?lvarez Junco desmonta los mitos del nacionalismo
El catedr¨¢tico realiza en 'Dioses ¨²tiles' un an¨¢lisis de la ¡°fase nacional¡± de la historia humana
Suele decirse que lo que tiene historia no puede tener definici¨®n esencialista y este jueves Jos¨¦ ?lvarez Junco (Viella, Lleida, 1942) demostr¨® por qu¨¦. Lo hizo durante la conferencia de presentaci¨®n de su libro Dioses ¨²tiles (Galaxia Gutenberg), un an¨¢lisis comparado de la ¡°fase nacional¡± de la historia humana, esa etapa cuya culminaci¨®n sangrienta fueron las dos guerras mundiales pero que hoy sigue marcando la agenda pol¨ªtica. ¡°No siempre ha habido naciones¡±, avis¨®. Adem¨¢s de ¡°construcciones hist¨®ricas¡±, las naciones son ¡°sistemas de creencias que tienen efectos pol¨ªticos de los que se benefician ciertas ¨¦lites. ?Qu¨¦ ¨¦lites? Las nacionalistas¡±. As¨ª de rotundo se mostr¨® el catedr¨¢tico de Historia del Pensamiento de la Universidad Complutense durante su multitudinaria charla en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Actu¨® como presentador el director de EL PA?S, Antonio Ca?o, que lo describi¨® como un ¡°testigo de la Transici¨®n¡± que ha sabido sobreponerse a las ¡°dicotom¨ªas¡± habituales en el debate pol¨ªtico hispano. Ca?o subray¨® que un libro como Dioses ¨²tiles ¡ªque estudia los casos europeo y americano antes de adentrarse en el laberinto espa?ol¡ª analiza el pasado para demostrar que ¡°el futuro no est¨¢ escrito¡± al tiempo que advierte de las consecuencias que pueden tener las actuales disputas identitarias.
En su intervenci¨®n, el autor de Mater dolorosa. La idea de Espa?a en el siglo XIX, premio Nacional de Ensayo en 2002, se remont¨® al origen latino de la palabra naci¨®n para recordar que empez¨® utiliz¨¢ndose para designar a los extranjeros. Moldeada por los siglos, lleg¨® hasta el XIX, momento en que el Romanticismo decret¨® que los pueblos, no solo los individuos, tienen una voluntad, un alma.
Cuanta m¨¢s historia, menos mito patri¨®tico
"Como escribi¨® Jon Juaristi en Auto de terminaci¨®n, ya que los historiadores y los cient¨ªficos sociales no tenemos fuerza suficiente como para desactivar el potencial destructivo del nacionalismo, nuestro deber es, al menos, desacralizar la naci¨®n, 'oblig¨¢ndola a descender del cielo de los mitos' y sumergi¨¦ndola en la temporalidad". Esa es la intenci¨®n de Dioses ¨²tiles seg¨²n su propio autor, que dice tener "la firme creencia de no ser nacionalista" pero sabe que los espa?olistas desconfiar¨¢n de ¨¦l porque naci¨® en el Valle de Ar¨¢n y los catalanistas porque vive en Madrid. "Pero, cr¨¦anme", afirma, "me gustar¨ªa imaginar un futuro posnacional".
En su particular labor de arqueolog¨ªa pol¨ªtica, el historiador explic¨® que durante mucho tiempo las naciones fueron consideradas realidades naturales. Por eso destac¨® el trabajo de Ernest Renan, que en 1882 descart¨® factores ¡°objetivos¡± como la raza, la lengua o la religi¨®n comunes ¡ªque no siempre lo eran¡ª para anclar la idea de naci¨®n en un elemento subjetivo, la ¡°voluntad¡± de un grupo humano ¡°de ser naci¨®n¡±. ?lvarez Junco destac¨® tambi¨¦n al polit¨®logo norteamericano Carlton Hayes como uno de los primeros que defendi¨® que las naciones eran un fen¨®meno reciente nacido de ¡°la debilidad de las creencias religiosas en las sociedades modernas¡±. Los ¨²tiles dioses de la patria pasaron a garantizar la necesidad de trascendencia minada por el escepticismo contempor¨¢neo.
Huyendo de la brocha gorda ideol¨®gica, el historiador advirti¨®: el hecho de que los nacionalismos sean ¡°entes hist¨®ricos¡± que ¡°benefician¡± a una ¨¦lite ¡ªcomo las religiones benefician al clero¡ª no significa que sean producto de la conspiraci¨®n de una minor¨ªa empe?ada en seducir a los incautos. Como escribe en su libro, son ¡°fen¨®menos complejos capaces de satisfacer necesidades de sus seguidores muy dignas de respeto¡±. No obstante, destac¨®, el hecho de reconocer que las naciones pertenecen a la cultura y no a la naturaleza tiene consecuencias inevitables para un historiador. ¡°No somos meros testigos objetivos¡±, dijo, porque ¡°la Historia nunca ha estado exenta de funciones pol¨ªticas¡±. Por ejemplo, la funci¨®n de controlar el pasado. De ah¨ª una de sus propuestas: hacer un esfuerzo por ¡°historizar¡± el trabajo del historiador, es decir, ¡°por no proyectar hacia el pasado los sujetos pol¨ªticos que hoy dominan la escena, como si fueran permanentes¡±. ¡°Hoy el nacionalismo es el gran prisma deformador el pasado¡±, remach¨®. A la Historia no le queda otra, apunt¨®, que trabajar con los matices para plasmar la complejidad de su objeto de estudio: ¡°No podemos decir que Viriato luchaba por la independencia de Espa?a porque no entender¨ªa t¨¦rminos como Espa?a o como independencia¡±, ironiz¨®. Hablar, pues, de una Espa?a, una Catalu?a o un Portugal ¡°romanas¡± carece de sentido hist¨®rico. Le pese a quien le pese.
Babelia
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