El ¡®Quijote¡¯ del Cervantes
No veo que en las celebraciones del Premio Cervantes de Fernando del Paso que recuerde nadie su libro de hace diez a?os Viaje alrededor de "El Quijote"
No veo que en las celebraciones del Premio Cervantes de Fernando del Paso que recuerde nadie su libro de hace diez a?os Viaje alrededor de "El Quijote". Son celebraciones tan justas como injusta la preterici¨®n, porque el tal Viaje es un soberbio despliegue de aciertos seguros y sugerencias inteligentes. (Un ¨²nico reproche: es incorrecto escribir "del Quijote", sin cursiva para el art¨ªculo y sin incorporarlo a la abreviaci¨®n del t¨ªtulo cervantino.)
El gran novelista no ha querido fiarse de s¨ª mismo y en un acto de humildad ha le¨ªdo toda la bibliograf¨ªa que hay que leer (y buena parte de la innecesaria), pero sobre todo ha le¨ªdo admirablemente el Quijote mismo, con una perspectiva de la cultura que me atrever¨ªa a decir arquet¨ªpicamente mexicana -muy universal y muy castiza-, conjugando la mirada arqueol¨®gica con la contempor¨¢nea.
Aprecio en particular el tino con que discierne las interpretaciones antiguas y las modernas, ubicando unas y otras en la historia, con una actitud que bien podr¨ªa cifrarse en el dicho que cita alguna vez: "Males fueron del tiempo y no de Espa?a". Por ah¨ª, es diestro en poner en su sitio los lugares comunes y no pocas de las opiniones acogidas por autores del mayor prestigio: como el alarde de incomprensi¨®n con que todo un Nabokov se demora en la "crueldad" del Quijote o todo un Unamuno canoniza al protagonista como ¨¦mulo de Ignacio de Loyola.
Nos parece ¨¦sa actualmente una de las m¨²ltiples ocurrencias hispanoc¨¦ntricas de don Miguel. Pero Del Paso recuerda oportunamente que ya John Bowle, el laborioso p¨¢rroco ingl¨¦s que en 1781 public¨® una espl¨¦ndida edici¨®n anotada del Ingenioso hidalgo, hab¨ªa defendido el paralelismo del caballero y el santo. En efecto, al igual que buena parte de las ex¨¦gesis y los mitos sobre el Quijote que corren por Espa?a y que se dan por espec¨ªficamente espa?oles, al igual que la misma entronizaci¨®n del Quijote como un cl¨¢sico y como espa?ol por excelencia, ese parang¨®n se imagin¨® m¨¢s all¨¢ de los Pirineos.
Como homenaje al premiado, valgan un par de acotaciones al prop¨®sito. Por cuanto yo alcanzo, la comparaci¨®n de don Quijote e Ignacio aparece por primera vez en 1671 en un Discourse concerning the Idolatry practised in the Church of Rome, para comparar la enajenaci¨®n del caballero y la conversi¨®n del santo y reaparece en las pol¨¦micas subsiguientes entre cat¨®licos y anglicanos. Pasa a Francia en 1688, en la rese?a de un gacetillero y, siempre ampliada con los mismos ojos negativos y con el mismo alcance infamante para la Compa?¨ªa, prosigue su camino en la panfletaria Histoire de l'admirable Dom Inigo de Guipuscoa, chevalier de la Vierge et fondateur de la monarchie des Inghunistes (1738), de Pierre Quesnel, o nadie menos que Diderot y Voltaire. Desde entonces, la especie rueda de mano, de mal en peor, hasta que Unamuno la recupera en t¨¦rminos positivos y la convierte en una clave del Quijote y aun de Espa?a. As¨ª se escribe la historia.
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