D¨ªas enteros en el vientre del leviat¨¢n
Los que se perdieron el concierto de los Stones en La Habana pueden consolarse leyendo sobre Cuba
Me qued¨¦ en Madrid en Semana Santa y con pocas cosas que hacer, de modo que, como les pasa a tantos peque?oburgueses chejovianos enfermos de desgana, se abati¨® sobre m¨ª un aburrimiento mortal que solo sirvi¨® para hacerme a¨²n m¨¢s consciente del doloroso e ineluctable fluir del tiempo (tic-tac, tic-tac). Para conjurarlo, primero trat¨¦ de practicar el siempre socorrido arte de la bibliomancia, abriendo al azar la Biblia (en la traducci¨®n de Casiodoro de la Reina) para interrogar al destino; pero solo consegu¨ª agravar mi melancol¨ªa al comprobar que el pasaje que mi dedo se?alaba era la oraci¨®n que Jon¨¢s dirige a Jehov¨¢ al final de los tres d¨ªas en que permanece en el vientre de su leviat¨¢n (Jon¨¢s; 2: 1-10), y, la verdad, yo ya ten¨ªa bastante con estar encerrado en Madrid durante los tres d¨ªas santos esperando la Resurrecci¨®n (tambi¨¦n la m¨ªa). Luego, y con la esperanza de aliviar el tedio y la depresi¨®n, confieso que enhoramala recurr¨ª a dosis generosas de alcohol, y que esa decisi¨®n et¨ªlica tuvo la culpa de la pesadilla que ha cambiado para siempre mi vida, como les ocurre a ciertos personajes de Lovecraft enfrentados con las horrendas criaturas que susurran en la oscuridad. Del mismo modo que en la lamentable Misi¨®n imposible II (John Woo, 2000), que hab¨ªan puesto hac¨ªa poco por la tele, se mezclan en Sevilla procesiones, fallas y sanfermines, en mi inconsciente dips¨®mano se cocin¨® una buena empanada on¨ªrica referenciada a lo que hab¨ªa visto o le¨ªdo en las ¨²ltimas horas (incluyendo una revisi¨®n a fondo de Los mitos de Ctulhu, de H.P. Lovecraft en la estupenda edici¨®n que Rafael Llopis hizo para Alianza en 1969). En mi sue?o asist¨ªa a una multitudinaria procesi¨®n en el barrio de Triana, en una madrug¨¢ cargada de el¨¦ctrica emoci¨®n popular. Sin embargo, sobre el barroco paso coronado por un palio de malla bordada en oro, que se balanceaba r¨ªtmicamente sobre los pescuezos de invisibles costaleros, no viajaba la imagen de ninguna virgen conocida, sino una de la mism¨ªsima Rita Barber¨¢ en plan Urmutter o madre primordial jungiana, es decir, tal y como qued¨® representada en la venus de Willendorf (circa 25.000 a. JC). Un ejercito de 2000 nazarenos ataviados con batas azul cielo y capirotes adornados con la gaviota (o charr¨¢n) del PP, la acompa?aba en un ominoso silencio que, en un momento dado, rompi¨® una desgarradora saeta de cuatro versos octos¨ªlabos interpretada al un¨ªsono (otra incongruencia on¨ªrica) por la se?ora de Cospedal y el se?or Arenas desde sendos balcones contiguos; de su doliente letra s¨®lo pude captar la palabra "aforamiento", aunque quiz¨¢s lo que o¨ª fuera "procesamiento" o "yo no miento". Como suele ocurrirme, me despert¨¦ empapado en sudor y alcohol cuando se deslizaron con estr¨¦pito final, desde mi regazo al suelo, la botella vac¨ªa de Johnnie Walker y el oneroso tomo de libros prof¨¦ticos y sapienciales de la Biblia del Oso (Alfaguara) en el que hab¨ªa estado leyendo la historia de ese gafe de la mariner¨ªa que fue el bendito Jon¨¢s.
Catalu(ny/?)a
En los ¨²ltimos a?os la bibliograf¨ªa acerca de Catalu?a en las dos lenguas nativas m¨¢s habladas en Espa?a (afortunadamente mucha gente tambi¨¦n habla ingl¨¦s) ha crecido exponencialmente, aunque no todos los libros interesantes de ese sobrevenido y poblado subg¨¦nero de actualidad se han traducido de una a otra, una carencia tanto m¨¢s significativa cuanto que, en no pocos casos, las editoriales que los publican poseen sellos o colecciones en las dos. Aunque se est¨¦ produciendo un fen¨®meno de sobresaturaci¨®n del mercado, acompa?ado de cierto cansancio de los lectores hacia lo que Jos¨¦ Antonio Zarzalejos ha llamado "la grieta espa?ola" (en Ma?ana ser¨¢ tarde, Planeta), es preciso constatar que, en general, los t¨ªtulos de los publicistas o historiadores catalanes m¨¢s militantes o m¨¢s decididamente partidarios de la "desconexi¨®n" no han atra¨ªdo la atenci¨®n de los editores en castellano, al contrario de los que presentan, digamos, planteamientos m¨¢s templados. As¨ª, por ejemplo, Turner lleva ya dos o tres ediciones de la Historia m¨ªnima de Catalu?a, de Jordi Canal, que public¨® (2015) simult¨¢neamente en los dos idiomas. El ¨²ltimo recuento historiogr¨¢fico desde posiciones moderadas es Catalu?a en Espa?a, historia y mito (Gadir), un compacto y bien documentado volumen en el que Gabriel Tortella, Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Ruiz, Clara Eugenia N¨²?ez y Gloria Quiroga sintetizan la historia del antiguo principado desde la edad media hasta, pr¨¢cticamente, la resaca electoral del 27 de septiembre, procurando, en cada fase, deshacer algunos de los mitos victimistas o heroicos propagados por el adoctrinamiento "historiogr¨¢fico" del aparato medi¨¢tico nacionalista. Tortella y sus coautores no eluden ninguna de las aristas del conflicto: desde el an¨¢lisis de la ley electoral catalana (que prima el voto nacionalista de las comarcas agrarias o despobladas) a la cuantificaci¨®n de la "hipot¨¦tica" deuda hist¨®rica. Un libro riguroso y comprometido que, m¨¢s all¨¢ de lo urgente, examina y compara el recorrido hist¨®rico com¨²n, y no siempre apacible, de Catalu?a y Espa?a.
Cubana
Estaba dispuesto a cambiar una primera edici¨®n dedicada de El monarca del tiempo, la novela repudiada (y, luego, troceada) de Javier Mar¨ªas (Alfaguara, 1978), a cambio de un billete de avi¨®n para asistir al concierto de los Rolling en La Habana -un sonado fin de fiesta para la visita imperial a la isla-, pero todos a los que se la ofrec¨ª ya la ten¨ªan, de modo que me tuve que conformar con un par de imperfectos mojitos caseros, escuchar varias veces el asendereado vinilo de Sticky Fingers (1971) y leer la ¨²ltima edici¨®n de Cuba and the U.S. Empire (Monthly Review), de Jane Franklin (pr¨®logo de Noam Chomsky), uno de los libros m¨¢s documentados que se han escrito sobre las relaciones de la isla caribe?a con el poderoso vecino norte?o. Franklin se remonta a la ¨¦poca en que las dos naciones eran a¨²n colonias para trazar una historia de sus constantes desencuentros y tensiones pol¨ªticas y diplom¨¢ticas, especialmente a lo largo del siglo XX, desde la tremenda enmienda Platt (1901) que facultaba a los EE.UU a intervenir directamente en los asuntos internos cubanos, hasta la detenci¨®n de los "cinco de Miami" en 1998, pasando por la ¨¦poca del capitalismo gangsteril alentado por ese individuo todo ternura e integridad que fue Fulgencio Batista, el mismo que nos hizo el honor de elegir Marbella para entregar su alma al Creador (en 1973) tras exiliarse felizmente con los 100 milloncejos (de d¨®lares) que les birl¨® a los cubanos. Para aliviar la lectura del libro recurr¨ª al ¨¢lbum Cuaderno de Cuba (Malpaso), un estupendo "cuaderno de viaje" repleto de observaciones pintorescas y color local sobre ciudades y gentes, compuesto y dibujado por el ilustrador franc¨¦s (afincado en Barcelona) Lapin durante una larga estancia en la isla.
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