?Dios contra la ciencia? ?La ciencia contra Dios?
El nuevo ate¨ªsmo trata de arrinconar a las religiones en nombre de la raz¨®n. Otras voces buscan conciliar fe y conocimiento
En otros tiempos estas diferencias se ventilaban en tribunales inquisitoriales y, a menudo, en la hoguera. Cuatro siglos despu¨¦s de que Galileo tuviera que retractarse, todav¨ªa se producen encontronazos entre la ciencia y la religi¨®n. Es el caso de los distintos pleitos en torno a la ense?anza de la evoluci¨®n que han forzado los creacionistas (o su evoluci¨®n, valga la iron¨ªa, como defensores del ¡°dise?o inteligente¡±) en los tribunales de EE?UU en pleno siglo XXI. Eso s¨ª, a diferencia de los tiempos de Galileo, ahora la justicia tiende a ponerse del lado de la ciencia, en este caso, de Darwin.
La batalla se libra tambi¨¦n en los estantes de las librer¨ªas, donde nuevos ensayos y algunas biograf¨ªas traen munici¨®n para ambos bandos. El detonante es lo que se ha venido en llamar nuevo ate¨ªsmo, aunque sus promotores no creen que hagan nada muy distinto que algunos pensadores de la Ilustraci¨®n: tratar la religi¨®n como una superstici¨®n enfrentada al conocimiento y el progreso. Entre 2004 y 2007, un grupo de intelectuales publicaron ensayos muy combativos que negaban a Dios en nombre de la ciencia y la raz¨®n. Eran los llamados cuatro jinetes: Richard Dawkins (El espejismo de Dios), Sam Harris (El fin de la fe), Dan Dennett (Romper el hechizo) y Christopher Hitchens (Dios no es bueno).
¡°Aunque en realidad no era demasiado nuevo, como etiqueta period¨ªstica el ¡®nuevo ate¨ªsmo¡¯ tiene su sitio, porque pienso que, en efecto, algo pas¨® en nuestra cultura¡± a partir de esos libros, recuerda Dawkins en su libro de memorias Una luz fugaz en la oscuridad, que edita en espa?ol Tusquets. ¡°?Acaso nuestros libros eran especialmente francos y desinhibidos? Puede que hubiera algo de eso¡±, se pregunta y responde el et¨®logo brit¨¢nico (Nairobi, 1941), experto en Darwin, profesor en Oxford y hoy el rostro m¨¢s conocido del movimiento esc¨¦ptico. Los factores para renovar el relato ateo estaban en el ambiente posterior al 11-S de 2001: por un lado, el discurso ¡°teocr¨¢tico¡± de George W. Bush (quien dec¨ªa que Dios le ped¨ªa invadir Irak) y el auge del fundamentalismo cristiano en EE?UU; por el otro, el desaf¨ªo del terrorismo islamista.
No pertenece a este grupo, pero podr¨ªa, el franc¨¦s Michel Onfray, quien en esos mismos a?os firm¨® el expl¨ªcito t¨ªtulo Tratado de ateolog¨ªa (Anagrama, 2005). Ahora Onfray publica Cosmos. Una ontolog¨ªa materialista (Paid¨®s). Su punto de partida no es la ciencia, sino la filosof¨ªa, pero el franc¨¦s defiende la idea de que ¡°la filosof¨ªa restablezca sus lazos con la tradici¨®n epic¨²rea del gusto por la ciencia¡±. La idea central: que las religiones monote¨ªstas construyeron ¡°una pantalla¡± entre el hombre y la naturaleza, rompiendo la armon¨ªa anterior. ¡°Antes los hombres ten¨ªan relaciones directas con el mundo. Los libros asfixian la vida y los seres vivos. Los hombres dejan de mirar el mundo y elevar la mirada para bajarla a libros m¨¢gicos¡±, escribe. La obra es una reivindicaci¨®n del paganismo, para el que el cosmos es un todo, y que ¡°no tiene necesidad de un dios ¨²nico, celoso y combativo¡±, frente a un cristianismo que ¡°nos priva del cosmos real y nos instala en un mundo de signos¡±. ¡°Los paganos buscaban lecciones de sabidur¨ªa en el cielo realmente existente. El cristianismo lo vac¨ªa de sus verdades¡±, es su rotundo dictamen. Onfray destaca que la ciencia nunca ha validado una sola de las hip¨®tesis del cristianismo: Newton formul¨® las leyes de la f¨ªsica como las m¨¢s poderosas; Cop¨¦rnico y Galileo sacaron a la Tierra del centro del universo; Darwin hizo del hombre un animal m¨¢s, otro producto de la evoluci¨®n. ¡°La ciencia digna de tal nombre socava la religi¨®n entendida como superstici¨®n, es decir, como creencia en falsos dioses. Los ¨²nicos dioses son materiales¡±, afirma.
El discurso ¡°teocr¨¢tico¡± de Bush, el auge del fundamentalismo y el islamismo dieron munici¨®n al ate¨ªsmo
En el nuevo siglo los nuevos ateos han encontrado un fil¨®n editorial. Pero el bando contrario no se calla. El m¨¢s tenaz resistente proviene, como Dawkins, de la Universidad de Oxford: es el biof¨ªsico y te¨®logo Alister McGrath, que publica La ciencia desde la fe (Espasa). En ingl¨¦s su t¨ªtulo es menos obvio (Inventing the Universe), pero el mensaje es el mismo: no hay una contradicci¨®n inevitable entre lo religioso y lo cient¨ªfico, que son ¡°mapas complementarios¡± de la identidad humana. Que nadie espere del libro de McGrath, quien tambi¨¦n es pastor anglicano, m¨ªstica ni beater¨ªa alguna. El irland¨¦s replica al nuevo ate¨ªsmo desde la comprensi¨®n de la ciencia, que le permite manejarse con soltura en asuntos como la teor¨ªa de cuerdas, el bos¨®n de ?Higgs, la evoluci¨®n o el Big Bang. No trata de convencer de su fe: lo que sostiene es que la ciencia y la creencia no deben interferir entre s¨ª. Y se sit¨²a en una equidistancia cr¨ªtica entre el ¡°fundamentalismo religioso¡±, que niega la ciencia, y el ¡°imperialismo cient¨ªfico¡±, que niega la fe.
Lo m¨¢s pol¨¦mico del libro de Mc?Grath: que considera un ¡°mito¡± que religi¨®n y ciencia hayan estado en conflicto perpetuo. ¡°S¨ª, la religi¨®n y la ciencia pueden entrar en mutuo conflicto. Pero no tienen por qu¨¦ estar en guerra la una con la otra y generalmente no lo han estado¡±. Esa versi¨®n de la historia ¡°es una construcci¨®n social¡±, dice, impregnada de ideolog¨ªa. Y se est¨¢n ignorando, por ejemplo, los ¡°or¨ªgenes religiosos de la revoluci¨®n cient¨ªfica¡± del Renacimiento. El autor explica c¨®mo los grandes pensadores cristianos ¡ªAgust¨ªn de Hipona o Tom¨¢s de Aquino¡ª apoyaron el conocimiento de la naturaleza por las ¨²nicas v¨ªas de la raz¨®n.
Una luz fugaz en la oscuridad, de Richard Dawkins. Traducci¨®n de Ambrosio Garc¨ªa Leal. Tusquets, 2016. 440 p¨¢ginas. 23 euros
La ciencia desde la fe, de Alister McGrath. Traducci¨®n de Albino Santos Mosquera. Espasa, 2016. 328 p¨¢ginas. 19 euros
El autor dice respetar el ate¨ªsmo ¡ªelogia, por ejemplo, la ¡°humildad¡± intelectual de Carl Sagan, otro conocido agn¨®stico¡ª, pero advierte contra la arrogancia de los militantes contra la religi¨®n. Por ejemplo, descalifica la idea de Stephen Hawking (en El gran dise?o) de que Dios no es necesario para explicar el universo, en lo que ve un ¡°manifiesto autocomplaciente de imperialismo cient¨ªfico¡±. A Dawkins le acusa de escribir, en obras como El gen ego¨ªsta, ¡°una pontificaci¨®n metaf¨ªsica, no un an¨¢lisis cient¨ªfico¡±; de Hitchens dice que ¡°es un propagandista, no un estudioso¡±. Porque ese ¡°cienticismo¡± es dogm¨¢tico, sectario.
Una r¨¦plica esc¨¦ptica a este argumento puede encontrarse en Historia m¨ªnima del cosmos (Turner), del f¨ªsico y divulgador Manuel Toharia. En la l¨ªnea de Carl Sagan, Toharia trata de hacer accesible a todos el avance cient¨ªfico, pero en su ensayo abunda en la denuncia del oscurantismo como freno al conocimiento a lo largo de la historia. Toharia mira la Edad Media como un periodo de represi¨®n del conocimiento. ¡°No se puede decir que hubiese progreso alguno de la ciencia durante todo ese largo periodo de m¨¢s de 10 siglos; al contrario, el rechazo por las autoridades eclesi¨¢sticas del conocimiento racional fue generalizado¡±, afirma. ¡°El esplendor grecorromano acab¨® sucumbiendo ante las creencias y conductas m¨¢s burdas, am¨¦n del omnipresente poder de la Iglesia y sus instituciones m¨¢s represivas¡±, escribe Toharia. ¡°El conocimiento del medio natural qued¨® en manos de la charlataner¨ªa popular y, sobre todo, de la cada vez m¨¢s poderosa religi¨®n cristiana¡±. Un ejemplo significativo: cuando en el siglo X lleg¨® a Espa?a el uso del n¨²mero cero en matem¨¢ticas, ¡°la Iglesia lo tild¨® de m¨¢gico y demoniaco¡±.
McGrath recuerda que los grandes pensadores cristianos apoyaban el estudio de la naturaleza a trav¨¦s de la raz¨®n
Los ate¨ªstas est¨¢n m¨¢s que bregados en la pol¨¦mica. En el segundo tomo de sus memorias, Richard Dawkins repasa una vida profesional marcada por dos causas: el darwinismo y el ate¨ªsmo. Y recuerda con nostalgia cuando acud¨ªa a congresos a debatir cuestiones cient¨ªficas con sus iguales. Desde la publicaci¨®n de El espejismo de Dios, cuenta, ¡°me he convertido en una celebridad menor en los c¨ªrculos secularistas, esc¨¦pticos y no creyentes que convocan la clase de encuentros a los que me invitan ahora¡±. A quienes le acusan de intolerante, replica. ¡°A¨²n hoy sigue habiendo confusi¨®n en torno al t¨¦rmino ¡®ateo¡¯, que para unos significa alguien que est¨¢ positivamente convencido de que no hay dios (¡) y para otros significa alguien que no encuentra ninguna raz¨®n para creer en un dios, y por lo tanto vive su vida sin tenerlo en cuenta. Probablemente muy pocos cient¨ªficos adoptar¨ªan la primera acepci¨®n, aunque podr¨ªan a?adir que el resquicio que dejan para un dios apenas es m¨¢s ancho que el que conceden a duendes o teteras en ¨®rbita o conejos de Pascua. (¡) Darwin estar¨ªa de acuerdo conmigo en que el peso de la prueba recae sobre el te¨ªsta¡±, escribe Dawkins. Y defiende su derecho al sarcasmo, al que recurre a menudo. Por ejemplo, en 2009 escribi¨® una s¨¢tira para la antolog¨ªa The Atheist¡¯s Guide to Christmas donde parodiaba el G¨¦nesis o los Evangelios. ¡°Espero no rebajarme nunca al insulto gratuito, pero s¨ª pienso que la ridiculizaci¨®n humor¨ªstica o sat¨ªrica puede ser un arma efectiva¡±.
No solo desde el terreno cient¨ªfico est¨¢ agitado el debate sobre la religi¨®n. Un ensayo cuando menos valiente es el del poeta sirio Adonis, seud¨®nimo de Ali Ahmad Said Esber. En Violencia e islam (Ariel), Adonis dialoga con Houria Abdelouahed sobre la necesidad de ¡°repensar los fundamentos¡± de la religi¨®n mahometana. Frente a otros pensadores (como Karen Armstrong, en Campos de sangre) que subrayan el car¨¢cter pac¨ªfico del aut¨¦ntico islam, Adonis afirma que la violencia ¡°es un fen¨®meno com¨²n a los tres monote¨ªsmos¡± y que est¨¢ presente en su forma m¨¢s extrema en el Cor¨¢n. El islam, dice, ¡°no es una religi¨®n de conocimiento, de investigaci¨®n, de cuestionamiento, de realizaci¨®n del individuo. Es una religi¨®n de poder¡±. A¨²n m¨¢s, niega que la gran cultura ¨¢rabe emane de la religi¨®n. ¡°Los m¨ªsticos y los fil¨®sofos utilizaron el islam como velo o como medio para escapar a las persecuciones¡±, afirma.
De Dios y Ciencia. La evoluci¨®n de Francisco J. Ayala, de Susana Pinar Garc¨ªa. Alianza, 2016. 432 p¨¢ginas. 14,99 euros
Cosmos. Una ontolog¨ªa materialista, de Michel Onfray. Traducci¨®n de Alcira Bixio. Paid¨®s, 2016. 496 p¨¢ginas. 28,50 euros
Historia m¨ªnima del Cosmos. Manuel Toharia Turner, 2015. 300 p¨¢ginas. 14,90 euros
Desde el lado de los te¨®logos cristianos, pero lejos de la ortodoxia, una aportaci¨®n interesante al debate sobre el ate¨ªsmo es Dios sin Dios. Una confrontaci¨®n (Fragmenta), del antrop¨®logo y te¨®logo Javier Melloni y el fil¨®sofo Jos¨¦ Cobo. Un di¨¢logo entre los dos pensadores, vinculados a los jesuitas, no en torno a Dios sino al ¡°silencio de Dios¡±, en las que brotan ideas sugerentes sobre transconfesionalidad, las fronteras entre creencia y agnosticismo, el porqu¨¦ del mal (Auschwitz, Ruanda) y c¨®mo interpretar hoy los mitos b¨ªblicos (incluido el de la virginidad de Mar¨ªa).
En este terreno, dif¨ªcil ser tan transgresor como Michel Onfray, quien asegura que Jes¨²s no existi¨® y que la religi¨®n que lleva su nombre es obra de Pablo primero y del emperador Constantino despu¨¦s. Cristo es ¡°el nombre de un collage¡±, la cristalizaci¨®n de viejos mitos, la ¡°ficci¨®n sublimada¡±, ¡°el nombre impuesto por Constantino y sus seguidores al sol invicto¡±.
?Le parece demasiado agresivo el nuevo ate¨ªsmo? Compare con esta obra del siglo XVIII: la editorial Laetoli edita El buen sentido. Ideas naturales contra ideas sobrenaturales, de Holbach, publicada de forma clandestina y bajo otro seud¨®nimo (Marc-Michel Rey) en 1772. Aunque su autor¨ªa es dudosa, se atribuye al ilustrado bar¨®n francoalem¨¢n Paul Heinrich Dietrich, colaborador de la Enciclopedia de Diderot. Que no anda con medias tintas: ¡°La teolog¨ªa es la ignorancia de las cosas naturales reducida a sistema¡±. Los hombres no son m¨¢s que ¡°ni?os grandes¡±, escribe Holbach, y conf¨ªan en un Dios ¡°que no existe m¨¢s que en su imaginaci¨®n, y que se ha dado a conocer ¨²nicamente por los estragos, disputas y locuras que ha causado sobre la Tierra¡±. Visto as¨ª, tampoco Dawkins es tan ¨¢cido. Ni los nuevos ateos son tan nuevos.
Un perito decisivo en el juicio a Darwin
El bi¨®logo Francisco J. Ayala, que fue sacerdote dominico antes de convertirse en uno de los mayores expertos mundiales en evoluci¨®n, ha repetido como perito en juicios a Darwin. Entre 1981 y 2010, los tribunales de EE UU tuvieron que resolver distintas demandas de sectores fundamentalistas para que en la ense?anza se explicara, en pie de igualdad con la evoluci¨®n mediante selecci¨®n natural, el creacionismo o su versi¨®n m¨¢s amable, el "dise?o inteligente", que requiere la intervenci¨®n de un ser superior (al que evitan referirse como dios). En el caso McLean contra Arkansas, en 1981 y 1982, se juzgaba la decisi¨®n de ese Estado de imponer en las escuelas ese "equilibrio". Ayala record¨® en su declaraci¨®n que tambi¨¦n Stalin obstruy¨® el estudio de la evoluci¨®n, con resultados catastr¨®ficos para la biolog¨ªa sovi¨¦tica. Y afirm¨® que el debate sobre si Dios est¨¢ detr¨¢s de la evoluci¨®n era absurdo porque "la existencia de Dios no pod¨ªa ser comprobada ni negada por la ciencia". Por entonces el cient¨ªfico y te¨®logo hab¨ªa dejado de considerarse cat¨®lico, aunque ha sido comprensivo con los creyentes, como explica la biograf¨ªa De Dios y ciencia, de Susana Pinar. El veredicto dej¨® claro que el creacionismo no es ciencia, sino religi¨®n, por lo que introducirlo en las escuelas viola la separaci¨®n Iglesia-Estado. Un intento similar, el caso del panda de Dover, sobre una escuela que introdujo el dise?o inteligente en su curr¨ªculo de biolog¨ªa, se resolvi¨® en 2005 con m¨¢s contundencia: declar¨® inconstitucional instruir en esa doctrina. Luego la Universidad de California fue demandada por "discriminaci¨®n religiosa", por no reconocer el temario creacionista de escuelas privadas cristianas. Ah¨ª Ayala fue m¨¢s provocador al afirmar que "si Dios hab¨ªa dise?ado el sistema reproductivo humano, era un aut¨¦ntico chapucero y el mayor abortista del universo". Otra derrota de los creacionistas.
No hay debate entre los cient¨ªficos, pero los enemigos de Darwin no se rinden. Manuel Bautista publica La paradoja de Darwin o el enigma del Homo sapiens (Guadalmaz¨¢n) con el prop¨®sito de se?alar las supuestas "inconsistencias" de la evoluci¨®n, que tacha de construcci¨®n ideol¨®gica. Casi al final, se ve venir, el libro se apunta al dise?o inteligente. Bautista es un ingeniero aeron¨¢utico con af¨¢n divulgador que ha ocupado cargos en la Administraci¨®n espa?ola. Dawkins no va a detenerse a replicarlo: ya vapule¨® sin piedad esas posturas en Evoluci¨®n. El mayor espect¨¢culo sobre la tierra (2009), y antes en El relojero ciego (1986). "Es una futilidad manifiesta pretender resolver el problema de la complejidad de la vida postulando la existencia de otra entidad compleja llamada Dios", escribe en Una luz fugaz en la oscuridad. "Cuanto m¨¢s abunda un creacionista en la improbabilidad estad¨ªstica, m¨¢s se dispara en el pie".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.