Editores en guerra
Natalia Ginzburg, de la que ahora se recuperan algunos libros, es la mejor cronista del sello Einaudi, cuyo cat¨¢logo se convirti¨® pronto en un referente europeo
En 1943 las bombas asediaban la editorial Einaudi, en Tur¨ªn, y pese a ello ¡°trabaj¨¢bamos felices, y lleg¨¢bamos a estar encantados con cada bombardeo brit¨¢nico¡±, dec¨ªa Giulio Einaudi (1912-1999), su cofundador, junto con Leone Ginzburg (1909-1944). ¡°Y no por la belleza de las llamas y las ruinas y los colores de la guerra, como en C¨¦line o Apocalypse Now, sino porque ve¨ªamos que se acercaba el final del nazismo¡±. Su proyecto consist¨ªa ¡°en seguir con vida¡± y ¡°hacer libros¡± de historia, ciencia, filosof¨ªa o narrativa mientras se opon¨ªan al fascismo. Se volvi¨® com¨²n ver a Cesare Pavese (1908-1950) entrar en la sede de la plaza de San Carlo cuando cesaban las bombas y limpiar el polvo de su mesa para trabajar ajeno a la guerra. El d¨ªa que un proyectil al fin destruy¨® la editorial, s¨®lo pasaron veinticuatro horas y ya ¡°est¨¢bamos trabajando en otra sede con tel¨¦fonos, m¨¢quinas de escribir, pruebas de imprenta y mesas¡±, se?alaba el editor al periodista Severino Cesarini.
¡°Su muerte hizo temblar los cimientos de la editorial¡±, relata Ginzburg sobre el suicidio de Pavese en el verano de 1950
Natalia Ginzburg (1916-1991), mujer de Leone y m¨¢s tarde redactora de la editorial, es quiz¨¢ la mejor cronista de Einaudi. En los primeros a?os participaba, como ¡°convidado de piedra¡±, en las reuniones de Giulio, Leone y Pavese, obsesionados por las traducciones. En sus ensayos, reeditados por Lumen, relata que entre 1937 y 1940 se idearon las primeras colecciones, como los Ensayos, la de Historia y los Narradores Extranjeros: ¡°En la vida italiana de aquellos a?os, desierta e inm¨®vil, la aparici¨®n de aquellos libros fue un acontecimiento clamoroso¡±.
En noviembre de 1933 la sede se encontraba en una ¡°buhardilla donde ten¨ªamos tambi¨¦n el almac¨¦n, un despacho para m¨ª, otro cuarto para Ginzburg y una sala m¨¢s grande para la secretaria¡±, contaba Giulio, que entonces ten¨ªa 21 a?os. Meses antes lo hab¨ªa visitado Leone para proponerle fundar una editorial. ¡°?Y el dinero?¡±, replic¨® Einaudi. ¡°Tengo algunos amigos¡±, dijo Leone. As¨ª empez¨® todo, con pr¨¦stamos solidarios que, en algunos casos, nunca devolver¨ªan.
El primer rev¨¦s lleg¨® cuando entre 1934 y 1935 detuvieron a decenas de miembros del grupo antifascista Giustizia e Libert¨¤, entre ellos a Ginzburg, Pavese y al propio Einaudi. Ginzburg sufri¨® dos a?os de prisi¨®n y Pavese uno y medio de confinamiento; Giulio qued¨® en libertad.
Las tareas de casa y otros ensayos
Natalia Ginzburg
Pr¨®logo de Elena Medel
Traducci¨®n de Mercedes Corral
y Flavia Company
Lumen
Barcelona, 2015
448 p¨¢ginas. 22,90 euros
Y eso fue lo que pas¨®
Natalia Ginzburg
Pr¨®logo de Italo Calvino
Traducci¨®n de Andr¨¦s Barba
Acantilado
Barcelona, 2016
112 p¨¢ginas. 14 euros
Ermita?o en Par¨ªs
Italo Calvino
Traducci¨®n de ?ngel S¨¢nchez-Gij¨®n
Siruela
Madrid, 2004
296 p¨¢ginas. 14,90 euros
Conversaciones con Giulio Einaudi
Severino Cesari
Traducci¨®n de Esther Ben¨ªtez
Trama
Madrid, 2010
228 p¨¢ginas. 20 euros
Natalia recuerda en el ensayo Memoria contra memoria que, tras la salida de la c¨¢rcel en 1936, a Leone le pusieron un sueldo fijo en la editorial, y gracias a las 600 liras que le pagaban se casaron en 1938. Su tarea consist¨ªa en desarrollar el plan editorial. Lo hizo durante tres a?os, hasta que estall¨® la contienda y lo confinaron en Pizzoli como interno civil de guerra. Pese al encierro, tradujo a Tolst¨®i y a Pushkin. ¡°Me hab¨ªa convencido para que contratase a los rusos¡±, contaba Einaudi, y desde la c¨¢rcel Leone ¡°revisaba esas traducciones, no s¨®lo en manuscrito, sino tambi¨¦n en pruebas, una o dos veces: me volv¨ªa loco¡±. Entretanto, despu¨¦s de varias negativas, Pavese se hab¨ªa unido a la editorial a tiempo completo. Natalia Ginzburg revela en L¨¦xico familiar que Cesare dec¨ªa: ¡°No necesito un sueldo. (¡) Me basta con tener un plato de sopa y tabaco¡±. Fumaba con tanta pasi¨®n que cuando Einaudi le public¨® su primera novela, solicit¨® una pipa nueva como anticipo. Sus responsabilidades lo obligaban a traducir del ingl¨¦s unas 2.000 p¨¢ginas al a?o, revisar manuscritos y pruebas de traducciones ajenas y de libros hist¨®rico-literarios, y elaborar informes de obras in¨¦ditas para las que se considerase ¨²til su juicio. Cobraba 1.000 liras al mes. ¡°Trabajo como un esclavo egipcio¡±, lleg¨® a confesar a su amigo Tullio Pinelli por carta. Pero merec¨ªa la pena. Gracias a ¨¦l tradujeron y editaron a Faulkner, Hemingway, Dos Passos, Whitman, Melville y Joyce, entre otros.
En la adversidad, la editorial creci¨®. Se traslad¨® a una nueva sede, mucho m¨¢s grande, en la avenida Re Umberto. Y con el tiempo abrieron delegaciones en Roma y Mil¨¢n. El negocio fue a veces rico y a veces m¨¢s pobre. Cuando era rico, ¡°nos d¨¢bamos cuenta porque el sueldo nos llegaba puntualmente a final de mes, y porque a las cinco de la tarde pasaban un carrito con t¨¦, leche, lim¨®n, az¨²car y pastas¡±, escribe Natalia Ginzburg. Cuando era pobre, cobraban con retraso y en el carrito s¨®lo hab¨ªa t¨¦.
Poco despu¨¦s de la muerte de su marido, en 1944, Natalia se incorpor¨® como redactora en la sede de la editorial en Roma. Giulio ¡°era un jefe caprichoso, voluble e imposible de contentar, pero ten¨ªa el don de tolerar que cada uno trabajara a su manera¡±. En ese clima, Natalia se traslad¨® a Tur¨ªn. ¡°La editorial que yo amaba¡±, cuenta en L¨¦xico familiar, ¡°era la que se hallaba en la avenida Re Umberto¡±, y all¨ª fue donde acab¨® de traducir los dos primeros vol¨²menes de En busca del tiempo perdido, de Proust, despu¨¦s de ocho a?os. En distintas ¨¦pocas, coincidi¨® con Massimo Mila, Pavese, Giulio Bollati, Felice Balbo e Italo Calvino (1923-1985), que, en Ermita?o en Par¨ªs, a?ade una nota biogr¨¢fica en tercera persona en la que detalla que en 1945 ¡°escribe relatos y en cuanto acaba uno se lo lleva a leer a Natalia y a Cesare¡±. ?ste, para no tenerlo siempre encima, lo anima a escribir una novela. Es lo que hace, y en 1947 Einau?di publica El sendero de los nidos de ara?a, que lanza con pegada de carteles incluida. En ese periodo comienza a trabajar en la editorial como redactor. Giulio Einaudi contaba que Calvino fue decisivo en la publicaci¨®n de escritores latinoamericanos y espa?oles. ¡°Onetti, Ferlosio, Cort¨¢zar, por ejemplo, por no hablar de Borges¡±. Y m¨¢s tarde los franceses, como Ronald Barthes, Michel Tournier o Georges Perec, ¡°cuya La vida. Instrucciones de uso nos sugiri¨®; compramos el libro, lo tradujimos y luego se lo cedimos a Rizzoli¡±.
Calvino fue decisivo en la publicaci¨®n de escritores en lengua espa?ola como Onetti, S¨¢nchez Ferlosio, Cort¨¢zar o Borges
En el verano de 1950 Pavese se suicid¨® y ¡°su muerte hizo temblar los cimientos de toda la editorial. Nos sentimos como una manada de ratoncitos ciegos¡±, relata Ginzburg. Sin embargo, salieron adelante. La editorial ya hab¨ªa construido lo que Giulio llamaba el ¡°lector Einaudi¡±. Desde el principio buscaron un p¨²blico nuevo, distinto, para el que innovaron la venta a plazos. ¡°La idea era que el cliente se volviera en parte un amigo¡±. Este m¨¦todo fue el sustento de la empresa, que consegu¨ªa ingresos mensuales fijos.
Hubo m¨¢s crisis y m¨¢s recuperaciones. ¡°La editorial dur¨® 50 a?os, despu¨¦s se vino abajo. Quiz¨¢ era inevitable que sucediera as¨ª. Las editoriales no pueden durar eternamente¡±, escribi¨® Natalia Ginzburg. En 1983 entr¨® en una crisis financiera definitiva, y tuvo que despedir a sus empleados. En 1994 caer¨ªa en manos de una Mondadori controlada por los Berlusconi.
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