¡°El jazz es la m¨²sica del pasado, pero tambi¨¦n del futuro¡±
Marcus Miller, m¨ªtico bajista y productor presenta su nuevo disco, ¡®Afrodeezia¡¯, donde recorre la antigua ruta de los esclavos
Marcus Miller (Brooklyn, Nueva York, 1959) tiene una convicci¨®n: la m¨²sica es una de las pocas cosas que logran cambiar la vida. Cuando el legendario bajista de jazz y ryhthm and blues ten¨ªa ocho a?os, observ¨® las reacciones que el asesinato de Martin Luther King suscitaba en su pa¨ªs. Hubo revueltas violentas, aunque a Miller le impresionaran m¨¢s las pac¨ªficas. ¡°Me qued¨¦ con la imagen de miles de negros manifest¨¢ndose mientras cantaban We shall overcome. Ese d¨ªa entend¨ª que la m¨²sica era uno de los agentes de cambio social m¨¢s poderosos¡±, explicaba el lunes en Par¨ªs, donde acaba de llenar el Olympia durante dos noches seguidas, antes de desembarcar en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid el pr¨®ximo martes.
La gira le sirve para presentar en Europa su ¨²ltimo ¨¢lbum. Se titula Afrodeezia y se inspira en su experiencia como embajador del proyecto La Ruta del Esclavo de la UNESCO, pensada para evitar la ocultaci¨®n de la trata negrera y promover el entendimiento mutuo en las sociedades multiculturales de hoy. ¡°Quise grabar un disco que reflejara mis vivencias al frente de ese proyecto. Segu¨ª la misma ruta que siguieron los esclavos y colabor¨¦ con artistas de Mali, Senegal, Burkina Faso, Marruecos, Brasil, el Caribe o Luisiana¡±, explica Miller, quien decidi¨® someterse a un test gen¨¦tico para conocer la procedencia de sus ancestros (ven¨ªan de los actuales Costa de Marfil, Nigeria y Camer¨²n). ¡°Me afect¨® muy profundamente. Claro, ya sab¨ªa que todos los negros venimos del oeste de ?frica y no de Carolina del Sur, pero hasta entonces no lo entend¨ª del todo¡±, apunta. ¡°Con cada nueva generaci¨®n, la historia se diluye un poco m¨¢s. Yo aspiro a que los j¨®venes recuerden nuestra herencia, pero enfatizando lo positivo: hoy aquel esclavismo ya no existe¡±.
Miller no es el incorregible optimista que parecen reflejar sus palabras. Para el m¨²sico, el actual debate racial en Estados Unidos demuestra que la situaci¨®n ha mejorado bastante menos de lo que se cree. ¡°En los setenta, mi padre me ense?¨® una lecci¨®n: si te detiene la polic¨ªa, pon las manos sobre el coche y no las muevas. En los noventa, les transmit¨ª exactamente lo mismo a mis hijos¡±, confiesa. Sus amigos blancos lo encontraban ¡°rid¨ªculo¡± y lo acusaban de ¡°racismo invertido¡±. Tras el esc¨¢ndalo de Ferguson en 2014, cambiaron de opini¨®n. Tambi¨¦n el reciente debate sobre la ausencia de candidatos negros en los Oscar demuestra su d¨¦ficit de representaci¨®n y reconocimiento en la cultura popular. ¡°En la m¨²sica sucede lo mismo que en el cine. Cuando un blanco gana un Grammy en las categor¨ªas de R&B o de rap, vuelve a emerger el problema de siempre: los blancos prefieren el Hound Dog de Elvis Presley que el original de Big Mama Thornton. En el fondo, seguimos siendo una minor¨ªa que lucha por la igualdad de derechos y oportunidades¡±, a?ade.
En su extensa lista de colaboraciones figura la pr¨¢ctica totalidad de la m¨²sica de la ¨²ltima mitad de siglo, de Frank Sinatra a Jay Z, pasando por Dizzy Gillespie, Wayne Shorter, Elton John, Bryan Ferry, Chaka Khan, Mariah Carey o incluso Michael Jackson. De sus largos a?os como m¨²sico de estudio, Miller recuerda tres experiencias fundamentales. La primera fue grabar junto a Aretha Franklin a los 19 a?os: ¡°Era espectacular descubrir c¨®mo alcanzaba la cumbre con cada canci¨®n¡±. La segunda, conocer a Luther Vandross, con quien termin¨® registrando una veintena de ¨¢lbumes: ¡°Te llevaba de viaje con cada uno de sus temas¡±. Y la tercera, formar parte de la banda de Roberta Flack. ¡°Un d¨ªa lleg¨® y me dijo que me iba a despedir. Dijo que serv¨ªa para algo m¨¢s que acompa?ar a otros m¨²sicos, que me ve¨ªa produciendo y tocando con Miles Davis¡±, recuerda. Le pareci¨® una mentira piadosa. Hasta que, poco despu¨¦s, su augurio se convirti¨® en realidad: Miller compuso y produjo para Davis un ¨¢lbum m¨ªtico como Tutu en 1985, adem¨¢s de colaborar en seis discos m¨¢s.
Para su concierto madrile?o, Miller ha invitado a tres m¨²sicos locales: Josemi Carmona (Ketama), Pepe Bao (O¡¯funk¡¯illo) y Amir John-Haddad (Zoobazar). ¡°Cuando decides tocar un instrumento de cuerda, mejor que prestes atenci¨®n a la guitarra flamenca¡±, recomienda. Se define como un forofo de Paco de Luc¨ªa y Vicente Amigo, aunque su primer contacto con el flamenco se produjo de forma tard¨ªa, de la mano del propio Davis. Al mito del jazz le hab¨ªan encargado una banda sonora de reminiscencias flamencas para la pel¨ªcula Siesta, que dirigi¨® Mary Lambert, de moda en los ochenta por sus v¨ªdeos para Madonna. ¡°Miles me pidi¨® que le echara una mano, pero me encall¨¦. Me encerr¨® en una habitaci¨®n de su mansi¨®n de Malibu con decenas de cintas de flamenco cl¨¢sico hasta que sal¨ª con una melod¨ªa digna¡±, recuerda.
A finales de los setenta, Miller tambi¨¦n form¨® parte de la banda del programa c¨®mico Saturday Night Live durante dos temporadas, cuando coincidi¨® con c¨®micos ascendentes como Bill Murray, Steve Martin o Eddie Murphy. ¡°No s¨¦ c¨®mo ser¨¢ ahora, pero entonces era un lugar muy loco, con muchas drogas¡±, recuerda. Muchas veces los primeros ensayos de sus sketches eran m¨¢s divertidos que los del directo. ¡°Como productor, aprend¨ª que las primeras tomas suelen ser las mejores. Hay una magia en ellas que luego se pierde¡±, sostiene.
Acostumbrado a ser siempre el m¨¢s joven en cualquier banda, le cost¨® ceder el testigo a la siguiente generaci¨®n. ¡°Empiezo a hacerlo. En mi grupo hay chicos de 23 a 27 a?os, de los que aprendo mucho¡±, sostiene. Tambi¨¦n revela haber colaborado en el nuevo ¨¢lbum de Beyonc¨¦, que deber¨ªa publicarse este mes. ¡°Hab¨ªa grabado el bajo con otro m¨²sico, pero el resultado no le gustaba, as¨ª que decidi¨® llamarme. Me dijo que lo hab¨ªa clavado¡±, afirma con orgullo. ¡°Beyonc¨¦ tiene mucho m¨¢s control sobre su arte de lo que la gente suele creer. Es ella quien toma todas las decisiones¡±.
Cuando Miller escucha esa socorrida coletilla que reza que el jazz es una m¨²sica del pasado, responde con una sonrisa descre¨ªda. ¡°S¨ª lo es, pero tambi¨¦n del futuro. A lo largo de mi vida lo he o¨ªdo muchas veces, pero el jazz siempre ha terminado volviendo. Igual que en otros momentos se ha mezclado con guitarras el¨¦ctricas o con la tradici¨®n cubana, yo apuesto por fusionarla con la m¨²sica africana. ?frica fue el primer lugar y ser¨¢ el pr¨®ximo lugar¡±, sostiene. ¡°El jazz sale de 20 a?os de fuerte conservadurismo, que lo han hundido en un agujero muy profundo. Pero el jazz ya ha estado en otros agujeros y siempre ha logrado salir de ellos¡±, concluye.
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