Variedad de vanidades

Un thriller psicol¨®gico, con carga de profundidad. A Antonio Merino, el anfitri¨®n, miembro de un consejo editorial, le revienta la suficiencia con la que Crist¨®bal J¨¢uregui de Haro y Fitz-James, director general (por herencia paterna), asevera sin empacho que ha conseguido ¡°desapegarse del oropel ilusorio de la existencia¡±, durante una comida a la que tambi¨¦n asisten Mario Di Chiricco, su rival en la empresa familiar, galeristas y artistas pl¨¢sticos, enfrascados todos en una conversaci¨®n c¨ªnica, repleta de citas, puro fuego de artificio. Emma, esposa de Antonio, aparte, le reprocha que ataque a su jefe: la editorial va regular y si tienen que echar a alguien no ser¨¢ al pelota de Mario. Pero, espoleado por las circunstancias, Antonio pone a prueba la flema y el supuesto desapego de Crist¨®bal, con una ocurrencia funesta.

La primera parte de esta vibrante pieza de Mar¨ªa Fern¨¢ndez Ache transcurre casi toda ella a resguardo de la vista del p¨²blico: en el comedor, al otro lado de la cocina que llena el escenario. De all¨ª fuera proviene el fragor de la ret¨®rica, en un ejercicio radiof¨®nico y pinteriano, entre la comedia costumbrista y el drama filos¨®fico, que mantiene al p¨²blico con la curiosidad a flor de piel y el cuerpo al borde mismo de la butaca.

Tras un gran golpe de efecto, en la segunda parte se abre paso el thriller dom¨¦stico, conducido con pulso de orfebre por Will Keen, actor brit¨¢nico residente en Espa?a, aqu¨ª en funciones de director; por Manolo Solo, en el papel del cada vez m¨¢s urgido, desconcertado y atemorizado consejero; y por Sonia Almarcha, en el de su l¨²cida, tenaz y calculadora mujer, que, ante el desmoronamiento progresivo de Antonio, da ejemplo de c¨®mo gestionar en caliente una situaci¨®n extrema. Al ¨¦xito de la limpia puesta en escena contribuyen decisivamente la precisi¨®n de sus int¨¦rpretes, la escenograf¨ªa hiperreal de Esmeralda D¨ªaz y la iluminaci¨®n de Pedro Yag¨¹e, tajante como guillotina.