Forges se r¨ªe muy en serio
El gran ilustrador y humorista gr¨¢fico recibe la investidura como doctor ¡®honoris causa¡¯ por la Universidad de Alcal¨¢ de Henares
Abrumado como un monaguillo estaba Forges la ma?ana en que lo hicieron Papa. El escolar que nunca aprob¨® matem¨¢ticas y que falsific¨® un cero en las notas para ponerse un tres acced¨ªa a todos los honores de la Universidad que fund¨® Cisneros (1499). Porque revistieron al humorista de muceta y birrete. Le pusieron un anillo. Y le entregaron unos guantes blancos como s¨ªmbolo de la pureza.
Inmaculadas han sido las manos de Forges en la "sonrisa y la compasi¨®n", cualidades que el nuevo doctor atribuy¨® al deber hipocr¨¢tico de cualquier humorista. Hipocr¨¢tico en sentido m¨¦dico, ¨¦tico y hasta terap¨¦utico, toda vez que el discurso de Forges entre acad¨¦micos y amistades aludi¨® premeditadamente a una reflexi¨®n de Blasillo: "Si el humor es algo eminentemente humano, el humor gr¨¢fico es una radiograf¨ªa".
Se quedar¨ªan estupefactos los profesores que suspendieron al doctor Forges. Les impresionar¨ªa la coral inici¨¢tica del "Veni, Creator", el boato acad¨¦mico, la solemnidad con que el humorista fue llamado a la dignidad del p¨²lpito del paraninfo.
Hablaba ex c¨¢tedra por primera vez en su vida. Y no por arrogancia, sino por deber lit¨²rgico, convocado como estaba a la investidura y al trance de la laudatio, un discurso de bienvenida entre los sabios que ponder¨® la originalidad de Forges, su personalidad, su audacia, su compromiso social, su ternura, su constancia y su humanismo, incluso la solidaridad con el contribuyente, el funcionario, el n¨¢ufrago, el cu?ado, reflejo de un bestiario que el humorista ha custodiado con cari?o, empat¨ªa y respeto.
Podr¨ªan haberse sentado Blasillo y Concha entre los invitados. Y Mariano tambi¨¦n, personajes todos ellos que diagnostican la radiograf¨ªa de Espa?a en medio siglo, puestos a utilizar las analog¨ªas que hizo Forges entre su oficio y el del m¨¦dico.
Se acord¨® de Mingote y de Gila. Acudieron a aplaudirlo Gallego y Rey, y Ricardo. Y defendi¨® Forges su oficio en un t¨¦rminos llanos -"risoterapia"- y muy sofisticados, consciente, como era, de que su tribuna la hab¨ªa ocupado Nebrija. "?Podr¨ªamos decir que el humor es la eucrasia de la psiquis, la plena salud de la inteligencia de los humanos?", se preguntaba el doctor Forges en la tronera del p¨²lpito plateresco.
"El humor", a?ad¨ªa, "es un b¨¢lsamo indudable para ese viaje sin retorno, siempre doloroso, que es para los humanos la vida". Pesaban las palabras de Forges, pero tambi¨¦n las supo aligerar. No ya citando una paradoja tragic¨®mica de Guy de Maupassant ("la salud es un estado que no presagia nada nuevo"), sino aprovechando las pantallas de plasma de la sala de ceremonias -aqu¨ª se ofician los premios Cervantes- para hacer memoria e inventario de unas cuantas vi?etas. Muchas de ellas relacionadas con el repertorio de hospitales, en estricta coherencia tem¨¢tica con la l¨ªnea argumental de su discurso. Y en estricta coherencia con la hipocondr¨ªa antropol¨®gica de los espa?oles. Como esos jubilados que deciden ir al cine en lugar de al hospital porque las urgencias no est¨¢n demasiado animadas esa ma?ana.
Se preguntaba Forges en la Universidad de Alcal¨¢ de Henares si las pinturas rupestres fueron las primeras expresiones de humor gr¨¢fico. Y si los chamanes fueron precursores de s¨ª mismo, en el arte de sanar las almas desde la sugesti¨®n humor¨ªstica. Y nos preguntamos si no se le podr¨ªa considerar a Forges un radi¨®logo, retomando la cita de Blasillo con que inici¨® su discurso de investidura y de acci¨®n de gracias.
La respuesta se antoja afirmativa porque Forges habl¨® en su ep¨ªlogo de Anna Bertha Roentgen, la esposa del inventor de los rayos X y la cobaya de tantos experimentos que terminaron marchit¨¢ndola. Habl¨® de ella como m¨¢rtir de la ciencia. Y como expresi¨®n de las certezas cient¨ªficas que sustituyen a otras certezas, de forma que su lecci¨®n magistral termin¨® citando La ciencia moderna, un tratado de Julio Brouta escrito en 1897 que se recreaba en de las m¨¢quinas voladoras, atribuy¨¦ndolas una revoluci¨®n cat¨¢rtica entre los humanos, porque iban a abolirse las fronteras e iban a aniquilarse los ej¨¦rcitos. "Esto significa -le¨ªa Forges como si fuera Chaplin en El gran dictador- que llegar¨¢ el desarme general y que la humanidad entera, unida en estrecho lazo, tendr¨¢ que trabajar fraternalmente en la obra com¨²n del progreso y de la ciencia".
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