Stan Douglas, entre la ficci¨®n y la realidad
El artista canadiense, premiado con el Hasselblad 2016, versiona una obra de Joseph Conrad
A Stan Douglas (Vancouver, 1960) siempre le ha gustado escarbar en el pasado. Ha encontrado en este mirar hac¨ªa atr¨¢s la forma adecuada de poner el dedo en la llaga del presente, alertando al espectador sobre la importancia de tener una actitud cr¨ªtica sobre la historia, as¨ª como sobre los medios de creaci¨®n y la cultura. ¡°Abordar la ficci¨®n hist¨®rica es en realidad lo mismo que abordar la ciencia ficci¨®n¡±, se?ala el artista. ¡°Ninguno de los dos tipos de ficci¨®n trata ni del pasado ni del futuro, sino del presente: qu¨¦ nos preocupa del pasado y a qu¨¦ tememos del futuro.¡± De esta suerte, el autor canadiense conduce su quehacer art¨ªstico como una forma de indagaci¨®n en aquello que no vemos o se nos oculta de la historia oficial.
The Secret Agent es el t¨ªtulo del nuevo proyecto de este artista conceptual, que ha sido galardonado este a?o con el prestigioso Premio Internacional de la Fundaci¨®n Hasselblad. Se trata de una instalaci¨®n f¨ªlmica que en la actualidad se exhibe en la David Zwirner Gallery de Nueva York y supone una adaptaci¨®n de la novela del mismo nombre, El Agente Secreto, escrita por Joseph Conrad en 1907. La novela, inspirada en hechos reales, se desarrolla en Londres, en 1886 y narra el intento fallido por parte de un grupo anarquista de volar el observatorio de Greenwich y la respuesta del estado ante ello. ¡°Es la primera novela que trata abiertamente del terrorismo¡±, explica Douglas. La ley¨® justo despu¨¦s de 11-S y busc¨® la forma en la que pod¨ªa resultar adecuada para explicar lo que ocurre hoy en d¨ªa. ¡°Intent¨¦ observarla como una alegor¨ªa del presente, intentando ver la conexi¨®n entre el terrorismo actual y el terrorismo del siglo XIX,¡± explica el artista. As¨ª, decidi¨® trasladar la acci¨®n a Portugal dentro del contexto del llamado ¡°verano caliente¡± de 1975, un periodo de gran inestabilidad pol¨ªtica marcado por el terrorismo que transcurri¨® entre la pac¨ªfica Revoluci¨®n de los Claveles de 1974 y la ratificaci¨®n de una nueva constituci¨®n. Y convirti¨® en objetivo de los terroristas una terminal del sistema telef¨®nico. ¡°En estos casos, el terrorismo utiliza la misma t¨¦cnica, aunque las intenciones sean distintas. La idea del terrorismo como un acto muy enf¨¢tico que traslada un mensaje ambiguo me result¨® interesante¡±, dice el autor. Curiosamente el estreno de la instalaci¨®n tuvo lugar en Bruselas y coincidi¨® con los ataques terroristas del pasado noviembre en Par¨ªs.
Utilizar los momentos de transici¨®n hacia la modernidad en distintos lugares del mundo, transformaciones que han desembocado en un periodo de libertad seguido de otro de inestabilidad, es algo habitual en la obra de Douglas. Sus anteriores trabajos Disco Angola (2012) y Luanda- Kinshashand?(2013) ya abordaban estos temas. Dichos momentos sirven como un pretexto para hablarnos de las incertidumbres de la modernidad, de las posibilidades que ofrece un momento de cambio y hacernos pensar en lo que pudo haber sido el futuro de haberse planteado de otra manera. Pensar que la realidad que experimentamos no es la ¨²nica realidad posible.
El artista consigue dividir la atenci¨®n del espectador proyectando los distintos episodios de su versi¨®n de la novela de Conrad en seis pantallas. Cada escena est¨¢ rodada desde un ¨¢ngulo distinto. Esta narraci¨®n desarticulada forma parte de la estrategia de Douglas para forzar al espectador, saturado de informaci¨®n, a rechazar los mensajes f¨¢cilmente desechables y replantearse qu¨¦ es lo que en realidad est¨¢ ocurriendo, considerando los distintos posibles desenlaces de esta compleja trama que est¨¢ presenciando. ¡°El resultado es que las diferentes personas que lo observan tienen distintas percepciones de lo que ven, ya que no todos est¨¢n viendo lo mismo. Ocurre como en la vida misma¡±, dice el artista.
El proyecto est¨¢ acompa?ado de una serie de fotos que trasladan al espectador a un lugar completamente distinto: Vancouver, la ciudad donde naci¨® y vive el artista. De gran formato e inspiradas en el cine negro, otra constante del artista , su oscura factura hiperrealista ha sido lograda mediante un proceso de renderizaci¨®n digital. Evocan al viejo Vancouver de barrios de clase obrera, un hotel que alojaba a los veteranos de guerra y zonas tomadas por los desarraigados y sin ley, donde los pol¨ªticos corruptos alternaban con el hampa hasta altas horas de la madrugada. Una muestra m¨¢s de la investigaci¨®n que lleva a cabo el artista sobre la compleja relaci¨®n de la fotograf¨ªa con la documentaci¨®n, el emplazamiento y la historia. ¡°La ficci¨®n puede ser m¨¢s veraz que la verdad oficial¡±, comenta Douglas. ¡°Puede acercar m¨¢s a la realidad que la obsesiva b¨²squeda de hechos estrictamente f¨¢cticos. Quiz¨¢s la exageraci¨®n permita retratar un periodo de forma m¨¢s exacta que la precisi¨®n hist¨®rica¡±, se plantea el artista.
El premio Hasselblad ha supuesto para el artista su confirmaci¨®n como fot¨®grafo, ya que tiende a ser m¨¢s conocida su faceta como creador de v¨ªdeos y pel¨ªculas, aunque desde el 2008 al 2013 se dedic¨® de lleno a la fotograf¨ªa. Su obra forma parte de las colecciones de los museos m¨¢s prestigiosos del mundo, como el MoMA, el Guggenheim de Nueva York o la Tate Gallery. Considera a la fotograf¨ªa como una pel¨ªcula est¨¢tica. ¡° La diferencia entre el cine y la fotograf¨ªa radica en que en el cine existe un proceso para ser observado, la propia pel¨ªcula sirve de contexto en s¨ª misma, mientras que las fotograf¨ªas permanecen est¨¢ticas. De esta forma, se tiene la opci¨®n de observarlas de la manera que se quiera, decidir qu¨¦ es lo m¨¢s relevante y qu¨¦ mirar primero, de ah¨ª que sea un medio mucho m¨¢s abierto¡±, explica el artista.
En cualquier caso la narraci¨®n parece ser un pilar fundamental para este fot¨®grafo, admirador de Samuel Beckett y de Alfred Hitchcock, - en cuyas obras se encuentran muchas claves de la suya propia- para seguir su camino en este mundo de sobreabundancia de im¨¢genes. Como buen observador de la realidad ofrece un consejo a esos j¨®venes fot¨®grafos forjados en la era del m¨®vil: ¡°Toma el control del aparato. Todos los m¨®viles est¨¢n programados de manera que alguien ha decidido c¨®mo debe ser una foto. No hagas nunca aquella foto que har¨ªa otra persona. Haz siempre tu propia foto¡±.
The Secret Agent, Stan Douglas. David Zwirner Gallery, Nueva York. Hasta el 30 de abril.
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