas y pas¨® lo de Iguala, lo de los estudiantes que levantaron. Nos toc¨® mucho¡±.
El cineasta parece tranquilo. Ha creado una joya. Hablamos de Larry Clark, de Gus van Sant, de Richard Linklater. ¡°Es M¨¦xico¡±, dice, ¡°pura anarqu¨ªa¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.