Misi¨®n: m¨¢s cultura y cero bombas
Convencido de que la miseria es el gran caldo de cultivo del yihadismo, el artista y escritor Mahi Binebine impulsa centros culturales para contrarrestar el fanatismo entre los j¨®venes
La novela m¨¢s fascinante no resiste una comparaci¨®n con la vida de Mahi Binebine (Marraquech, 1959), tal y como ¨¦l la cuenta a lo largo de m¨¢s de un d¨ªa de conversaciones tan serias como informales en Casablanca y su ciudad natal. Hijo de un fiel cortesano del rey Hassan II que abandon¨® a su madre y reneg¨® de su hermano Aziz ¡ªcondenado a 18 a?os de tortura y oscuridad en las mazmorras de Tazmamart por la intentona de golpe de Estado de 1971 contra el monarca represor¡ª, este artista y escritor, con obras en el Museo Guggenheim de Nueva York y libros publicados por las mejores editoriales, se ha pasado la vida procesando su existencia y buscando la belleza en la miseria humana. Hay salida para todos los personajes de sus pinturas, esculturas y novelas. Hay salida incluso cuando habla de los yihadistas suicidas que dejan regueros de sangre y miedo.
Binebine, casado y con tres hijas, ha publicado en Espa?a su exitosa novela Los caballos de Dios (Alfaguara), ficci¨®n inspirada en el atentado m¨²ltiple perpetrado simult¨¢neamente por 14 j¨®venes en 2003 en Casablanca en el que murieron 45 personas. Todos ten¨ªan algo en com¨²n. Hab¨ªan crecido en Sidi Moumen, una barriada olvidada por las instituciones y muy cotizada por las mafias religiosas que fabrican terroristas suicidas.
¡ªEn Marruecos no est¨¢bamos acostumbrados al terrorismo, este pa¨ªs no es violento. Quise ir a Sidi Moumen para entender qu¨¦ estaba pasando ¡ªdice el escritor¡ª. Cuando llegu¨¦, no me encontr¨¦ un barrio pobre, me encontr¨¦ una ciudad de 300.000 personas viviendo en condiciones terribles, sin electricidad, sin agua¡ Vi a unos chavales jugando al f¨²tbol en un vertedero y me pregunt¨¦ qu¨¦ puede llevar a cr¨ªos normales como ellos a convertirse en bombas humanas. Quise que fueran los protagonistas de la novela. Empec¨¦ a escribirla en 2004 y par¨¦ en 2006 porque estaba entendiendo demasiado bien por qu¨¦ se hicieron estallar.
¡ª?Tuvo miedo de que le acusaran de apolog¨ªa del terrorismo?
¡ªTuve miedo de acabar justificando lo injustificable. Me dije que si yo hubiese nacido all¨ª, sin ir al colegio, en una cloaca, sin horizonte ninguno, hubiera sido presa f¨¢cil de los creadores de sue?os. Porque esos ni?os no son monstruos como los pintan en las pel¨ªculas norteamericanas. Si hay un monstruo es el Estado que los deja abandonados, los monstruos son estas mafias religiosas a las que dejaron asentarse en los setenta en estos barrios cuando el enemigo no era el islamista sino el comunista y el socialista. Arabia Saud¨ª nos dio el dinero pero tambi¨¦n a los salafistas, y un d¨ªa nos encontramos con que est¨¢n en todas partes y que han hallado un caldo de cultivo en la miseria. Ahora m¨¢s que nunca necesitamos la cultura. Antes que el pan. La cultura es clave, la cultura me hizo a m¨ª.
Para entender la vehemencia con la que defiende este argumento hay que remontarse a los a?os sesenta, a la medina de Marraquech. Entonces, este artista dual no era m¨¢s que un ni?o que jugaba con los zapatos rotos en las pobres callejas del barrio. Y que al volver de la escuela se deten¨ªa a escuchar a los cuentacuentos de la plaza Jemaa El Fna, qui¨¦n sabe si para escapar de su realidad. Nacido en una familia humilde de siete hermanos, su padre, Mohamed, un erudito conocido como el buf¨®n del rey, los abandon¨® de ni?os tras un episodio que el escritor cree digno de una telenovela. Su madre no hab¨ªa tenido a¨²n a su cuarto hijo cuando se enter¨® de que su marido estaba tambi¨¦n casado con otra mujer con la que acabar¨ªa teniendo ocho v¨¢stagos. ¡°Resulta que muri¨® el padre de la primera esposa¡±, dice el escritor sin parar de re¨ªr, ¡°y de repente mi madre se encontr¨® con que hab¨ªa gente que pasaba por casa a darle el p¨¦same. ¡®?Pero qu¨¦ ocurre? ?Si mi padre muri¨® hace 20 a?os!¡±.
La madre de Binebine es esencial en la biograf¨ªa humana y art¨ªstica de este escritor, que solo en Francia ha vendido 30.000 copias de Los caballos de Dios, novela traducida a 15 idiomas, finalista del Premio Impac de Dubl¨ªn, y llevada al cine con gran ¨¦xito por Nabil Ayouch. Mina, esa mujer que partiendo de la nada se puso a estudiar Derecho a los 40 a?os y acab¨® trabajando en el Ministerio de Finanzas, no solo logr¨® sacarles de la medina, les dio tambi¨¦n una lecci¨®n: ¡°Puedes ser mejor a¨²n y vivir mejor¡±. Binebine todav¨ªa recuerda el d¨ªa en que ¨¦l le pidi¨® dinero para abrir un caf¨¦ y ella le contest¨®: ¡°?Dinero? Aqu¨ª lo tienes. Pero t¨² ver¨¢s. Yo te veo m¨¢s entrando en el caf¨¦ a que te sirvan que al rev¨¦s¡±.
Ha publicado en Espa?a Los caballos de Dios, ficci¨®n inspirada en el atentado que cost¨® la vida a 45 personas en 2003 en Casablanca
El artista, que pasa de la t¨²nica al vaquero con asombrosa normalidad, no abri¨® el caf¨¦ en Marraquech pero sirve lo que se tercie en el sal¨®n de su casa-museo plagada de pinturas y esculturas suyas que expresan la congoja por el sufrimiento de su hermano durante su brutal encierro y plantean una reflexi¨®n global sobre la represi¨®n y la libertad. Hay tambi¨¦n obras de otros artistas con los que ha vuelto a la tradici¨®n del trueque, pr¨¢ctica que no limita al ¨¢mbito pict¨®rico. Cambia hasta sus codiciadas obras por buen vino franc¨¦s y espa?ol que nunca falta sobre el mantel. Generoso y hospitalario, este musulm¨¢n con cinco empleados en casa, que recibe ante un ¨¢rbol de Navidad y sienta a su mesa a cenar a gais en una naci¨®n en la que la homosexualidad est¨¢ castigada con la c¨¢rcel, brinda una acogida fuera de lo com¨²n y cuenta su vida con una entrega inusitada.
¡ª?Qu¨¦ fue antes, la pintura o la escritura?
¡ªFue todo al mismo tiempo.
Todo comenz¨® en Par¨ªs en los setenta, esa ciudad que ha sufrido al embate del terrorismo del que habla Binebine en la novela, que ha registrado lo que el escritor considera nefasto para el pa¨ªs y tambi¨¦n para tender puentes a esos m¨¢rgenes que son cuna del yihadismo: el importante avance en votos del Frente Nacional.
¡ªEs una cat¨¢strofe y solo est¨¢ empezando. La pol¨ªtica actual es tan est¨²pida¡ Los socialistas hablan de quitar la nacionalidad a los franceses vinculados al terrorismo. ?Eso significa que se creen que no son franceses! Pero es normal. En Par¨ªs, igual que en otras capitales de Europa, abandonaron en los barrios perif¨¦ricos a los inmigrantes y 30 o 40 a?os despu¨¦s han despertado. Lo que se han encontrado son franceses o espa?oles que se sienten excluidos y que no tienen ning¨²n v¨ªnculo con las ciudades en las que viven. Son personas f¨¢cilmente manipulables y est¨¢n en las grandes capitales. Todo el mundo est¨¢ amenazado.
El caso es que Binebine se fue a Par¨ªs en esos a?os de cuestionables pol¨ªticas migratorias para hacer algo que no le interesaba. ?l quer¨ªa ser artista, pero era muy bueno en matem¨¢ticas as¨ª que ¡ªcosas de su madre¡ª acab¨® haciendo la carrera. Trabaj¨® despu¨¦s ocho a?os de profesor y tuvo la fortuna de conocer al dramaturgo espa?ol Agust¨ªn G¨®mez Arcos, exiliado por el r¨¦gimen de Franco, que le introdujo en los c¨ªrculos culturales. Y result¨® as¨ª que en la ciudad de las banlieues, el inmigrante Binebine cenaba con fot¨®grafos, artistas y periodistas que arreglaban el mundo cada noche en el restaurante portugu¨¦s Chez Albert. Fue precisamente G¨®mez Arcos quien, tras un intercambio epistolar, le dijo: ¡°Escribes muy bien. Deber¨ªas escribir un libro¡±.
¡ªEmpec¨¦ a pensar en ello y escrib¨ª mi primera novela, El sue?o del esclavo. Agust¨ªn ley¨® la primera p¨¢gina y me dijo: ¡°Ma?ana empezamos a trabajar¡±. ?La reescribi¨® frase a frase! ?Entera! La llev¨® a Ediciones Stock y la aceptaron. Se vendieron 8.000 copias y se tradujo a tres idiomas. Ten¨ªa que escribir un segundo libro.
Esa obra se titul¨® Los funerales de la leche y est¨¢ dedicada a su madre, que muri¨® de c¨¢ncer a los 67 a?os, muy poco despu¨¦s de confirmar que su hijo Aziz era uno de los cuatro supervivientes de Tazmamart. Ese fue el regalo que recibi¨® antes de ?exhalar el ¨²ltimo suspiro y de entregar ella misma a Mahi un obsequio vital al dejarle el camino expedito para entregarse a su vocaci¨®n. Binebine inici¨® entonces, con Amia, hoy su esposa, una nueva vida como artista en Nueva York. Su hermano peque?o, un aspirante a comediante que se hab¨ªa hecho rico al desviarse de su camino hasta convertirse en inversor, le dio la cobertura econ¨®mica. Las figuras de sus cuadros de cera y pigmentos conquistaron a un par de galeristas, pero su proyecci¨®n no lleg¨® hasta que el Guggenheim le compr¨® una pintura.
¡°Esos chavales no son monstruos. Los monstruos son el Estado, que los abandona, y las mafias religiosas¡±
¡ªFue cuesti¨®n de contactos, no de talento. Entonces no estaba preparado. Me hice amigo de una historiadora del arte a la que le gustaba mi trabajo y ella asesoraba a Barbara Jonas, que dona cada a?o unos 20 millones de d¨®lares al Guggenheim. Le ense?¨® mi cat¨¢logo, le gust¨®, me compr¨® obras y habl¨® de m¨ª al museo.
¡ª?Mientras tanto segu¨ªa escribiendo?
¡ªS¨ª, en paralelo fui escribiendo La sombra del poeta, La patera, Polen, Las historias de Marrakech¡ Compatibilizo literatura y pintura cada d¨ªa. Escribo de 8.00 a 12.00 y por la tarde pinto en mi estudio en la residencia de artistas de Mohamed Mourabiti.
Las puertas de este espacio, que beca a creadores de todo el mundo, est¨¢n abiertas. Nadie vigila las obras, ni siquiera las de Binebine, que nacen en este complejo ¡ªexplica el artista¡ª para lucir despu¨¦s en museos como el Pompidou de Par¨ªs o las dependencias del rey Mohamed VI.
¡ªCon la pintura no veo el final del d¨ªa. La pintura en m¨ª es natural, la escritura no. Con la literatura no hago m¨¢s que perder el tiempo con el diccionario buscando la palabra exacta. No escribo r¨¢pido, tardo cuatro horas en escribir media p¨¢gina. No creo en esa gente que habla de la p¨¢gina en blanco, siempre hay trabajo que hacer. Para empezar, corregir lo que hiciste ayer, porque al corregir te vienen m¨¢s ideas.
¡ª?Qu¨¦ libro tiene ahora en la cabeza?
¡ªUno sobre mi padre, El buf¨®n, que muri¨® con 94 a?os. Uno de mis medio hermanos, que es amigo m¨ªo, estaba fascinado con ¨¦l y, durante 25 a?os, cada vez que iba de vacaciones a Marruecos y mi padre com¨ªa en su casa pon¨ªa la c¨¢mara y le grababa hablando sobre sus d¨ªas con el rey Hassan II. Me dio el material y me dijo: ¡°Eres el ¨²nico que puede hacer algo con esto¡±.
Su hermanastro fue c¨®nsul en Par¨ªs, ciudad a la que Binebine regres¨® en 1999 con su familia cuando sinti¨® que en Nueva York se estaba acomodando en exceso. Entonces ya eran cuatro porque hab¨ªan nacido sus dos hijas mayores. La aventura de este hombre que quiere aprender espa?ol solo para entender a Chavela Vargas y Mar¨ªa Dolores Pradera dur¨® tres a?os.
¡ªCuando vi que Le Pen se presentaba a las elecciones en el pa¨ªs de los derechos humanos, que el Frente Nacional ten¨ªa el 20% de apoyos, decid¨ª volver a Marruecos. Le dije a mi esposa: ¡°Vay¨¢monos, tambi¨¦n hay extremistas en Marruecos, pero al menos son los nuestros¡¡±. Hassan II hab¨ªa muerto y se estaba abriendo el pa¨ªs.
Los atentados de Casablanca le sorprendieron as¨ª reci¨¦n llegado. Le dejaron estupefacto y con necesidad de comprender.
¡ªTrabaj¨¦ con asociaciones locales que luchan contra ese proceso de radicalizaci¨®n y captaci¨®n de los ni?os y descubr¨ª que se tarda solo dos a?os en construir bombas humanas. Comienzan por traer a los ni?os que est¨¢n en los basureros, los limpian, los visten, les devuelven la dignidad, les buscan un trabajo y empiezan a ense?arles una lectura manipulada del Cor¨¢n. Les hablan de un boicot americano-sionista para hacer desaparecer los valores tradicionales. Les ense?an v¨ªdeos de chechenos y palestinos kamikazes y les prometen el para¨ªso.
¡ª?Tan fr¨¢gil es el ser humano?
¡ªLo es. Y no se puede hacer nada contra alguien que quiere morir.
¡ªEl narrador de su historia es uno de los terroristas, que cuenta su historia ya muerto. ?Por qu¨¦ lo plante¨® as¨ª?
¡ªNo quer¨ªa mostrar a estos chicos como monstruos, necesitaba que se les amase. El chico est¨¢ muerto desde la primera p¨¢gina y tenemos miedo de que muera.
¡ª?Qu¨¦ hacer contra el yihadismo?
¡ªNecesitamos m¨¢s justicia. La injusticia juega en nuestra contra. Ahora parece que las cosas empiezan a moverse porque este terrorismo est¨¢ en Europa y en Am¨¦rica. Pero siguen haciendo negocio. Y lanzando bombas a la gente en Siria. Se necesitan m¨¢s justicia y cultura.
Binebine nunca ha sido un mero te¨®rico. Es ejecutor. Junto al cineasta Nabil Ayouch, abrieron hace dos a?os Les ?toiles du Sidi Moumen (t¨ªtulo original del libro), un centro cultural que trata de alejar con el cine, la danza, el teatro, la fotograf¨ªa, los idiomas o la m¨²sica a 400 ni?os, de 3 a 18 a?os, de la suciedad y la falta de horizontes en esta barriada a la que las instituciones han lavado la cara. Las salas est¨¢n vac¨ªas porque es temprano y los ni?os se dejan caer por all¨ª al salir de la escuela. Todas menos una, donde Yassine, de 12 a?os, ensaya al piano. ¡°Aqu¨ª he hecho amigos y he aprendido a leer m¨²sica¡±, dice tras cantar el himno del centro ante una emocionada audiencia citada para conocer un proyecto que quiz¨¢ ayuden a financiar. Entre ellos hay representantes del BNP-Paribas.
"La cultura puede cambiar la vida de las personas. La cultura, insiste, antes que el pan"
¡°Queremos descubrir talentos, estamos convencidos de que hay talentos dormidos por falta de recursos¡±, les explica el cineasta. ¡°Y queremos demostrar al mundo que Sidi Moumen no es una f¨¢brica de kamikazes. Queremos que estos chavales exploten en el buen sentido de la palabra¡±. La pareja de artistas ¡ªque ya tiene financiaci¨®n para abrir otros tres centros en barriadas de Essaouira, Ouarzazate y previsiblemente en Fez y sue?a con exportar esta aventura a otros pa¨ªses de ?frica¡ª decidi¨® que los chavales deb¨ªan pagar una cantidad simb¨®lica ¡ªcuatro euros¡ª para que interiorizaran que tener acceso al centro ¡°es importante¡±. A los que no la tienen, se les busca un padrino.
¡ª?Qu¨¦ ha cambiado en el barrio desde que se abri¨® el centro?
¡ªSe est¨¢n creando lazos con la ciudad, se traen y se llevan espect¨¢culos en colaboraci¨®n por ejemplo con el Instituto Goethe y probablemente ahora con el Cervantes. Esos chicos j¨®venes que antes sol¨ªan ir al local con las mafias religiosas tienen hoy una alternativa. Porque esas mafias est¨¢n todav¨ªa y van contra nosotros.
¡ª?Han tenido alg¨²n problema?
¡ªCuando proyectamos aqu¨ª la censurada pel¨ªcula de Nabil sobre la prostituci¨®n en Marraquech, Much loved, 200 islamistas se plantaron delante del centro exigiendo que ¨¦l saliera. Hubo madres que les hicieron frente, les gritaron, cogieron a sus hijos de la mano y entraron. Para nosotros fue una victoria.
Binebine ha escrito sobre yihadismo, sobre esclavitud, sobre inmigraci¨®n¡
¡ªNo puedo hacer literatura placentera, son temas que me preocupan ¡ªconfiesa¡ª. Tuve una vida pobre cuando era ni?o. Se lo suelo decir a los chavales cuando vengo a Les ?toiles du Sidi Moumen: ¡°Ahora me veis en la televisi¨®n, en los peri¨®dicos, pero yo vengo del mismo sitio que vosotros¡±. Y no me creen. Pero yo no ser¨ªa el que soy si no llego a tener una madre fant¨¢stica que luch¨® por nosotros. La cultura puede cambiar la vida de las personas.
La cultura, insiste, antes que el pan. ?
Los caballos de Dios.?Mahi Binebine. Traducci¨®n de Mar¨ªa Teresa Gallego Urrutia y Amaya Garc¨ªa Gallego. Alfaguara. Madrid, 2015. 160 p¨¢ginas. 17,90 euros.
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