Genio, dignidad y resistencia
Bryan Cranston compone un personaje lleno de matices, cre¨ªble, extravagante, admirable
La escritora Lillian Hellman fue rotunda e incontestable al titular el libro en el que hablaba de la caza de brujas Tiempo de canallas. A su pareja, el gran Dashiell Hammett, tuberculoso y alcoh¨®lico, le encarcelaron durante un a?o por desacato al tribunal, por negarse a declarar su ideolog¨ªa, por no delatar a nadie. Hubo otros que se dieron mucha prisa por ir de chotas, por enviar a la ruina a sus antiguos colegas. De acuerdo en eso tan comprensivo de que todo el mundo tiene sus razones para actuar como act¨²a. Pero las razones pueden ser mezquinas. Orson Welles defini¨® corrosivamente la conducta de los delatores: ¡°No lo hicieron para salvar sus principios, sino para salvar sus piscinas¡±.
TRUMBO
Direcci¨®n: Jay Roach.
Int¨¦rpretes: Bryan Cranston, Diane Lane, Helen Mirren.
G¨¦nero: biopic. EE UU, 2015.
Duraci¨®n: 124 minutos.
De todo esto habla Trumbo, de verdugos y v¨ªctimas, de sucias salvaciones cotidianas o circunstanciales, de la car¨ªsima factura que hay que pagar por defender eso tan in¨²til seg¨²n los miserables y los c¨ªnicos llamado dignidad, de una ¨¦poca sombr¨ªa protagonizada por la amenaza, la traici¨®n y el miedo, de la patrioter¨ªa fan¨¢tica y su necesidad de encontrar culpables, de la forzada clandestinidad art¨ªstica, de la capacidad de resistencia ante la injusticia.
Yo me enamor¨¦ del personaje en el formidable documental Trumbo y la lista negra, testimonio del largo calvario de un tipo ejemplar. Nada enf¨¢tico, sin tentaciones de exagerar el victimismo, inteligente y complejo, rocoso en su derecho a la libertad de expresi¨®n y a profesar la ideolog¨ªa que le diera la gana, solidario y sensato, alguien profundamente machacado en su vida y en su profesi¨®n al que no lograron arrebatarle el sentido del humor ni que agachara la cabeza. E imagino que debi¨® de partirse de risa y de asco cuando comparti¨® c¨¢rcel con uno de sus m¨¢s feroces acusadores. A Trumbo le entrullaron por defender sus derechos. A su patri¨®tico cazador por estafador y ladr¨®n.
El director Jay Roach logra un buen retrato de la barbarie que supuso el macartismo, el furioso recorte de libertades, el acorralamiento de los izquierdistas. Con momentos emotivos. Describiendo a Trumbo en sus m¨²ltiples luces pero sin ignorar las sombras. Te hace entender el coraje y la integridad de alguien que pas¨® de ser uno de los guionistas mejor pagados de Hollywood a figurar en las listas negras de toda la industria del cine, ser condenado a falta de trabajo a perpetuidad, la prisi¨®n, recibir trato de apestado por casi todos sus conocidos, malvivir en el exilio, escribir imparablemente guiones que no pod¨ªa firmar o lo hac¨ªan otros por ¨¦l, asistir a la gran paradoja de que le concedan el Oscar a los guiones de Vacaciones en Roma y El Bravo y que su an¨®nimo autor no pueda recogerlos porque oficialmente no exist¨ªa.
Hay muchos villanos en esta pel¨ªcula, pero tambi¨¦n poderosa gente de Hollywood que respetaba el talento y consigui¨® el progresivo derrumbe de las salvajes listas negras, tipos como Kirk Douglas y Otto Preminger que reivindicaron la autor¨ªa de Dalton Trumbo en los t¨ªtulos de cr¨¦dito de Espartaco y ?xodo.
Bryan Cranston, o sea el se?or Walter White o Heisenberg, como prefiera la memoria individual al recordar al inolvidable protagonista de la serie Breaking Bad, compone un personaje lleno de matices, cre¨ªble, extravagante, admirable. Y siempre es un lujo ver y escuchar, aunque sea en apariciones breves, a un actor y una actriz tan excepcionales como John Goodman y Helen Mirren.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.