Incendios
La celebraci¨®n del 40? aniversario de la banda de rock and roll m¨¢s legendaria de este pa¨ªs, los Burning, nos ha pillado un poco a por uvas
Pleno invierno y las terrazas siguen llenas de gente. A todo el mundo le parece fenomenal que estemos a 23 grados y, muy consecuentemente, salen a disfrutar del sol con los ni?os. Plet¨®ricos, posan con ellos ante las c¨¢maras y uno no sabe bien si esas sonrisas de oreja a oreja realmente ignoran o solo se est¨¢n pasando por la entrepierna la evidencia: este mismo sol ser¨¢, si nadie lo impide, el que termine de chamuscar su futuro.
El pasado 2015 ha sido el a?o m¨¢s c¨¢lido desde que en 1880 se comenzaran a registrar las temperaturas medias. El 90% de r¨¦cords pertenecen al a¨²n en pa?ales siglo XXI y, ante su inminente calcinaci¨®n, a los terr¨ªcolas no se les ocurre otra cosa que aplaudir. Por lo visto se trata, como muchos de los entrevistados coinciden en comentar, de ¡°un lujo que no se paga con dinero¡±.
Constatamos de esta triste manera que eso de que el estado del sector cultural es un fiel reflejo de la salud de un pa¨ªs no es ninguna exageraci¨®n. No es que las incongruencias de las que hacen gala los playeros del mes de enero y los defensores de la cultura gratuita parezcan calcadas. Es simplemente que dimanan de la misma ausencia de perspectiva. Sabemos que la crisis nos afecta a (casi) todos, pero en ning¨²n otro ¨¢mbito podemos tropezar con la flagrante paradoja de que sean sus propios promotores y usuarios quienes la alimentan. Con plena consciencia y felicit¨¢ndose, adem¨¢s, por ello. La luz se volver¨¢ contra s¨ª misma y arderemos todos a su paso.
As¨ª las cosas, parece que el achicharramiento global vendr¨¢ precedido por una suerte de horneado cultural que ya est¨¢ sufriendo, dada su cercan¨ªa con la mano que prende la lumbre, la m¨²sica popular
As¨ª las cosas, parece que el achicharramiento global vendr¨¢ precedido por una suerte de horneado cultural que ya est¨¢ sufriendo, dada su cercan¨ªa con la mano que prende la lumbre, la m¨²sica popular. Los s¨ªntomas de asfixia son ya m¨¢s que evidentes y son muy pocos los artistas noveles que se plantean seriamente la posibilidad de una carrera de largo recorrido.
No es extra?o, pues, que la celebraci¨®n del 40? aniversario de la banda de rock and roll m¨¢s legendaria de este pa¨ªs, los Burning, nos haya pillado un poco a por uvas. No todos nos acord¨¢bamos de ellos, pero segu¨ªan ah¨ª, trascendiendo su propia leyenda. Confiados a la l¨ªnea blanca de la carretera, ofreciendo incendiarios conciertos (¡°Los Burning no hacemos bolos¡±), escribiendo fant¨¢sticas canciones y manteniendo viva la llama de la mano del incombustible Johnny Cifuentes, un verdadero h¨¦roe para quien esto suscribe.
Su concierto de aniversario el 9 de mayo del a?o pasado en Madrid tuvo mucho de ¨²ltimo vals. El profundo respeto de los m¨²sicos que tuvimos el privilegio de ser invitados a interpretar con ellos las canciones de su soberbio repertorio, el m¨¢gico recuerdo de Pepe y de To?o sobrevolando el pabell¨®n (ambos eligieron un 9 de mayo para irse) y la desarmante entrega del p¨²blico madrile?o se conjuraron para regalarnos una noche maravillosa que, sin embargo, no dej¨® de destilar un regusto amargo. Porque all¨ª se respiraba el fin de una ¨¦poca, el ¨²ltimo aliento de una manera de entender la m¨²sica y la libertad. Una noche, ojal¨¢ me equivocara, del todo irrepetible.
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