¡®Melibeo soy¡¯, al pie de la letra
Jos¨¦ Luis G¨®mez hace una composici¨®n f¨ªsica sin amaneramientos de la Celestina, pero su puesta en escena es irregular
La Celestina
Autor: Fernando de Rojas. Adaptaci¨®n: Brenda Escobedo y Jos¨¦ Luis G¨®mez. Int¨¦rpretes: J. L. G¨®mez, Ra¨²l Prieto, Marta Belmonte, Jos¨¦ Luis Torrijo, Inma Nieto, Miguel Cubero, Nerea Moreno, Diana Bernedo, Chete Lera, Palmira Ferrer. Direcci¨®n: J. L. G¨®mez. Coproducci¨®n: Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico y Teatro de la Abad¨ªa. Madrid. Teatro de la Comedia, hasta el 8 de mayo.
Muchos actores celeb¨¦rrimos anhelan interpretar tambi¨¦n grandes papeles del otro sexo. Sarah Bernhardt protagoniz¨® un Hamlet (1899), en cuyo sencillo duelo a espada puede apreciarse en Youtube el magnetismo de la diva; Blanca Portillo fue recientemente un Segismundo inolvidable; Ismael Merlo, una Bernarda Alba hombruna, implacable¡ Muy al contrario, la Celestina de Jos¨¦ Luis G¨®mez es suave y zalamera, como si el actor de kabuki especialista en papeles femeninos encarnado por Lindsay Kemp en Onnagata se hubiera puesto las haldas de la vieja alcahueta.
La interpretaci¨®n de G¨®mez se apoya en una composici¨®n f¨ªsica sin amaneramientos, de tradici¨®n oriental (aunque por lo que se complace en ella evoca la mimesis de Kemp antes que la manera introspectiva en la que Kazuo ?no se transfiguraba en Antonia Merc¨¦, en Admirando a La Argentina) y en una caracterizaci¨®n pronunciada del habla de Celestina, que poco tiene que ver en este montaje con la de los personajes restantes. Mientras que el acento de estos es neutro y su pronunciaci¨®n de las consonantes, similar a la usual hoy en Madrid, la protagonista pronuncia la letra j como si fuera una h aspirada, tal y como aconseja un p¨ªcaro sevillano a don Pablos en La vida del Busc¨®n: ¡°Diga conmigo: mohar, habal¨ª y harro de vino¡±.
Tambi¨¦n llama la atenci¨®n la inconsistencia de un rasgo central de la prosodia de esta Celestina: a veces aspira la s final, o la pierde, y a veces no. Dice: hombre¡¯, en vez de ¡°hombres¡± y dehe¡¯ en lugar de ¡°dejes¡±, para acto seguido decir: ¡°letras, hijos, rodillas y burlas¡±, con todas sus eses. Dice tambi¨¦n ¡°reloj¡±, con su j bien pronunciada, y ¡°pasado¡±, con su d subrayada, en lugar de pas¨¢o, como ser¨ªa l¨®gico en este contexto, puesto que la p¨¦rdida de la d intervoc¨¢lica es un rasgo general del espa?ol vulgar de casi todas partes, especialmente en los participios terminados en ¨Cado, donde la d es plausible pensar que ya estaba debilitada o cuasi enmudecida en el siglo XV.
A Ra¨²l Prieto, actor cuyo rostro, apostura y tono evocan a Jos¨¦ Rubio y a Paco Rabal en los inicios de sus carreras respectivas, la edad de Calisto le queda algo lejos: parece m¨¢s un Hamlet enamorado, con el o¨ªdo musical algo extraviado y con m¨¢s br¨ªo que la Melibea de Marta Belmonte.
El espect¨¢culo, de buena factura, despierta un inter¨¦s inicial que se aminora con las escenas del conjuro y del conocimiento carnal entre Are¨²sa (brav¨ªsima Nerea Moreno) y Parmeno, que debiera ser una fiesta: aqu¨ª da la impresi¨®n de que quien palpa a la moza con m¨¢s gusto es Celestina y no el criado. Tampoco los proleg¨®menos y la consumaci¨®n del amor entre Calisto y Melibea respiran sensualidad ni verosimilitud. La ca¨ªda de una gasa desde el telar, para simbolizar la muerte de un personaje, es un destello del talento rector que G¨®mez ha mostrado tantas veces. En el estreno, los aplausos tiraron a tibios.
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