?Es la cultura la nueva suegra?
Este invierno son dos los anuncios que ponen como ejemplo la cultura como sin¨®nimo de aburrimiento
Resulta doloroso asumir que la suegra sea un personaje negativo para el imaginario general. Llama la atenci¨®n la cantidad de chistes que hay sobre las suegras y c¨®mo todos asumimos que la relaci¨®n con la suegra tiene que ser mala. La suegra es lo inc¨®modo de la familia. No hay equivalente en ning¨²n otro personaje de la familia. Ni en ning¨²n otro punto de vista que no sea el masculino. Quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa podr¨ªamos plantearnos si ese estigma podr¨ªamos borrarlo del espejo dom¨¦stico.
El t¨®pico de la suegra, que vive en todos los chistes orales, salt¨® con insistencia a la publicidad y todos los inviernos vemos un personaje que prefiere no tomarse un antigripal para evitar ir a ver a la suegra.
Pero la suegra est¨¢ de enhorabuena, la cultura la est¨¢ sustituyendo. Este invierno son dos los anuncios que ponen como ejemplo la cultura como sin¨®nimo de aburrimiento, sin¨®nimo de la suegra. Dos anuncios que alguien deber¨ªa plantearse revisar porque en uno se cuestiona al cine y en otro, a la ¨®pera. Es decir, se plantean alternativas a lo que se alude como aburrimiento de ver una ¨®pera o una pel¨ªcula.
Estas descalificaciones, adem¨¢s de injustas, podr¨ªan llegar a generar confusi¨®n entre quienes a¨²n no han disfrutado de la pasi¨®n por una voz o por una secuencia, la admiraci¨®n por un di¨¢logo o por un silbido cinematogr¨¢fico. Privar a los m¨¢s j¨®venes de levantarse de la butaca siendo otros es, quiz¨¢, no haber podido disfrutar nunca del amor, del dolor, de la compasi¨®n, de la solidaridad, del deseo, de la alegr¨ªa, de tantas y tantas emociones que el arte nos regala para siempre. O, peor a¨²n, haber sentido todas las espinas de las emociones y querer robarle ese derecho a otras almas.
?Qui¨¦n podr¨ªa haber pensado algo as¨ª? Los creativos publicitarios son grandes profesionales, cuyo trabajo tiene mucha relaci¨®n con el arte, aunque tengan que simplificar, reducir, sacrificar, mutilar, buscando como fin la venta.
Hay grandes anuncios, cuyas sinton¨ªas permanecen en nuestra memoria, cuyas im¨¢genes quiz¨¢ recordemos, cuyos esl¨®ganes forman parte de las p¨¢ginas de los diarios de un ni?o. Hay muchos anuncios que viven del cine, de la m¨²sica, de la ¨®pera, de la danza, del circo, del arte. De ese arte que nace con vocaci¨®n de comunicarse para siempre, de llegar al coraz¨®n del otro, de ayudarle a encontrar donde mirarse. Es m¨¢s, muchos de sus realizadores son cineastas que no tienen trabajo en una industria cada d¨ªa m¨¢s reducida.
El cine y la ¨®pera, que sirven de ejemplo a estos dos anuncios que pueden escucharse estos d¨ªas en la radio, adem¨¢s de agrandarnos la visi¨®n del mundo, adem¨¢s de hacernos crecer para siempre, de ofrecernos un camino propio de desarrollo, adem¨¢s, no son temporales y perecederas, no tienen como ¨²nico fin el beneficio econ¨®mico, pero lo generan.
Es el momento de solicitar que estos anuncios cesen. Y tambi¨¦n, es obligado revisar la mirada sobre la suegra: los t¨®picos nunca son justos. Pero intentar poner de moda que el arte no es arte sino aburrimiento ser¨ªa intolerable en cualquier otro pa¨ªs porque cuestionar el arte es cuestionar lo mejor que tenemos. Resulta tan doloroso como levantarse una ma?ana con una suegra que se ha fugado de nuestra vida y echarla de menos.
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