Tras el continente sumergido de ¡®La Celestina¡¯
Jos¨¦ Luis G¨®mez dirige e interpreta el cl¨¢sico en su primera colaboraci¨®n con la CNTC
¡°Oh sorpresa de m¨ª, cuando entro en La Celestina en profundidad y me encuentro con todo un continente sumergido¡±. Las palabras de Jos¨¦ Luis G¨®mez (Huelva, 1940) cambian de ritmo y de tono. Suenan m¨¢s bien a versos o patrones r¨ªtmicos, los mismos que ha aplicado a la prosa de la obra de Fernando de Rojas (1476-1541) en la versi¨®n que dirige e interpreta en su primera colaboraci¨®n con la Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico y que se estrena en el Teatro de la Comedia el 6 de abril. Antes, hoy 27 de marzo, se celebra el D¨ªa Mundial del Teatro. El acad¨¦mico y director del Teatro de La Abad¨ªa, testarudo incansable, ha rastreado la ¨¦poca, ha analizado los personajes y el lenguaje, ha buceado en las profundidades ocultas del manuscrito inicial de Rojas, un jud¨ªo converso en aquellos a?os de plomo y miedo dominado por el absolutismo confesional, y ha emergido con un cl¨¢sico de una analog¨ªa perfecta con nuestro tiempo, que se inscribe m¨¢s all¨¢ de una historia de amor desastrado, la de Calisto y Melibea, y que entra de lleno en el hondo drama del hombre en lucha con su destino. ¡°Es la obra m¨¢s inteligentemente corrosiva y negra de la literatura espa?ola de todos los tiempos¡±, dice.
¡°Templa la voz¡±, ¡°atento al ritmo¡±, ¡°el tono sostenido¡±, ¡°fluir pero no desdibujar¡±. Se van aclarando las sugerencias de G¨®mez a lo largo de una fatigosa y fruct¨ªfera ma?ana de ensayos. Se ha puesto la falda larga de vuelo y la blusa anaranjada y ha cogido un bolso grande y un pa?uelo para recogerse en el personaje de Celestina, cabellera rala, arrugas profundas, un ojo malo. Va del escenario ¡ª ¡°toda la calle vengo / tras vosotros por alcanzaros, / y jam¨¢s he podido / con mis luengas faldas¡±¡ª a la mesa de trabajo, susurrando y dudando. ¡°He encontrado todo aquello que Rojas, sagac¨ªsimo encubridor, jud¨ªo converso, escondi¨® pero que la filolog¨ªa y estudios posteriores han sacado a la luz. Celestina es una obra que surge en un contexto en el que se implanta el absolutismo confesional en Espa?a, que provoca la salida de 250.000 espa?oles, jud¨ªos, lo mejor y m¨¢s culto de la sociedad, valientes que se ven obligados a exiliarse, como siempre en nuestro pa¨ªs¡±, explica. En este ambiente oscuro, que semeja a una c¨¢rcel com¨²n y abierta para todos, Rojas escribe una primera versi¨®n de la obra en la que el encuentro amoroso entre Calisto y Melibea es solo uno. Es sobre este manuscrito inicial y no los posteriores que public¨® ¡ª ¡°sus amigos y lectores quer¨ªan m¨¢s aventuras y amores¡±¡ª sobre el que ha trabajado G¨®mez. Un texto que utiliza el artilugio de la tragicomedia y la reprensi¨®n moral a los amantes para ¡°gualdraparse como los caballos¡± y evitar las heridas de las cornadas ante la inevitable arremetida de la Inquisici¨®n.
Fue tras el proyecto de C¨®micos de la Lengua, desarrollado por la Real Academia Espa?ola, cuando el director y actor descubri¨® las dificultades verbales que ofrec¨ªa esa joya de la literatura espa?ola. ¡°Llevo a?os clamando que el nivel de alocuci¨®n generalizado en el teatro espa?ol est¨¢ por debajo de las exigencias de la propia literatura dram¨¢tica. El uso de la lengua en el teatro se limita muchas veces a pronunciar bien, a un hecho fon¨¦tico, y es verdad que se pronuncia correctamente, pero la alocuci¨®n esc¨¦nica es otra cosa. Tiene que ver con la capacidad de, en el fluir de la palabra hecha habla, elucidar sentido siempre, m¨¢s all¨¢ del sonido, y hacer posible que en las im¨¢genes de las que est¨¢n poblados muchos textos y, m¨¢s en Celestina, emerjan con facilidad para el p¨²blico¡±. G¨®mez se entusiasma con el esp¨ªritu de la palabra hablada, en esa constante labor investigadora que ha presidido su trabajo al frente de La Abad¨ªa, m¨¢s all¨¢ de programar y hacer espect¨¢culos. ¡°En la Academia insisto mucho en que la palabra escrita carece de algo que tiene la palabra hablada y es que es naturalmente emotiva. ?Por qu¨¦? Porque tiene soplo. ?Y qu¨¦ es soplo? Neuma. ?Y que es neuma? Esp¨ªritu¡±.
No le deja de sorprender La Celestina. Tras meses de estudio, G¨®mez descubre nuevas maravillas de un texto que combina grandeza literaria y habla de la calle, saber cl¨¢sico y refranes populares y que Rojas advirti¨® de que era para ¡°ser o¨ªdo¡±. Husmeando, el director de La Abad¨ªa empez¨® a darse cuenta de que los periodos de frase, a pesar de estar escrita la obra en prosa, son octos¨ªlabos, endecas¨ªlabos, alejandrinos a veces. Poes¨ªa en la calle. ?Qu¨¦ m¨¢s puede pedir alguien enamorado del habla? Alguien a quien se le han ido apareciendo, a trav¨¦s de un t¨²nel misterioso, todas las mujeres, las gitanas, las viejas de su tierra, las pescaderas, los acentos, los gestos, las manos... No se ha visto en la necesidad de copiar nada, todo le ha salido como un torrente de impresiones; de sopet¨®n, le lleg¨® todo lo que rodea a esta bruja alcahueta, brillante y mentirosa. ¡°M¨¢s que una mujer, Celestina es un ser andr¨®gino, una extraordinaria figura po¨¦tica, un conglomerado de sugerencias¡±, subraya quien interpreta por segunda vez en el teatro a un personaje femenino (la primera fue en Alemania, en sus a?os tempranos, con Madama Pace en Seis personajes en busca de autor, de Pirandello), y tambi¨¦n la segunda que dirige y protagoniza un montaje (el anterior fue La vida es sue?o, de Calder¨®n, en la que hac¨ªa de Segismundo). ¡°He procurado no hacer eso en mi vida profesional, porque me dedico m¨¢s a la direcci¨®n que a m¨ª como actor y esto puede amenazar a mi Celestina. No est¨¢ el horno para esos bollos porque s¨¦ que me van a medir con vara muy estricta¡±, a?ade, y se identifica, con esta seductora con la palabra, en la f¨¦rrea voluntad de no arrugarse, de aguantar, de esforzarse sin desmayo. La advertencia de su padre ¡ª ¡°nunca te arrugues¡±¡ª la puso muchos a?os antes en palabras Celestina: ¡°Jam¨¢s el esfuerzo desoye la fortuna¡±.
Babelia
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