El infierno protector

En su autobiograf¨ªa Milagros de vida, J. G. Ballard sintetizaba sus a?os infantiles en el campo de prisioneros de Lunghua con una aparente paradoja: ¡°Puede que el campo de prisioneros (¡­) fuera una especie de c¨¢rcel, pero era una c¨¢rcel en la que yo encontr¨¦ la libertad¡±. Cuando, a?os m¨¢s tarde, el escritor, padre viudo de tres hijos, ten¨ªa que lidiar con las estrecheces de compartir un mismo ba?o entre cuatro personas en su domicilio de Shepperton, no dudaba en afirmar que esas incomodidades cotidianas le devolv¨ªan el reconfortante recuerdo de sus a?os de confinamiento. La habitaci¨®n, quinto largometraje del dublin¨¦s Lenny Abrahamson a partir de la novela de la irlandesa afincada en Canad¨¢ Emma Donoghue, tambi¨¦n parte de esa perturbadora tensi¨®n entre la seguridad del presidio y el desvalimiento de la libertad, sirvi¨¦ndose del punto de vista de un personaje nacido en un asfixiante universo.

Las primeras im¨¢genes de la pel¨ªcula dejan claro que el cineasta ha decidido respetar la voz narrativa empleada por Donoghue: la de Jack, un ni?o de cinco a?os que ha nacido en el cobertizo donde su madre llevaba dos a?os secuestrada por un esquivo y enigm¨¢tico captor, el Viejo Nick. Para ¨¦l, esa estrecha habitaci¨®n es el centro de un particular universo, cuya l¨®gica on¨ªrica su madre se ha preocupado en articular partiendo de su acentuado sentido de una educaci¨®n para la supervivencia. Una mentira protectora, en suma. El contexto es s¨®rdido, pero los espectadores de La habitaci¨®n no tienen otra v¨ªa de acceso a ¨¦l que la mirada limpia de este ni?o capaz de moverse por ese microcosmos con la energ¨ªa f¨ªsica y la desbordante imaginaci¨®n intr¨ªnsecas a su edad.

La habitaci¨®n se estructura en dos partes muy diferenciadas, cuya respiraci¨®n se corresponde a la transformaci¨®n del lenguaje corporal de Jack: radiante en su prisi¨®n, fr¨¢gil en el afuera. La labor de Brie Larson como la madre protectora es m¨¢s que notable, pero la pel¨ªcula es del joven Jacob Tremblay.