Una historia de pasi¨®n

"Ten¨ªa los ojos grises, incoloros pero dominantes como la luz o el fuego (...). La mujer tambi¨¦n miraba a Therese (...). Luego la vio avanzar lentamente hacia el mostrador y el coraz¨®n le dio un vuelco recuperando el ritmo. Sinti¨® c¨®mo le ard¨ªa la cara mientras la mujer se acercaba m¨¢s y m¨¢s", escribi¨® Patricia Highsmith en Carol. La radiograf¨ªa de una excitaci¨®n f¨ªsica, quiz¨¢ tambi¨¦n mental, que se produce interiormente y lucha por salir al exterior. En apenas un p¨¢rrafo, como en tantas otras grandes novelas. No como en tantas otras: dos mujeres. En 1952 Highsmith logr¨® publicar Carol, una historia de amor prohibido. Tan prohibido que en el cine de los a?os cincuenta hubiera sido impensable su adaptaci¨®n. Llega ahora, en 2016, gracias al trabajo de Todd Haynes, empe?ado en reconstruir el cine de aquella d¨¦cada con la libertad de ¨¦sta.

Carol parece una pel¨ªcula filmada por Douglas Sirk: con su sensibilidad, su brillante barroquismo, su espectacular tratamiento de la luz, su sabor a melodrama. Pero Sirk a lo m¨¢ximo que pudo llegar, c¨®digo Hays de por medio, fue a narrar una historia de amor interclasista, un jardinero y una viuda rica, en S¨®lo el cielo lo sabe (1955). Haynes, que ya abord¨® esa reelaboraci¨®n en Lejos del cielo (2002), subiendo un escal¨®n en materia homosexual y relaci¨®n interracial, se acerca ahora a Highsmith, que escribi¨® su novela inspirada por un encuentro real con aquella se?ora de ojos grises sobre la que elucubr¨® en su m¨¢quina de escribir. Como los grandes narradores cinematogr¨¢ficos, Haynes y Phyllis Nagy, su guionista, no transcriben el libro: eliminan secundarios o los reducen a la m¨ªnima expresi¨®n; tambi¨¦n di¨¢logos; y construyen una pel¨ªcula m¨¢s conceptual, de miradas y sensaciones m¨¢s que de palabras o intrigas. Adem¨¢s, var¨ªan la estructura comenzando por una escena pr¨®logo que da paso a un largu¨ªsimo flashback, lo que potencia su dramatismo a lo Breve encuentro.

Haynes utiliza la puesta en escena para guiar emocionalmente al espectador sin que este se d¨¦ cuenta (esos planos de la magn¨ªfica Rooney Mara, como Blanchett, en el extremo izquierdo del encuadre, para mostrarlo a la deriva), y como ya hicieran Hitchcock y Powell en los cincuenta (el restaurante de V¨¦rtigo, en la memoria), aplican los dominantes colores rojo y verde en un mismo plano como elemento dram¨¢tico adem¨¢s de est¨¦tico: los jerseys de las protagonistas en la cafeter¨ªa. Carol es est¨¦tica, pero tambi¨¦n ¨¦tica. Es gran cine. Es amor y pasi¨®n. Es Sirk, redivivo y actualizado.