El fot¨®grafo etn¨®grafo
Una interesante retrospectiva reivindica en Galicia la obra de Jos¨¦ Su¨¢rez, artista que retrat¨® los ¡°tipos de la tierra¡± que encontraba en sus viajes
Resiste una mirada, una escena, sobre el paisaje. Despu¨¦s, otro paisaje y la misma mirada. Prosigue el lenguaje que acaricia y analiza, casi como un top¨®grafo, cada lugar mientras fotograf¨ªa la gravedad, lo cotidiano, el tiempo. El lugar de Jos¨¦ Su¨¢rez (Allariz, 1902-A Guarda, 1974) en la historia de la fotograf¨ªa espa?ola resulta ahora incuestionable. Retrat¨® una ¨¦poca, una composici¨®n transversal de su tiempo, a trav¨¦s de obras que se hilvanan argumentadas bajo lecturas que nacen ¨²nicas y se vuelven globales. Extravagante para sus conocidos, inconformista y solitario, se dedic¨®, parad¨®jicamente, a retratar hombres y mujeres, ¡°tipos de la tierra¡±, que encontraba en los viajes que realiz¨®, ensamblando el mundo y, sobre todo, sus habitantes en sinergias y concordancias po¨¦ticas.
Los comisarios de la exposici¨®n, Manuel Send¨®n y Xos¨¦ Luis Su¨¢rez Canal, inciden en una lectura de la obra que, como su biograf¨ªa, se comprende y relata a modo de expedici¨®n, de tr¨¢nsitos y destinos; un planteamiento secuencial de m¨¢s de 200 fotograf¨ªas, entre originales y positivadas para la ocasi¨®n, junto a materiales y documentos recuperados y recopilados del archivo familiar, que contribuyen a contextualizar cada una de las tres escalas vitales en las que se organiza el recorrido. La etapa desarrollada en el exilio, que tiene como protagonistas los ex¨®ticos escenarios de Am¨¦rica del Sur, Jap¨®n y Sud¨¢frica, act¨²a como puente entre las otras dos desarrolladas en Espa?a, definidas en los a?os treinta con los primeros retratos en Salamanca y los reportajes de Galicia, entre los cuales sobresale Mari?eiros, y el retorno definitivo en los a?os sesenta, siguiendo los pasos de otros exiliados, para retratar los s¨ªmbolos del pa¨ªs y sus territorios. Un itinerario que paulatinamente lo acerc¨® a la vida y al arte para luego alejarlo, decepcionado por el mundo del arte y contrariado con la vida.
Sus obras registran la irregularidad del momento, los estratos de un tiempo que se explica en blanco y negro mediante sugestivos planos y encuadres pr¨®ximos a las narrativas de la vanguardia. Son escenas que atraen y retienen. Algunas, las m¨¢s ic¨®nicas, silenciosas en la homogeneidad del montaje; es el caso del chiquillo con el barco Javiota, que dirige su mirada hacia la lejan¨ªa, m¨¢s heroico que pensativo, o del rotundo paisaje de molinos, que se piensa vulnerable a los ojos de extra?os, ambas pertenecientes a las series Mari?eiros y La Mancha, dos de sus trabajos m¨¢s notables. El resultado en esta pertinente retrospectiva, la m¨¢s completa e interesante de las que se han realizado hasta el momento, conviene leerla alejada de etiquetas que relacionen a Su¨¢rez exclusivamente con la fotograf¨ªa documental y el fotoperiodismo; quiz¨¢s lo m¨¢s acertado es observar el camino realizado, el cruce de tendencias y un lenguaje con direcciones de ida y vuelta que permiten al visitante identificar y resaltar las rupturas y transformaciones del autor y su fotograf¨ªa.
Jos¨¦ Su¨¢rez. Unos ojos vivos que piensan. Museo Centro Gai¨¢s de la Cidade da Cultura de Galicia. Santiago de Compostela. Hasta el 27 de marzo.
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