Julia Margaret Cameron, la retratista indomable
La fundaci¨®n Mapfre expone la obra de una de las grandes artistas de la fotograf¨ªa del siglo XIX
En diciembre de 1863, ya con 48 a?os, Julia Margaret Cameron (Calcuta, 1815-Ceil¨¢n, 1879) recibi¨® un regalo que transformar¨ªa para siempre la aburrida vida convencional que llevaba junto a su marido en Freshwater, un peque?o pueblo de la Isla de Wight. Era una aparatosa c¨¢mara de madera acompa?ada de una nota firmada por su hija en la que dec¨ªa: "Quiz¨¢ te divierta, madre. Intenta hacer fotograf¨ªas durante tu soledad en Freshwater". Inmediatamente, transform¨® la casa en funci¨®n de su nueva ocupaci¨®n. Convirti¨® la carbonera en el cuarto oscuro y el gallinero en su estudio y comenz¨® a hacer retratos. No hab¨ªa transcurrido un mes cuando consigui¨® lo que ella misma llam¨® su primer ¨¦xito: el retrato de una ni?a, Annie Philpot, hija del poeta William Benjamin Philpot. En ese trabajo estaba ya lo que ser¨ªa la esencia de su obra y lo que la convertir¨ªa en una de las m¨¢s importantes artistas de la fotograf¨ªa del siglo XIX: iluminaci¨®n intensa, enfoque indefinido y composiciones de primeros planos en los que, casi siempre, aparecen mujeres y ni?os que, en ocasiones, representaban personajes b¨ªblicos o literarios.
Mujer resuelta y segura de si misma, envi¨® sus primeros trabajos a Henry Cole, fundador y director del South Kensington Museum, el embri¨®n del actual Victoria & Albert, quien adquiri¨® y expuso las tempranas series realizadas por Cameron. Por esa raz¨®n, el museo londinense atesora su legado fotogr¨¢fico y el pasado a?o le dedic¨® una antol¨®gica de un centenar de obras que, hasta el 15 de mayo, se puede ver en la sede madrile?a de la Fundaci¨®n Mapfre.
Julia Margaret Cameron era hija de un oficial de la East India Company y de una arist¨®crata francesa. La cuarta de siete hermanas, desde peque?a destac¨® como la m¨¢s extravagante y sociable de todas ellas. Aunque naci¨® en Ceil¨¢n (hoy Sri Lanka) se educ¨® en Francia y volvi¨® a India en 1834. Durante un viaje a Sud¨¢frica conoci¨® a Charles Hay Cameron, pol¨ªtico y due?o de enormes plantaciones de caf¨¦ en Ceil¨¢n, 20 a?os mayor que ella. Se casaron en Calcuta y, dentro de aquella sociedad colonial, se convirti¨® en la gran anfitriona y animadora social, aunque en 1860 la pareja volvi¨® a Inglaterra por motivos familiares, una estancia de 15 a?os en la que el matrimonio tuvo seis hijos. En 1875, retornaron a sus plantaciones y ella sigui¨® haciendo fotos hasta el final de su vida.
La exposici¨®n de Mapfre, comisariada por Marta Weiss, conservadora de Fotograf¨ªa del Victoria & Albert, est¨¢ articulada a trav¨¦s de cinco secciones. Las cuatro primeras est¨¢n centradas en la evoluci¨®n de la artista: Del primer ¨¦xito al South Kensington Museum, Electrizar y sorprender, Fortuna adem¨¢s de fama y Sus errores eran sus ¨¦xitos. La quinta secci¨®n contextualiza la obra de Cameron y la enmarca entre la producci¨®n art¨ªstica de otros fot¨®grafos contempor¨¢neos. Junto a un collage de sus retratos m¨¢s ir¨®nicos puede leerse una frase que resume su filosof¨ªa creativa: "Aspiro a ennoblecer la fotograf¨ªa, a darle el tenor y los usos propios de las Bellas Artes, combinando lo real y lo ideal, sin que la devoci¨®n por la poes¨ªa y la belleza sacrifique en nada la verdad".
Los trabajos de sus primeros a?os son Retratos, en los que usaba como modelos a personas de su entorno: sirvientes, vecinos de las fincas pr¨®ximas, sus hijos y amigos y personajes conocidos del panorama cultural y art¨ªstico de la Inglaterra victoriana, como Alfred Tennyson, Charles Darwin, William Michael Rossetti o Julia Jackson (la madre de Virginia Woolf). Aqu¨ª se incluye su serie de? las Madonnas, composiciones de tem¨¢tica cristiana con un fin moralizador e instructivo, siguiendo sus creencias religiosas, y las Fantas¨ªas con efecto pict¨®rico, inspirada en la pintura renacentista y en temas del medievo y cuyo resultado son fotos muy pr¨®ximas est¨¦ticamente a la pintura de su ¨¦poca.
No todo fueron aplausos en su carrera. Al menos en sus comienzos. El efecto de desenfoque, alabado por muchos como una innovaci¨®n, el raspado de los negativos o la impresi¨®n sobre negativos rotos o da?ados, fueron considerados por los m¨¢s cr¨ªticos como la prueba de que era una dama aficionada que no dominaba los secretos del oficio. Ella rechaz¨® siempre las observaciones negativas y asegur¨® en los textos con los que sol¨ªa acompa?ar sus fotograf¨ªas que ning¨²n resultado era ajeno a sus intenciones. Quer¨ªa electrizar y sorprender al mundo y le gustaba jugar con varias interpretaciones. Una de las m¨¢s bellas obras de la exposici¨®n, La estrella doble (1864), es un buen ejemplo. En ella se ve a dos hermanas abrazadas que parecen flotar. La imagen tiene un efecto acuoso conseguido con las ralladuras, volutas y burbujas producidas por el ba?o irregular del negativo. Se cree que Cameron busc¨® ese efecto para aludir a las investigaciones astron¨®micas sobre las estrellas dobles. Sin embargo, tambi¨¦n podr¨ªan representar a Cristo y San Juan Bautista.
La sucesi¨®n de im¨¢genes muestra ni?os retratados con ternura y mucha poes¨ªa. Solos o acompa?ados, conmueven la mirada del espectador e incluso sorprende la inocencia con la que aparecen abrazados o bes¨¢ndose, con gran delicadeza, un tipo de imagen que actualmente ser¨ªa considerada pol¨ªticamente incorrecta por una sociedad a¨²n m¨¢s puritana en muchas cosas que la de la ¨¦poca victoriana.
Al final del recorrido, en el apartado dedicado a los fot¨®grafos contempor¨¢neos de Julia Margaret Cameron, se encuentra una de las joyas de la exposici¨®n: el retrato de una ni?a que mira desafiante tumbada en un sof¨¢, firmado por Charles Lutwidge Dodgson, m¨¢s conocido como Lewis Carroll, el autor de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas, que visit¨® a Cameron en 1864 en la isla de Wight.
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