El escritor de los narcotraficantes
Andr¨¦s L¨®pez, milit¨® en el cartel de Cali, ahora es guionista y ha publicado su cuarta ¡®narconovela¡¯, esta vez sobre El Chapo Guzm¨¢n
Cuando Andr¨¦s L¨®pez L¨®pez (Cali, 1971) comenz¨® a frecuentar los laboratorios de droga del cartel de Cali ¡ªant¨ªtesis de Pablo Escobar¡ª, apenas ten¨ªa 15 a?os. Nunca hab¨ªa pasado hambre. Su familia, de clase media, cubr¨ªa todas las necesidades de un adolescente. Pero la rebeld¨ªa y la fama de m¨¢gicos ¡ªllamados as¨ª ¡°porque eran capaces de fabricar fortunas en un abrir y cerrar de ojos¡±¡ª que ten¨ªan los narcotraficantes colombianos en los ochenta lo llevaron por esa senda. No ser¨ªa hasta 15 a?os despu¨¦s que pondr¨ªa fin a la aventura. Tras ser uno de los l¨ªderes m¨¢s importantes del cartel del Norte del Valle, creado en 1993, se entreg¨® en 2001 a la justicia estadounidense. Hoy vive en Miami y es padre de dos hijos, a los que intenta controlar para que no se desv¨ªen. ?l no se escondi¨®. El pasado enero sac¨® su cuarto libro sobre narcotr¨¢fico. Esta vez El Chapo Guzm¨¢n es el protagonista.
Este exnarcotraficante, que cumpli¨® 20 meses en una prisi¨®n de EE UU gracias a su colaboraci¨®n con las autoridades (le correspond¨ªan 11 a?os por orden judicial), recuerda con amargura y en tercera persona el pasado. ¡°La c¨¢rcel para Andr¨¦s L¨®pez era necesaria. Fue una etapa de mi vida muy dura. Encerrado 24 horas en una celda comprendes que han acabado por completo con tu orgullo y te han humillado de todas las maneras que se pueden humillar a un ser humano. Saber que est¨¢s ah¨ª a las puertas del infierno precisamente porque eso es lo que has construido en tu pasado te hace reflexionar¡±, dice L¨®pez. ¡°Las c¨¢rceles de EE UU no son como las latinoamericanas¡±, apunta.
El que fuera conocido como Florecita en el mundo del narcotr¨¢fico de los ochenta y noventa confiesa que en su casa le falt¨® mano dura y que la inmadurez y el ¨¦xito popular de ser narco en la Colombia de aquella ¨¦poca hicieron el resto. El cartel del Norte del Valle, cuyo centro de operaciones se localiz¨® en el Valle del Cauca (suroeste de Colombia), surgi¨® de la escisi¨®n del cartel de Cali despu¨¦s de la muerte de Pablo Escobar. Pero antes de que la justicia cayera sobre Florecita, ¨¦l se acerc¨® a la justicia. Como una suerte de penitencia y habiendo visto reducida su condena por colaboraci¨®n, se decidi¨® a escribir El cartel de los sapos durante su estancia en prisi¨®n. En ¨¦l desvela los entresijos de la organizaci¨®n criminal en la que particip¨®, una de las m¨¢s relevantes de los noventa. Ese ser¨ªa el comienzo en el mundo de la literatura.
¡°Misi¨®n cumplida: lo tenemos¡±, se pod¨ªa leer el pasado 8 de enero en el twitter del presidente mexicano Enrique Pe?a Nieto. El Chapo hab¨ªa sido capturado en Los Mochis (Sinaloa), por tercera vez, tras su cinematogr¨¢fica huida en julio de 2015 a trav¨¦s de un t¨²nel bajo su celda. El libro Joaqu¨ªn El Chapo Guzm¨¢n: El var¨®n de la droga (Aguilar, 2016) ve¨ªa la luz en EE UU. ¡°El universo conspir¨® a mi favor¡±, asegura el escritor colombiano sobre la coincidencia.
L¨®pez, que comenz¨® a escribir la ¡°biograf¨ªa¡± del capo en 2012, tras el ¨¦xito de su primera novela y la posterior El se?or de los cielos, ha tenido que enfrentarse con el propio Guzm¨¢n y sus abogados. ¡°Me di a la tarea de buscarlo para tener su punto de vista. Logr¨¦ llegar a uno de sus hombres de confianza, pero sus palabras fueron una sentencia: ¡®Si usted saca ese libro, usted es un hombre muerto¡±, cuenta por tel¨¦fono desde Miami. ¡°Ten¨ªa dos opciones: esconderme y olvidarlo o continuar con todas las consecuencias. El miedo actu¨® como motor y segu¨ª para delante¡±, a?ade el escritor.
Exigencias de El Chapo
En 2014, volver¨ªa a tener que hablar con emisarios de El Chapo, tras entrar este en prisi¨®n. ¡°Empez¨® a buscarme por llamadas, WhatsApp, Instagram, Twitter, Facebook¡ de todas las formas que te puedas imaginar¡±, dice L¨®pez. Se reuni¨® en Miami con un abogado del capo, que asegur¨® llamarse ?scar, y se neg¨® a escribir por encargo la biograf¨ªa de Guzm¨¢n. ¡°Adem¨¢s, ten¨ªa el impedimento legal de tener un trato comercial con ¨¦l por ser ciudadano estadounidense¡±, apostilla, haciendo referencia a la llamada Lista Clinton contra narcotraficantes.
En un intento por mostrar el lado humano de la actividad delictiva de El Chapo, m¨¢s all¨¢ de ¡°informes de la Procuradur¨ªa o art¨ªculos period¨ªsticos¡±, L¨®pez rebusc¨® entre los m¨¢s allegados al capo. Agentes de la DEA (agencia antidrogas de EE UU por sus siglas en ingl¨¦s), familiares del narcotraficante y polic¨ªas implicados en las dos primeras capturas del capo le dieron los cimientos que necesitaba. El protagonismo de la biograf¨ªa novelada es compartido. Al narco se le une Jessica ¡ª¡°un seud¨®nimo para salvaguardar su identidad¡±¡ª, una agente de la DEA que Guzm¨¢n conoci¨® cuando eran ni?os. ¡°Me pareci¨® bastante atractivo contar esta historia desde la ¨®ptica de los dos lados: dos personajes que desde la infancia tomaron rumbos distintos en su vida¡±, reconoce.
Ahora, lejos de los laboratorios de la droga y las armas, su d¨ªa a d¨ªa es bastante agitado. Trabaja desde hace dos a?os en Univision, con la que estrenar¨¢ a finales de a?o una serie basada en la novela sobre El Chapo. Est¨¢ pendiente de sus dos hijos como, asegura, no lo hicieron con ¨¦l en su infancia: ¡°Vivo encima de ellos. Me falta poco para mirarles en los bolsillos cuando vuelven a casa¡±. L¨®pez, que avanza en ¡°tres o cuatro proyectos¡± al mismo tiempo, adem¨¢s es un amante del triatl¨®n. Se entrena 30 horas semanales, lo que trata de combinar, ¡°con sacrificio¡±, con el resto de sus jornadas.
De los tintes rom¨¢nticos que, afirma, ten¨ªa el narcotr¨¢fico en los ochenta, apenas quedan retazos. ¡°Uno como narcotraficante no se convierte en poderoso sin la bendici¨®n, la protecci¨®n y el apoyo de instituciones que suponen que est¨¢n para combatirte¡±, afirma ante la compleja situaci¨®n que vive Latinoam¨¦rica con el narcotr¨¢fico. L¨®pez tiene claro, o al menos as¨ª lo parece, que en los lugares donde no llegan los Estados, el trabajo de los buenos lo hacen los malos y el de los malos, los buenos. ¡°No acabas de comprender qui¨¦nes son cada uno¡±, apostilla, y defiende que ¡°los que nunca han recibido apoyo¡± ven a los grandes capos de la droga como ¡°algo parecido a ¨¢ngeles¡±. Grandes capos que frecuentemente llevan la muerte a aquellos que esperan su ayuda.
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