Wagner ecologista, en el Liceu
Robert Carsen y Josep Pons cierran un exitoso ¡®Anillo del Nibelungo¡¯ en el teatro barcelon¨¦s
Cuando Richard Wagner culmin¨® su Anillo del Nibelungo, no com¨ªa carne. Vest¨ªa s¨®lo con seda digna de no raspar su mesi¨¢nica e insoportable piel de genio megal¨®mano, se ba?aba en incienso y hab¨ªa cambiado los sue?os calentorros y lujuriosos de la ¨¦poca en que compon¨ªa Tannh?user por otros de grandeza endiosada. Seg¨²n su mujer en aquella ¨¦poca, Cosima Liszt, durante esos periodos de agitada dormidera, un d¨ªa Federico el Grande le llamaba para que acudiera a la corte con Voltaire; otro se levantaba con que hab¨ªa tocado pasajes de sus obras a un Beethoven entusiasmado por ellas o tambi¨¦n con Goethe confes¨¢ndole secretos en medio de largos paseos.
No se codeaba con simples mortales ni en pesadillas. Hab¨ªa arrasado en llamas toda la idea de una caduca civilizaci¨®n, untado con miserables pecados a sus dioses y profetizado el triunfo de una nueva era. ?Totalitaria? ?Liberalizadora? ?Irremediablemente apocal¨ªptica? Cualquier interrogante queda abierto en el vasto universo wagneriano y por eso, tanto el director de escena, Robert Carsen, como el musical, Josep Pons, se han inclinado por una visi¨®n radicalmente ecol¨®gica de la tetralog¨ªa que a partir de este domingo cierran en el Teatro del Liceu, con el estreno de la ¨²ltima parte: El ocaso de los dioses (G?tterd?mmerung).
Pons no se ha recuperado del efecto adictivo que contagia la m¨²sica de El anillo¡. ¡°Hay que preguntarse por qu¨¦ puede caer uno v¨ªctima del mismo. Yo creo que se debe a su genialidad y a su grandeza. Pero entran otras razones. El propio Wagner aseguraba que si alg¨²n d¨ªa se hiciera como ¨¦l lo imaginaba, lo prohibir¨ªan. Si la m¨²sica de Bach nos traslada cierta bondad o, la de Mozart, una belleza que, aunque adictiva tambi¨¦n, te deja libre, Wagner no. Es el reverso un tanto tenebroso de todo ello y, adem¨¢s, lo quiere todo de ti¡±, afirma el m¨²sico, despu¨¦s de presentarse a las 10 de la ma?ana, preparado para una intensa jornada en la que ensayar¨¢ con los cantantes y el coro para dedicar, antes de parar a comer, a la orquesta toda la tarde. Lo hace con una maleta de ruedas en las que guarda la partitura de El ocaso de los dioses: cinco horas de m¨²sica, enfermizamente absorbentes.
Te envuelve entero, te succiona en una marea de notas donde los cl¨ªmax se van sucediendo en un continuo juego de alucin¨®genas experiencias sonoras. Esa es una de las cualidades de su genio. M¨¢s all¨¢ de su insobornable exigencia, de su absoluta demanda de atenci¨®n perpetua, aporta la completa inmersi¨®n en la obra de arte total. Con esa ambici¨®n construy¨® la tetralog¨ªa a lo largo de 26 a?os ¡ªentre 1848 y 1874¡ª, antes de estrenarlas en su templo de Byreuth cerradas con su ciclo completo dos a?os despu¨¦s, en 1876.
Cuatro a?os han viajado Pons y Carsen juntos para desarrollar este Anillo..., recibido hasta hoy con ¨¦xito. Comenzaron con El oro del Ring hace tres temporadas, siguieron con La valquiria, Sigfrido y ahora culminan con El ocaso de los dioses. Si la obra de arte wagneriana es una de las piezas de alta cultura m¨¢s exigentes para cualquier tipo de p¨²blico, pocas creaciones han influido a su vez tanto en la cultura popular: de La guerra de las galaxias a El se?or de los anillos, el universo dominado desde Walhalla, con sus dioses tremendamente humanos, sus villanos insaciables, sus buenos salvajes f¨¢ciles de corromper y el poderoso magnetismo de sus mujeres, ha sido trasladado por el director de escena canadiense a una esfera post apocal¨ªptica y consciente de la barbarie ecol¨®gica para reivindicar, ante todo, la reinante fuerza de la naturaleza como uno de los ejes de la obra.
¡°Es la met¨¢fora perfecta para el principio, como la g¨¦nesis, y el fin del mundo¡±, asegura Carsen. ¡°Tiene poderosas resonancias con las tragedias del presente, en ese aspecto resulta muy prof¨¦tico¡±. Ah¨ª entra la cat¨¢strofe ecol¨®gica: ¡°Nuestra versi¨®n es apocal¨ªptica. Se desarrolla en un mundo donde escasea el agua y la humanidad, impulsada por su propia codicia vanidosa, ha destruido el medio ambiente¡±, a?ade.
En ese h¨¢bitat intentan ensanchar sus dominios los gigantes, al tiempo que los dioses, con Wotan al frente, se muestran incapaces de liderar el rumbo: ¡°Se sienten prisioneros en sus propios palacios, ven sus poderes limitados y comprenden lo grotesco de sus ambiciones¡±, ah¨ª reside una de las claves de la parte final y, por eso, el t¨ªtulo: El ocaso de los dioses.
?Pero Wagner propone soluciones radicales. Ninguna componenda: ¡°No es amigo de la regeneraci¨®n, sino de la destrucci¨®n para volver a construir sobre las ruinas con un mayor protagonismo del papel que deber¨ªan jugar en ese nuevo mundo las mujeres. Se rinde ante el eterno femenino, a la magia de dejar esa deseada civilizaci¨®n en sus manos¡±, asegura Carsen.
Teatro de reflexi¨®n frente al de acci¨®n de su admirado Shakespeare. ¡°Tanto en el sonido, como en la escena, construye, ante todo, un espacio de pensamiento¡±, a?ade Josep Pons. De hecho, una de las eternas seducciones que encierra El anillo reside en la polivalencia de sus significados. ¡°Cualquier interpretaci¨®n no queda en una visi¨®n parcial. Valen tanto para su ejecuci¨®n musical, como para la escena. Eso es para m¨ª la esencia de una obra genial: cuando puedes elegir caminos diferentes para abordarla sin ser infiel al original¡±, comenta Pons. ¡°Son icebergs que sin importar el nivel del agua, siguen flotando siempre por encima¡±.
Dos ausencias para el recuerdo en Walhalla
Cuando esta noche se abra el tel¨®n del Liceu, en el ¨¢nimo de quienes abordan la parte final de este Anillo del Nibelungo pesar¨¢ en gran parte el recuerdo de Oleg Bryjak y Maria Radner. Ambos fallecieron en el accidente de la compa?¨ªa Germanwings cuando regresaban desde Barcelona hasta Alemania, despu¨¦s haber participado en Sigfrido, la tercera parte de la tetralog¨ªa wagneriana en marzo de 2015, durante la pasada temporada.
Radner, que pereci¨® en el avi¨®n junto a su marido y su hijo, triunf¨® en su papel de Erda, mientras que Bryjak hubiese brillado tambi¨¦n en este ¨²ltimo cap¨ªtulo como Alberich, el personaje que hab¨ªa interpretado en el ciclo. Todas las funciones de El ocaso de los dioses estar¨¢n dedicadas a ambos cantantes, seg¨²n han anunciado los responsables del teatro.
Aun as¨ª, el reparto de este final lo lideran grandes figuras del wagnerianismo actual. Es el caso, entre otros, de Lance Ryan, que har¨¢ de Sigfrido, Oskar Hillebbrandt (Alberich), la gran Irene Theorin (Brunilda), Samuel Youn (Gunther) o el inmenso Hans Peter K?nig, como Hagen. M¨¢s all¨¢ de la legendaria presencia de este bajo wagneriano, experto en casi todos los grandes papeles para esa voz en las ¨®peras del alem¨¢n, tambi¨¦n destaca la sueca Theorin. Se trata de una de las hero¨ªnas de este repertorio m¨¢s reconocidas en los ¨²ltimos a?os. Capaz de bordar con su potencia de timbre y su depurada raza interpretativa a esta tr¨¢gica protagonista de El anillo, Irene Theorin ha resaltado en varias producciones como una de las Isoldas m¨¢s aclamadas del momento.
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