El sonido de la concordia
Las ciudades se definen por su fisonom¨ªa, poblaci¨®n y cultura, pero tambi¨¦n por el esp¨ªritu
Las ciudades se definen por su fisonom¨ªa, poblaci¨®n y cultura, pero tambi¨¦n por el esp¨ªritu. Y Berl¨ªn es espiritualmente la ciudad de la concordia. En 2009 recibi¨® el Pr¨ªncipe de Asturias precisamente en esa categor¨ªa, al cumplirse veinte a?os de la ca¨ªda de su doloroso Muro. Esa herida f¨ªsica y moral que durante casi tres d¨¦cadas escenific¨® el tel¨®n de acero, la divisi¨®n entre el Este y el Oeste que retrat¨® recientemente Steven Spielberg en la pel¨ªcula El puente de los esp¨ªas. Entre los eventos m¨¢s emotivos relacionados con su ca¨ªda, el 9 de noviembre de 1989, todav¨ªa se recuerda el improvisado concierto que dirigi¨® tres d¨ªas m¨¢s tarde Daniel Barenboim a la Filarm¨®nica de Berl¨ªn en la Philharmonie, una sala de conciertos en construcci¨®n cuando se erigi¨® el Muro y que qued¨® confinada en uno de los extremos del entonces Berl¨ªn Occidental. Barenboim acept¨® dirigir ese concierto a propuesta de la orquesta, pero puso dos condiciones innegociables: que no se cobrase y que los destinatarios del concierto fuesen los habitantes de Berl¨ªn Oriental. Fue un concierto gratuito un domingo por la ma?ana que represent¨®, una vez m¨¢s, la concordia de la ciudad alemana con sus dos sin¨®nimos m¨¢s bellos: la consonancia y la armon¨ªa. Son¨® la m¨²sica de Mozart, la obertura de Cos¨¬ fan tutte, y especialmente de Beethoven, su Concierto para piano n? 1, con Barenboim como solista y director, y la S¨¦ptima sinfon¨ªa. Llen¨® entonces la sala un p¨²blico variopinto y entusiasta que hab¨ªa recuperado a familiares, amigos y vecinos tras casi 29 a?os de dolorosa separaci¨®n.
La consonancia y armon¨ªa volvieron ayer por la tarde a representar esa concordia berlinesa en el mismo lugar que en 1989, la Philharmonie, y con id¨¦nticos protagonistas: Barenboim y la Filarm¨®nica de Berl¨ªn. E incluso m¨¢s. Esta vez se reunieron por primera vez las tres principales orquestas de la ciudad alemana, la Filarm¨®nica junto a la Staatskapelle, la orquesta de la ¨®pera estatal, y la del Konzerthaus, el principal edificio de conciertos del antiguo Berl¨ªn Oriental y hoy la segunda sala sinf¨®nica de la ciudad. Cada una con su respectivo titular al frente: Simon Rattle, Barenboim e Iv¨¢n Fischer. La ocasi¨®n lo merec¨ªa y la bienvenida se dio esta vez a los refugiados que con sus familias huyen de la guerra, el hambre y la persecuci¨®n que representan el conflicto sirio y el terrorismo yihadista, pero tambi¨¦n a los voluntarios que los han ayudado y acogido. Un emblema de esa Europa unida que represent¨® la ca¨ªda del Muro y que abre ahora sus puertas y sus corazones. Volvi¨® a sonar la m¨²sica cl¨¢sica de Mozart y Beethoven, a los que se uni¨® Prokofiev con el gui?o neocl¨¢sico de su Primera sinfon¨ªa. Se abri¨® con el Concierto para piano n? 20 del salzburgu¨¦s, con Barenboim nuevamente tocando y dirigiendo a la Staatskapelle, y se cerr¨® de nuevo con la S¨¦ptima sinfon¨ªa del compositor de Bonn con la Filarm¨®nica y Rattle, aunque reducida a dos movimientos: el popular Allegretto y el apote¨®sico Allegro con brio. Fischer se hizo cargo de Prokofiev con la orquesta del Konzerthaus, pero tambi¨¦n fue uno de los principales impulsores de este concierto.
El pasado 4 de septiembre dedic¨® la apertura de la temporada a los refugiados sirios y critic¨® duramente la pol¨ªtica de Hungr¨ªa, su propio pa¨ªs. Pronunci¨® entonces un bello discurso donde clam¨® por una Europa unida y tolerante que reciba a los refugiados de buen grado y con los brazos abiertos. Concluy¨® entonces recalcando: ¡°Que la m¨²sica represente ese empe?o¡±. Y as¨ª ha sido.
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