El indiscreto Gay Talese
?Tiene sentido aplicar el rasero de la correcci¨®n pol¨ªtica y la igualdad entre g¨¦neros a las influencias literarias del viejo periodista?
Ante un auditorio con cerca de 550 personas tras una charla de m¨¢s de una hora sobre periodismo y escritura en la Universidad de Boston, lleg¨® el turno de preguntas o la hora del juicio sexista sobre el legendario Gay Talese, el hombre que regent¨® un club de swingers como trabajo de campo para un libro y que escribi¨® el m¨ªtico perfil Frank Sinatra tiene un catarro. Una poeta de Vermont le pregunt¨® al dandi de 84 a?os, uno de los padres del nuevo periodismo ¡ªque comparte adem¨¢s una vistosa afici¨®n al buen vestir y a la pol¨¦mica con su colega Tom Wolfe¡ª, qu¨¦ mujeres escritoras adem¨¢s de su amiga Nora Ephron le hab¨ªan inspirado m¨¢s. Mary McCarthy, la autora de El grupo, fue el primer nombre que le vino a la cabeza, despu¨¦s Talese guard¨® silencio y dijo que de su generaci¨®n ninguna periodista le hab¨ªa inspirado. Aunque probablemente ¡°esto hoy no se aplique¡±, explic¨®, pero cuando ¨¦l ten¨ªa 30 a?os las mujeres de su generaci¨®n, escritoras cultas y bien educadas, no se met¨ªan en el tipo de historias que a ¨¦l le interesaban.
Las lecturas de formaci¨®n, como la educaci¨®n sentimental, son una cuesti¨®n personal. Tampoco es esta la primera vez que Talese se ve envuelto en una pol¨¦mica de machismo.
Talese se remont¨® a George Eliot y su novela Middlemarch. Desde el p¨²blico alguien grit¨® el nombre de Joan Didion, Talese agradeci¨® el recordatorio, alab¨® la prosa de la californiana, pero se mantuvo en sus trece: la autora de El a?o del pensamiento m¨¢gico, dijo, ¡°no trata con personas antisociales¡±. Martha Gellhorn, Lillian Ross, Dorothy Parker, Susan Orlean podr¨ªan haber entrado en la lista. Pero ?tiene sentido aplicar el rasero de la correcci¨®n pol¨ªtica y la igualdad entre g¨¦neros a las influencias literarias de Talese? Su sinceridad provoc¨® una tormenta en las redes que ha continuado con art¨ªculos, incluido uno de la defensora del lector de The New York Times en el que se analizaba la pertinencia de una nota en la que el viejo periodista daba su versi¨®n y cargaba contra otra de las ponentes de Boston.
Las lecturas de formaci¨®n, como la educaci¨®n sentimental, son una cuesti¨®n personal. Tampoco es esta la primera vez que Talese se ve envuelto en una pol¨¦mica de machismo. Ah¨ª est¨¢ aquel viaje en taxi en 1964 con Saul Bellow y Gloria Steinem en el que, obviando la presencia de la joven feminista, le dijo al autor de Auggie March: ¡°?Sabes c¨®mo cada a?o llega a Nueva York una chica mona que pretende ser una escritora? Bueno, pues Gloria es la chica mona de este a?o¡±. Otra cuesti¨®n ser¨ªa preguntarse acerca de las implicaciones ¨¦ticas del ¨²ltimo trabajo de Talese, el extracto de su pr¨®ximo libro publicado esta semana en The New Yorker.
El autor de La mujer de tu pr¨®jimo, el minucioso estudio sobre la sexualidad en Estados Unidos desde los a?os cuarenta hasta los setenta, lleva casi medio siglo en contacto con el propietario de un motel que espiaba a sus hu¨¦spedes y tomaba notas de lo que ocurr¨ªa en las habitaciones. ?l pensaba que se trataba de un trabajo antropol¨®gico, un estudio de la sexualidad a la altura del de Masters & Johnson. Talese no lo ten¨ªa tan claro, pero s¨ª sab¨ªa que nunca publicar¨ªa la historia sin que pareciera el nombre real del voyeur, Gerald Foos. Y como tantas otras veces, Talese se sent¨® a esperar. Ni siquiera la noticia de que desde su escondite Foos hab¨ªa visto el asesinato de una joven a manos de su novio, un traficante de poca monta, alter¨® la impert¨¦rrita espera. Ahora que los supuestos delitos del mir¨®n han prescrito, y que el motel hace tiempo que cerr¨®, Talese se anima a contar, ?sin trampa?
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.