Gon?alo Tavares: ¡°Ni siquiera tengo Facebook. El email ya es demasiado para m¨ª¡±
El escritor portugu¨¦s se esconde en su "b¨²nker, una habitaci¨®n del siglo XIX" para resistir en la era de Internet. Ahora publica 'Una ni?a est¨¢ perdida en el siglo XX'
Gon?alo M. Tavares es un autor de doble velocidad: se puede leer deprisa, a buen ritmo, y disfrutar de su escritura aparentemente sencilla con inmediatez. O se puede uno detener en frases, palabras y construcciones de las que activan las neuronas necesarias para saborear o asociar pensamientos que parec¨ªan (en el mejor de los casos) larvados.
Y debe de ser complicado avanzar como escritor con pulso firme, el ego prieto y la respiraci¨®n contenida cuando voces como Jos¨¦ Saramago, por ejemplo, han declarado demasiado pronto que un d¨ªa recibir¨¢s el premio Nobel. Pero Gon?alo M. Tavares (Luanda, 1970) parece haber logrado cerrar los ojos, taparse los o¨ªdos y encerrarse con tranquilidad en el b¨²nker en el que trabaja como en ¡°una habitaci¨®n del siglo XIX¡±, cuenta: un viejo estudio sin m¨®vil y sin Internet. ¡°Es mucho m¨¢s dif¨ªcil ser un gran lector y un gran escritor en el siglo XXI¡±.
De car¨¢cter reservado, pero siempre alegre y m¨¢s deseoso de preguntar que de responder, Tavares es un escritor peculiar, no solo por su estilo original y sorprendente sino tambi¨¦n porque enmarca sus libros en proyectos ambiciosos y de largo recorrido como quien forja una gran genealog¨ªa de troncos y ramas importantes: est¨¢ su serie El barrio, en la que va alojando a sus escritores favoritos y que Seix Barral ha reunido en un libro de igual nombre; El reino, en la que bucea en la naturaleza m¨¢s profunda del mal; su epopeya Viaje a la India, una odisea inteligente, divertida, rica y placenteramente densa sobre las andanzas de un tal Bloom; su serie Enciclopedia; y Canciones; hace poes¨ªa, ensayo, teatro, ense?a Cultura y Pensamiento Contempor¨¢neo en la Universidad de Lisboa y acumula premios importantes como el de mejor libro extranjero en Francia con Aprender a rezar en la era de la t¨¦cnica (Mondadori), una contundente novela sobre los mecanismos perversos del poder. Cada uno es diferente de los dem¨¢s, pero en todos ellos las palabras parecen suspendidas en tiempo y espacio, sin m¨¢s agarres, bisagras, marco o patas que su propia l¨®gica interior, su musicalidad, su aire de cuento o leyenda, de quien sabe manejar una materia vol¨¢til y s¨®lida a la vez.
Pronto publica en Espa?a Una ni?a est¨¢ perdida en el siglo XX, del que habla con Babelia en Cartagena de Indias durante el Hay Festival de Colombia.
¡°Intento respetar al lector. Los humanos somos seres mortales y los escritores solemos olvidarnos de ello. Si puedo decir algo en menos palabras intento decirlo en menos que en m¨¢s¡±, responde Tavares. El portugu¨¦s cita a su compatriota Antonio Viera, que tras dirigir una larga carta a un interlocutor a?adi¨®: ¡°disculpa que sea tan larga pero no tuve tiempo de hacerla m¨¢s corta¡±. As¨ª que Tavares suele escribir la ¡°materia bruta¡± con rapidez -¡°empiezo a diez por hora sin erratas y acabo tres horas despu¨¦s a cien por hora y con un texto machacado de erratas¡±-, despu¨¦s guardarlo y volver a ello solamente varios a?os despu¨¦s. Es la hora de quitar, pelar, corregir, resumir.
PREGUNTA. Hay un personaje en su novela que mide la inteligencia de las personas por su capacidad de disminuir el peso de las cosas materiales que acumulan. ?Usted tambi¨¦n?
RESPUESTA. El libro habla de ese microsegundo decisivo en el que te la juegas como si fueran los cien metros de sprint. Lo siento mucho en las cosas, si hay una urgencia en nuestra vida cotidiana, si tienes un peso y tienes que salir, si en un momento dudas entre llevarlo o no puede significar la vida o la muerte. Hay que entrenarse todos los d¨ªas para saber que lo esencial es tu cuerpo.
P. ?O la absenta! En El barrio (Seix Barral), uno de sus personajes acaba llegando a la conclusi¨®n de que en el bar ser¨¢ mejor renunciar a todas las conversaciones que intenta para quedarse con lo esencial: la bebida. Lo esencial es una constante para usted.
R. (R¨ªe) Cuando ten¨ªa tres a?os mont¨¦ con mis hermanos en un barco, se empez¨® a alejar de la orilla y en segundos hab¨ªa que decidir si tirarse a nadar o dejarse llevar hasta que logr¨¢ramos controlarlo. Recuerdo la angustia de la decisi¨®n porque cada uno dec¨ªa una cosa, el barco se alejaba y cada microsegundo la hip¨®tesis de nadar se hac¨ªa m¨¢s dif¨ªcil. En mi personaje de La ni?a... se habla mucho de c¨®mo no perder el microsegundo fatal en el momento decisivo.
P. Su estilo tambi¨¦n es esencial, parece que quita m¨¢s de lo que ha puesto.
R. Mi idea es que una frase es un espacio entre dos puntos y a la vez es una responsabilidad. Hay que ocupar ese espacio de forma responsable. Yo solo abro una frase si tengo algo que decir y si es as¨ª intento decirlo lo m¨¢s r¨¢pidamente posible y callarme. Si digo algo en 20 palabras y consigo dejarlas en 10, mejor. Si logras la misma idea en menos espacio la frase adquiere una potencia que permite la interpretaci¨®n, permite respetar al lector como persona inteligente, que imagina y construye su propio mundo. La lectura no consiste solo en leer un texto, sino en levantar la cabeza, ah¨ª empieza realmente buena parte de la creaci¨®n. Si el libro es muy exhaustivo, did¨¢ctico, explicativo, no queda nada para el lector. Pero si una frase tiene una intensidad que nos hace levantar la cabeza, empieza algo que te lleva a imaginar, a asociar. La potencia de la frase depende de concentrar lo esencial.
P. No le gustan los adjetivos.
"Buena parte de la creaci¨®n comienza cuando el lector se para, levanta la cabeza y empieza a imaginar, a asociar. La potencia de la frase depende de concentrar lo esencial"
R. Borges dec¨ªa que son para usar con parsimonia, y es que son un juicio de valor. No me gusta dar juicios de valor. Marius, por ejemplo, personaje de La ni?a... ?es bueno o malo? No lo s¨¦. Una persona puede vivir 80 a?os de bondad y tener un d¨ªa de maldad, matar a alguien.
P. Su padre era ingeniero y su madre matem¨¢tica y hay mucho de ello en su literatura.
R. Y parte loca tambi¨¦n, imaginativa. De sorpresa. De incertidumbre. Yo escribo sin saber lo que voy a escribir. En La ni?a... empec¨¦ con la idea de un hombre y una ni?a perdida sin saber nada m¨¢s, empiezo a veces con una palabra, de una forma alucinada, r¨¢pida, cuando hago la materia bruta, que no es nada matem¨¢tica. Luego intento tirar lo que no necesito.
P. En la forma s¨ª, pero el contenido tiene much¨ªsima l¨®gica, en cada escena hay un m¨¦todo. El barrio, por ejemplo, es muy matem¨¢tico.
R. El se?or Val¨¦ry (que forma parte de El barrio) fue un ejemplo de mezcla entre la filosof¨ªa y la matem¨¢tica. Jerusal¨¦n y Aprender a rezar... son distintos. Para m¨ª el orden interno es importante, c¨®mo mantener el orden interno en medio del caos. De mi padre, ingeniero, me marc¨® c¨®mo al construir casas pasaba varios meses excavando para fijar los cimientos, y me parec¨ªa absurdo, porque en lugar de levantar un edificio hacia arriba trabajaba hacia abajo, en sentido contrario al objetivo. Solo cuatro meses despu¨¦s llegaba al piso 0 y aquello empezaba a subir. Y es que primero hacen falta los cimientos.
P. ?Por qu¨¦ escribi¨® desde los 20 y solo decidi¨® publicar desde los 30? ?Inseguridad?
R. Al contrario, ten¨ªa la seguridad suficiente para decir: no, solo m¨¢s tarde. Se trataba de hacer los cimientos, fijar las ra¨ªces.
P. Uno de los personajes de Una ni?a..., el anticuario, contin¨²a una serie matem¨¢tica que ha heredado de su abuelo. ?Por qu¨¦?
R. ?l contin¨²a haya un terremoto, un atentado, una revoluci¨®n, ¨¦l sigue. El orden le sostiene, no cambia. La revoluci¨®n ha estallado pero los n¨²meros contin¨²an. Mi padre ha muerto o mi amor me ha dejado, pero los n¨²meros siguen. Es el valor de la continuidad, la constancia.
P. Sus personajes de Una ni?a... viajan por el siglo XX y se ven conectados con la revoluci¨®n. ?Cree en la revoluci¨®n?
R. Depende de qu¨¦ tipo. Me gustaban algunas utop¨ªas del siglo XX que pretend¨ªan cambiar la vida, pero no el hombre. Las revoluciones que pretenden cambiar el hombre, como el estalinismo, son peligrosas y disparatadas porque el hombre es un animal muy antiguo, podemos cambiar los artefactos t¨¦cnicos a su alrededor, pero el deseo, la violencia, la excitaci¨®n, el organismo, las bondades, el instinto, no. Una revoluci¨®n que quiere cambiar la vida es distinta: cambiar las relaciones, el dinero, lo material, los objetos. Muchas personas est¨¢n haciendo peque?as revoluciones.
Tavares escribi¨® una obra de teatro en la que el protagonista viv¨ªa en una planta 0 donde no hab¨ªa nada. Si quer¨ªa conseguir algo deb¨ªa subir una escalera de 70 grados: una para comer, otra para beber, otra para la televisi¨®n y as¨ª hasta un centenar de escaleras. Acab¨® utilizando tres o cuatro. ¡°La arquitectura le estaba diciendo: haz apenas lo esencial. En el siglo XXI las cosas son f¨¢ciles de hacer, pero esa facilidad puede ser peligrosa¡±.
P. ?Es la revoluci¨®n que defiende?
R. Podemos cambiar la vida si tenemos una especie de arquitectura filos¨®fica en nuestra cabeza. Yo tengo claro por ejemplo que tenemos que decir dos o tres s¨ªes y muchos noes. Esto es decisivo porque nos hemos transformado en seres humanos disponibles, seres humanos sin, siempre disponibles para hacer, recibir, responder a un est¨ªmulo, y siempre respondemos.Yo no tengo Facebook ni nada. Un mail ?y ya es un poco demasiado para m¨ª! Si est¨¢s siempre diciendo s¨ª a cualquier est¨ªmulo exterior est¨¢s poniendo todas las cosas al mismo nivel: la comida, el amor... lo conviertes todo en un paisaje plano y es peligroso. Puedes estar haciendo algo esencial y un minuto despu¨¦s estar contestando a un email muy perif¨¦rico.
P. Para eso hace falta una gran fortaleza.
R. Es mucho m¨¢s dif¨ªcil ser un gran lector y un gran escritor en el siglo XXI. Yo intento resistir. No tengo nada, solo un email con respuesta autom¨¢tica que dice: ¡°Pido disculpas pero en los pr¨®ximas semanas no podr¨¦ contestar¡± (r¨ªe). Es un sistema de defensa. Porque no s¨¦ c¨®mo es posible estar escribiendo y viendo Internet. Para m¨ª la creaci¨®n es como una burbuja y una noticia de la realidad es como un alfiler que termina explotando tu burbuja. En el siglo XXI la teconolog¨ªa acaba siempre pinchando y si no tienes un bunker... Kierkegaard dec¨ªa que quien no tiene un buen escondite, no tiene una buena vida. De eso se trata.
P. Usted escribe y despu¨¦s deja reposar las obras. ?Cu¨¢ndo escribi¨® Una ni?a...?
R. Yo escribo la materia bruta muy concentrado y luego lo olvido por completo. Tres o cuatro a?os despu¨¦s vuelvo al libro a cortar, limpiar, reescribir y ah¨ª me demoro mucho. La ni?a... fue hace cinco o seis a?os, para m¨ª es como un cazador y un animal, siento los libros como animales, como cosas org¨¢nicas que tienes que cerrar. Y ese sistema de vigilancia de mis escritos me permite no tener piedad de ellos.
P. ?Una ni?a perdida... no nos dice realmente que quienes estamos perdidos somos los dem¨¢s?
Es mucho m¨¢s dif¨ªcil ser un gran lector y un gran escritor en el siglo XXI. Yo intento resistir
R. Me gusta mucho esa interpretaci¨®n, es como si fueran los dem¨¢s los que no est¨¢n en su lugar, desasosegados, inquietos, mientras ella est¨¢ tranquila. La idea es que est¨¢n perdidos en el tiempo, en el siglo XX, en lugar de en el espacio.
P. En uno de los escenarios del libro, en el hotel, se pierden mientras buscan su habitaci¨®n llamada Auschwitz...
R. Cuando los protagonistas llegan al hotel, todo est¨¢ a oscuras y la ¨²nica luz es la que ilumina los nombres de las habitaciones con los nombres de los campos de exterminio. Est¨¢n perdidos y cuando tiempo despu¨¦s encuentran su habitaci¨®n tienen una sensaci¨®n de alegr¨ªa y alivio, para m¨ª es una imagen decisiva del libro. Cuando estamos en la oscuridad, la primera luz que surge si ha sido prolongada es una alegr¨ªa, parece una salvaci¨®n, y sin embargo era la luz terrible de Auschwitz. Cuando estamos a oscuras tenemos que tener tranquilidad cuando surge una luz porque la luz que parece salvadora puede ser perfectamente terrible y mucho de lo que ha ocurrido en el siglo XX tiene que ver con eso. Esa oscuridad puede ser el desempleo prolongado, la guerra, la pobreza. Es importante no permitir que se prolongue la oscuridad porque puede aparecer una luz que puede ser peor que ella.
P. ?Se siente representante de la literatura portuguesa o europea?
R. ?No soy representante de nada! (r¨ªe) Solo intento hacer mi camino. Mis Canciones mexicanas o El barrio son como un corderito y un lobo, y los escritores en general est¨¢n en un camino o en otro. Yo no me siento representante de ninguno.
P. ?Qu¨¦ significa El barrio, el barrio que ha creado para que habiten sus escritores favoritos?
R. Como no soy alcalde no puedo dar nombres de autores a las calles, pero s¨ª nombre a mis personajes. Son ficciones nada biogr¨¢ficas, aunque siempre tienen una conexi¨®n.
P. D¨ªgame: ?C¨®mo se puede vivir con tranquilidad si Saramago ha declarado que van a darle el Nobel?
R. Tengo una relaci¨®n muy tranquila con todo eso, porque lo exterior a la escritura no depende de m¨ª. A m¨ª me interesa la escritura y todo lo que pueda suceder de bueno y de menos bueno no es mi responsabilidad. Hay que mantener una distancia.
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