Mejor, poes¨ªa
Ahora que Bert¨ªn Osborne alardea de su elusi¨®n fiscal en todas las televisiones, es hora de refugiarse en una 'delicatessen' como 'El cielo sobre Berl¨ªn', de Wim Wenders
Ahora que sabemos que el sueldo de Bert¨ªn Osborne ya no correr¨¢ de nuestra cuenta, sino de Telecinco, pero tambi¨¦n que su elusi¨®n fiscal es un asunto del que puede alardear en radios y televisiones para digestiones pesadas de quienes se lo hemos pagado con nuestros impuestos, urge una delicatessen. Urge huir del desfile de versiones (?originales, s¨ª!) del ministro Soria, de Aznar y del cantante e intentar saciar el hambre de calidad en el mejor canal posible del panorama nacional en este contexto: Yomvi. Estos d¨ªas se pueden descargar y devorar, una tras otra, las pel¨ªculas de Wim Wenders sin que nadie nos insulte.
Las hay nuevas, como la bella La sal de la tierra, sobre Sebastiao Salgado, y las hay de siempre. Buen momento para recuperar El cielo sobre Berl¨ªn, una poes¨ªa en cine que el director alem¨¢n firm¨® en 1987 sobre algo tan deseable como imposible: los sue?os. A la deshumanizaci¨®n que viv¨ªa Alemania en la Guerra Fr¨ªa, Wenders contrapuso el af¨¢n de unos seres que lo daban todo por nosotros. Bruno Ganz (que luego disfrutamos como uno de los mejores Hitler de la gran pantalla con permiso de Chaplin) y Peter Falk, el mism¨ªsimo Colombo de gabardina y puro en ristre, eran los ¨¢ngeles menos angelicales que uno puede imaginar, pero amaban a la humanidad, respetaban las debilidades y luchaban por sacarnos del atolladero. Se agradece.
En dos horas de pel¨ªcula lenta y calmada, Ganz acompa?a al anciano narrador que avanza hacia su vejez, a la trapecista ilusionada de un circo desastroso y fracasado o escucha y empatiza con los pensamientos de todos los seres an¨®nimos que circulan por la vida. Tambi¨¦n se enamora y, de su propio amor, nos enamoramos todos.
An¨ªmense a esta delicatessen. Sin frituras, sin empachos. Que al apagar la tele ah¨ª seguir¨¢n Osborne, Soria o el alcalde de Granada con su prosa de garraf¨®n para recordarnos el men¨² habitual.
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