Iv¨¢n Ferreiro inaugura la pasi¨®n temprana en Los Matinales de EL PA?S

El chiste es viejo y no muy bueno, pero viene al caso. ¡°?Cu¨¢ntas veces has estado en Nueva York?¡±, le pregunta un amigo a otro. ¡°No recuerdo bien: una o ninguna¡±. A Pancho Varona, m¨ªtico lugarteniente de Joaqu¨ªn Sabina, le sucede algo muy parecido con esto de los conciertos a la hora del aperitivo. ?l, que acumula unos cuantos trienios encaram¨¢ndose a los escenarios de medio mundo, se estruja las meninges y dictamina: ¡°Sospecho que alguno habr¨¦ dado a estas horas, pero no sabr¨ªa decir¡­¡±.

As¨ª de singulares eran ayer las circunstancias en el Nuevo Teatro Alcal¨¢ con motivo del primer concierto, el de Iv¨¢n Ferreiro, de estos nuevos Matinales de EL PA?S. Casi nadie pod¨ªa encontrar antecedentes en su periplo mel¨®mano, pero unos y otros se mostraban encantados con la iniciativa. Empezando por el propio Varona, rara avis en el colectivo de m¨²sicos: ¡°Soy de los que madruga por placer y me atrae la idea de salir a tiempo para tomar un verm¨²¡±. Si finalmente se lo tom¨®, fue un trago algo tard¨ªo: Iv¨¢n y su hermano Amaro, guitarrista zurdo y habilidoso, agradecieron el esfuerzo de los madrugadores con un generoso concierto de 105 minutos. En total, dos docenas largas de t¨ªtulos en el repertorio y un par de invitados sorpresa, Mar¨ª Perarnau (Mucho) y Leiva, sobre cuya presencia casi nadie estaba alertado en la platea.

M¨¢s informaci¨®n

Ambiente de fiesta en el Teatro Nuevo ?lcala

As¨ª ha sido el primer #MatinalesELPA?S con Iv¨¢n Ferreiro

Las entradas para el Alcal¨¢ hab¨ªan volado en 72 horas y la excitaci¨®n era un estado de ¨¢nimo compartido entre el patio de butacas y los tres anfiteatros, con el p¨²blico levant¨¢ndose de sus asientos y coreando los estribillos m¨¢s memorables del vigu¨¦s (C¨®mo conoc¨ª a vuestra madre, Extrema pobreza, Mi furia paranoica). Pancho por ahora no imagina a Sabina deshojando sus versos de pasi¨®n y derrota con el sol ense?ore¨¢ndose en las alturas, pero Ferreiro se dijo ¡°encantado¡± como oficiante de matin¨¦s. M¨¢s apasionado que locuaz en esta ocasi¨®n, el autor de Alien vs. Predator se mostr¨® igual de volc¨¢nico que si el reloj enfilara las horas golfas: con esa voz a menudo quebrada, a veces nasal y ocasionalmente en falsete que le convierte en un int¨¦rprete singular e inconfundible.

Muchos de los chavales y chavalas que canturreaban el repertorio de Ferreiro ya le hab¨ªan disfrutado en sesiones m¨¢s tard¨ªas, pero la experiencia era un goce novedoso para esa recua de cr¨ªos de cinco o seis a?os que debutaban como oyentes en un recital de pop. ¡°A las diez de la noche no nos los podr¨ªamos llevar de concierto, claro¡±, certificaba con gesto elocuente uno de los orgullosos pap¨¢s. Otros consultaban en el m¨®vil las siguientes citas de Los Matinales, por ver qu¨¦ tal les encajar¨ªan en la agenda: Furius Monkeys House (Lara, 13 de febrero), Beatles for Kids (Pr¨ªncipe Gran V¨ªa, 28 de febrero) y Marlango (Nuevo Apolo, 20 de marzo). Y en los corrillos se dilucidaban preferencias para pr¨®ximas actuaciones, a modo de peticiones del lector. ¡°Por intensidad y universo po¨¦tico propio, escoger¨ªa a Nudozurdo¡±, dictaminaba el joven escritor Daniel de Vicente, que est¨¢ montando su primer cortometraje, Para¨ªso azul, sobre la adicci¨®n juvenil a la Viagra. No lleg¨® a especificar si se llevar¨ªa al concierto a los cuatro actores de su debut: ?lvaro Cervantes, Roberto ?lamo, Antonio Dechent y Francesc Colomer.

Ferreiro, que tambi¨¦n ejerce la cinefilia en sus canciones (El viaje de Chihiro, El dormil¨®n), sorprendi¨® a los m¨¢s fieles con temas muy pocos divulgados (Personalidad m¨²ltiple, Canci¨®n sin compasi¨®n, Dies irae) y predic¨® la generosidad tirando de versiones: Vidas cruzadas (Quique Gonz¨¢lez), Cr¨ªmenes perfectos y Me est¨¢s atrapando otra vez (Calamaro, ambas junto a Leiva). Insurrecci¨®n, de El ?ltimo de la Fila, sirvi¨® un d¨ªa m¨¢s como coda perfecta para Promesas que no valen nada, su t¨ªtulo m¨¢s emblem¨¢tico con Piratas. Aunque, en honor a la verdad, en los cr¨¦ditos deber¨ªan constar los 1.400 espectadores: ellos fueron las que la cantaron enterita, mientras el gallego acariciaba el teclado Korg y no pod¨ªa disimular la sonrisa.