Zappa o el sarcasmo como una de las bellas artes
Dos d¨¦cadas despu¨¦s de su muerte, el controvertido m¨²sico 'resucita' en castellano con unas memorias apasionantes que hacen pensar y que destilan inteligencia y coraje
Mi certidumbre de que las generaciones que nacimos en las d¨¦cadas de los cincuenta y los sesenta hemos tenido la impagable suerte de vivir el esplendor absoluto y perdurable de las nuevas m¨²sicas que invent¨® el siglo XX y que no hay una herencia digna de ellas probablemente sea una exageraci¨®n, una opini¨®n caprichosa, desinformada y subjetiva (todas lo son), y basada en los estragos mentales que causa la senilidad, pero es la m¨ªa. Ya s¨¦ que casi nadie compra discos, que al parecer la mayor¨ªa de los mel¨®manos escucha en Internet al alimento de su alma sin tener que descargarlo a trav¨¦s del streaming y de las plataformas digitales iTunes y Spotify, y que los m¨²sicos y cantantes pasan su existencia dando conciertos porque ha decrecido hasta casi la extinci¨®n el negocio de vinilos y CD que les hizo millonarios, que es muy raro que alguien se gaste entre 15 y 20 euros por un disco, algo que puede pillar a un precio mucho m¨¢s razonable o gratis. Pero bueno, son mis onanismos mentales. Imagino que al morir Beethoven, Mozart, Bach, aquellos que los disfrutaron estar¨ªan seguros de que la gran m¨²sica no tendr¨ªa continuidad, que despu¨¦s de estos se?ores geniales todo se reducir¨ªa a la mala copia de estos o a la nada.
Solo escucho m¨²sica de gente que la ha palmado, o supera los 50 a?os, o que a pesar del castigo y los placeres que han impuesto a su organismo llegaron a la vejez. O sea, a los de siempre, desde que era adolescente y joven. Y tiene que haber m¨²sicos extraordinarios pertenecientes al aqu¨ª y ahora, pero no he tenido la suerte ni las ganas de descubrirlos, con la excepci¨®n de Wilco; O, de Damien Rice, y los dos primeros discos de Antony and the ?Johnsons. Pero despu¨¦s de haber pasado m¨¢s de 30 a?os de mi vida escuchando y disfrutando en directo, con gustos ecl¨¦cticos pero id¨¦ntica pasi¨®n, a numerosos monstruos sagrados, descubro que solo voy excepcionalmente a una sala de conciertos o a un estadio para ver y o¨ªr a los de siempre. Exagero, una vez me llevaron al recital de un grupo que al parecer es muy popular y amado, llamado Cold?play, y el aburrimiento fue feroz. O sea, en los ¨²ltimos a?os, las ¨²nicas actuaciones que me han motivado para salir de casa han sido Bob Dylan, Van Morrison, Leonard Cohen, Bruce Springsteen, Elvis Costello, Roger Waters, Lou Reed, Wayne Shorter y Keith Jarrett. Todos chavales y a la moda.
Tengo muchos e imborrables recuerdos de actuaciones gloriosas. Hubiera dado cualquier cosa por ver en directo tocar el piano a Duke Ellington (tampoco me hubiera importado observarle dirigiendo a una orquesta) y a Bill Evans, haber sido testigo de c¨®mo Coltrane extra¨ªa de su saxo los sentimientos m¨¢s emocionantes, la belleza en grado extremo. No pudo ser. Tampoco he visto nunca a Tom Waits. Pero entre el resto de m¨²sicos que venero creo que he visto a casi todos, y a algunos m¨²ltiples veces, en ocasiones rutinarios o desganados, en otras geniales, dando al p¨²blico lo mejor de s¨ª mismos.
Zappa es un radical con causa, incapaz de sumisi¨®n ante la estupidez, el abuso, los pol¨ªticos y la ignorancia satisfecha
Hab¨ªa escuchado algunos discos de Frank Zappa con tanta curiosidad como admiraci¨®n (en especial Hots Rats y Joe¡¯s Garage) y hab¨ªa otros cuya audici¨®n me result¨® complicada, demasiada mezcla de estilos, excesivo amor por su parte a la m¨²sica dodecaf¨®nica que a m¨ª me resulta frecuentemente chirriante y espesa. Aseguraban que sus conciertos supon¨ªan un espect¨¢culo. Se me hab¨ªa escapado en las pocas ocasiones que actu¨® en Espa?a. Pero pude estar cerca de su escenario en el recital que dio en la primavera de 1988 en el Rock¨®dromo de Madrid, lugar que no se distingu¨ªa por su mod¨¦lico sonido. No s¨¦ si aquello fue un espect¨¢culo. S¨ª que era sublime, que pocas veces la m¨²sica me hab¨ªa provocado tanta hipnosis. Era una catarata de hermosura. Zappa no se reconoc¨ªa como un guitarrista competente, pero lo que sali¨® de ese instrumento durante la parte final del recital era asombroso. Pocas veces una actuaci¨®n en directo me ha provocado tantas sensaciones memorables. Miles Davis, en varias ocasiones. No sabr¨ªa definir la m¨²sica que hizo Zappa aquella noche. Solo que me impresion¨®, conmovi¨®, dio miedo, me hizo feliz.
Se cuentan mil historias pintorescas sobre Zappa, ese tipo que se atrevi¨® a cachondearse del intocable Sgt. Pepper¡¯s Lonely Hearts Club Band con un disco titulado Estamos aqu¨ª por la pasta. Zappa supuso la encarnaci¨®n terrenal del demonio m¨¢s pervertido para gran parte de sus compatriotas, los republicanos, pero tambi¨¦n para dem¨®cratas poderosos como Al Gore, los telepredicadores, los defensores del puritanismo aplicado al sexo, los cruzados, los fan¨¢ticos de cualquier religi¨®n, los jueces ortodoxos, la polic¨ªa como Dios manda, Ronald Reagan, incluso muchos militantes del universo de las flores.
Para evitar malentendidos, rumores, mentiras y manipulaciones, ¨¦l decidi¨® en el a?o 1989 hablar en primera persona cont¨¢ndonos su vida, sus creencias, sus fobias, su relaci¨®n con la m¨²sica y con el mundo, su visi¨®n del estado de las cosas. El resultado de estas apasionantes y muy divertidas memorias es La verdadera historia de Frank Zappa. Cada palabra, reflexi¨®n, cr¨ªtica, narraci¨®n llevan su identificable sello, aunque Peter Occhiogrosso le ayudar a ordenar ese material. Y el resultado es un libro que devoras de un tir¨®n, aunque tambi¨¦n te haga pensar.
Zappa utiliza el sarcasmo y la causticidad como una las bellas artes. Todo en ¨¦l destila inteligencia, necesaria mala leche, personalidad, humor, sinceridad, coraje. Es un radical con causa, incapaz de sumisi¨®n ante la estupidez, el abuso, los farsantes poderosos, los pol¨ªticos, los sindicatos mafiosos, la ignorancia satisfecha, los jefes del negocio discogr¨¢fico. Le enchironaron, le pusieron demandas, se enfrent¨® varias veces a procesos en los que le acusaban de porn¨®grafo, de antipatriota, de blasfemo. Sus ¨²nicas drogas eran el caf¨¦ y el tabaco. No ten¨ªa amigos. Amaba a su eterna mujer y a sus cuatro hijos. Nunca dijo s¨ª, aunque le conviniera, si pensaba que era no. Jam¨¢s eludi¨® el combate. Se enfrent¨® a todo tipo de convenciones. Veneraba a Stravinski, a Var¨¨se, a Boulez. En Joe¡¯s Garage escribi¨® cosas como esta: ¡°La informaci¨®n no es conocimiento. Conocimiento no es sabidur¨ªa. La sabidur¨ªa no es la verdad. La verdad no es la belleza: la belleza no es amor. El amor no es m¨²sica. La m¨²sica¡, la m¨²sica es lo mejor¡±. Pregunto: ?hay qui¨¦n d¨¦ m¨¢s?
La verdadera historia de Frank Zappa. Memorias. Frank Zappa con la colaboraci¨®n de Peter Occhiogrosso. Traducci¨®n de Manuel de la Fuente Soler y Vicente For¨¦s L¨®pez. Malpaso. Barcelona, 2015. 352 p¨¢ginas. 21,38 euros.
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