Pop para sobrevivir a la crisis de los 40
Luis Prado debuta sin Se?or Mostaza con ¡®Mis terrores favoritos¡¯, un disco sobre tragedias cotidianas
El joven Luis Prado creci¨® con la sospecha de que, en un mundo sobre el que ya se han vertido millones de canciones, la originalidad era un reto imposible a la hora de sentarse frente al papel pautado. Ahora resulta que sus piezas, aunque sea en c¨ªrculos restringidos, son reconocidas de manera instant¨¢nea por una creciente n¨®mina de admiradores. Algo tendr¨¢ que ver, o mucho, esa capacidad para mirar con ojos de sorpresa las realidades m¨¢s prosaicas. Al frente de Se?or Mostaza lleg¨® a glosar como ¡°m¨²sica celestial¡± el ¡°hilo musical del Mercadona¡±. Este mes ha tenido las santas narices de inaugurar Mis terrores favoritos, su primer ¨¢lbum con nombre propio, con un tema de t¨ªtulo inequ¨ªvoco: Estoy gordo. Dice que no pretende ser cronista generacional, pero m¨¢s de un oyente cuarent¨®n se sentir¨¢ retratado en el metabolismo traicionero, las devastaciones capilares, las pieles cuarteadas y dem¨¢s tragedias biol¨®gicas que describe, con ingenio soberano, este alicantino de 1972.
¡°Yo soy part¨ªcipe del terror al declive¡±, admite Prado desde su estudio en Valencia. ¡°No estoy gordo, pero tengo lo m¨ªo. Y reconozco que me jode el paso del tiempo. Anhelas los subidones de cuando escuchabas cosas nuevas a los veinte. Ahora, lejos de aquello, todo el mundo no para de morirse¡¡±. La de Luis es la recurrente historia del mel¨®mano fervoroso en los ochenta que ¡°quemaba¡± las casetes de 90 minutos (dos elep¨¦s, uno por cara) escuch¨¢ndolas una vez tras otra. ¡°Ten¨ªas acceso a mucha menos m¨²sica, pero devorabas la que ca¨ªa entre tus manos. Ahora, delante de Spotify, no s¨¦ qu¨¦ pulsar y muchas veces me quedo en blanco. Y s¨ª, supongo que no tener intacta la capacidad de sorpresa produce cierta sensaci¨®n de nostalgia¡±.
Este ingrediente generacional que se resiste a asumir (¡°no tengo intenci¨®n expresa de ser portavoz¡±) encuentra otro reflejo en el hecho de que Mis terrores favoritos sea un disco ¡°m¨¢s o menos conceptual¡±, un concepto que a muchos oyentes veintea?eros les resultar¨¢ francamente ex¨®tico. ¡°De chavalines aprendimos rock y blues con Jesucristo Superstar, Tommy o Ziggy Stardust, aunque en este caso me inspir¨¦ m¨¢s en Arthur, el disco de los Kinks. Las canciones funcionan de manera independiente y no hay coros ni interludios, pero s¨ª un hilo conductor¡±. En este caso, las peque?as calamidades vitales de ?ngela y F., dos cuarentones (?claro!) a los que se les est¨¢ ¡°pasando el arroz¡± y que quiz¨¢ en sus a?os mozos podr¨ªan haber hecho buena pareja. O no.
Cerebros de alcanfor
Entre los argumentos tem¨¢ticos, adem¨¢s del sobrepeso, figuran el v¨¦rtigo de las salas de espera, los implantes de silicona desmedidos, la insoportable levedad de los ¡°cerebros de alcanfor¡± o esa versi¨®n cutre del s¨ªndrome de Estocolmo consistente en que nos caiga bien alguien a quien cre¨ªamos idiota. ¡°Siempre me gust¨® ese tono de tragicomedia¡±, razona el autor, ¡°utilizar el humor sin quedarte en el mero chiste¡±. Y todo ello salpimentado por su caracter¨ªstico universo s¨®nico, una deslumbrante amalgama en la que confluyen Ben Folds, Supertramp, Jellyfish¡ y los Beatles. Toneladas de Beatles. No en vano, ya con Se?or Mostaza se dio el gustazo de interpretar ¨ªntegro Revolver (1966) y grabarlo en un vinilo de edici¨®n limitada.
En este debut como solista ha optado por asumir todos los instrumentos (salvo los cameos vocales de Coque Malla, Miguel R¨ªos y Guille Milkyway), pero admite que la formaci¨®n pian¨ªstica contribuye a la singularidad de sus melod¨ªas y arreglos. ¡°Frente al teclado, colocas la mano y surgen acordes m¨¢s extra?os de los que suelen salir a la guitarra¡±, anota. Y abunda, divertido: ¡°Los dedos tienden a adoptar sobre el m¨¢stil las posturas que conoces como acordes. El piano permite un factor m¨¢s azaroso, de no saber bien ad¨®nde vas. Y a veces termino pensando: vaya, esta canci¨®n quiz¨¢ tenga demasiados acordes¡¡±.
Esa promiscuidad arm¨®nica aparece esta vez matizada en piezas m¨¢s sencillas, como Sala de espera o No s¨¦ que ves en m¨ª, en las que el levantino reconoce el ascendente de Eels. Pero, en ¨²ltimo extremo, Luis Prado sigue sonando inconfundiblemente a Luis Prado. ¡°Rocks off, de los Rolling Stones, me parece un tema buen¨ªsimo y no descubr¨ª hasta hace poco que solo tiene tres acordes. Me gustan las canciones simples, ?pero a m¨ª no me salen!¡±.
?Y Se?or Mostaza, a todo esto? ¡°Esto es un par¨¦ntesis, unas vacaciones. Me estaban surgiendo composiciones algo m¨¢s reposadas y oscurillas, de t¨ªo sentado al piano, y pens¨¦ en asumirlas en primera persona. Pero no es el fin de nada¡±. Las diferencias entre Mis terrores favoritos y las obras m¨¢s significativas de los Mostaza (Delitos y faltas, Somos poco pr¨¢cticos) son solo cuesti¨®n de matiz, ya avisamos. Pero Prado le ve al menos una ventaja a su situaci¨®n actual: ¡°Supongo que esta vez nadie me va a preguntar de d¨®nde viene el nombre¡¡±. Puro sentido del humor pradista.
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