Las dos edades del vallenato
Los cl¨¢sicos del g¨¦nero colombiano se encuentran con los nuevos representantes en el Festival de la Leyenda Vallenata
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
"Mis alumnos no tienen cimiento, una brisa los bota lejos¡±, dijo en 2013 Diomedes D¨ªaz, el cacique de la Junta, uno de los reyes del vallenato en Colombia, poco antes de fallecer por un infarto. No se?al¨® a nadie, pero desde 2005 el g¨¦nero del acorde¨®n, la guacharaca y la caja, la m¨²sica del patio trasero de las casas de la costa norte colombiana, se debate entre la tradici¨®n folcl¨®rica y la evoluci¨®n hacia una m¨²sica popular atravesada por distintas tendencias. En mitad de este dilema nacional, apareci¨® la Unesco a finales de 2015 y lo declar¨® patrimonio inmaterial de la humanidad. Su veredicto se entendi¨® como un aviso para navegantes: ¡°Un nuevo tipo de vallenato est¨¢ marginando el g¨¦nero musical tradicional y atenuando el papel que este desempe?a en la cohesi¨®n social¡±. Y en este escenario se celebra del 28 al 30 de abril el Festival de la Leyenda Vallenata, el evento m¨¢s importante para celebrar la m¨²sica que crearon los primeros juglares colombianos.
"Nuestros primeros m¨²sicos iban de fiesta en fiesta popular cantando temas sobre su entorno: los animales, los cerros, la sabana, los r¨ªos, sobre el d¨ªa a d¨ªa, sobre sus compadres", explica Beto Murgas, uno de los compositores m¨¢s reconocidos y responsable del Museo del Acorde¨®n de Valledupar, capital del vallenato. "Eso se ha ido perdiendo porque parece que no impacta a la juventud. Antes se cantaba para 10 amigos y ahora para 1.000". Por eso, cuando Diomedes D¨ªaz dudaba de sus sucesores no solo era un gesto de arrogancia, sino que cre¨ªa que su legado era un cap¨ªtulo m¨¢s de la historia de Colombia porque el vallenato representa para sus creadores "el sentir del pueblo".
A partir de 2005, el joven Kaleth Morales lider¨® oficiosamente lo que se conoce como la nueva ola. Un movimiento juvenil que uni¨® el vallenato con las guitarras de rock, los teclados y el reguet¨®n. Aunque Carlos Vives ya se hab¨ªa adelantado en los noventa con su versi¨®n de uno de los emblemas del g¨¦nero, La gota fr¨ªa,?esta nueva generaci¨®n entendi¨® que los chicos y las chicas de entre 14 y 19 a?os que estrenaron el nuevo siglo quer¨ªan ver sobre el escenario a cantantes de su edad, vestidos como ellos y hablando el mismo lenguaje. "No es m¨¢s que una manifestaci¨®n de un sector que estaba descuidado por el vallenato", dijo el productor y compositor del g¨¦nero Felipe Pel¨¢ez en la publicaci¨®n especializada vallenato.com.
"La canciones de amor dejaron de hablar de las mujeres como una flor, sino de maltrato", explica Murga. "Ahora tratan de discotecas y otros temas que tienen que ver con la edad de los nuevos artistas. Nos parece normal que el g¨¦nero evolucione, pero hay que respetar la tradici¨®n tambi¨¦n. El vallenato se enmarca en cuatro aires para que sea de verdad: el paseo, el merengue, el son y la puya".
Cambian las letras y los ritmos. Colombia se divide. Los puristas del g¨¦nero como el escritor Juan Gossa¨ªn, el amigo al que Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez confes¨® que "Cien a?os de soledad era un vallenato de 300 hojas" en una entrevista, cree que los nuevos creadores ¡°decidieron no decirle nada a la gente, no contarle historias, porque eso implica un esfuerzo para el que no tienen el suficiente talento¡±.
Frente a los cl¨¢sicos, una legi¨®n de seguidores de Silvestre Dangond y Mart¨ªn El¨ªas (hijo de Diomedes D¨ªaz), dos de los l¨ªderes de la ¨²ltima versi¨®n del vallenato, llenan estadios, agotan sus discos y bailan un nuevo son sin preocuparse por las etiquetas. El whisky Old Parr le dedic¨® una edici¨®n especial a Dangond con su firma en la etiqueta. Para muchos es el nuevo Diomedes, capaz de paralizar Valledupar durante el Festival de la Leyenda Vallenata. A uno de sus primeros ¨¦xitos, La colegiala, le han acompa?ado a?os de pol¨¦mica por su adicci¨®n al alcohol, por tocar en la fiesta de un narco o recibir la invitaci¨®n de Hugo Ch¨¢vez para participar en su programa Al¨® presidente.
En el medio del campo de batalla, Beto Murgas sit¨²a a Peter Manjarr¨¦s. Su propio alias marca una distancia prudencial: El Caballero del vallenato. Ha superado la treintena y ha ganado un Grammy Latino recuperando la tradici¨®n. "Ha sabido aprovechar el sabor de los primeros m¨²sica y ha ca¨ªdo muy bien. Eso nos gusta", resume el compositor sin abandonar la primera persona del plural que sigue marcando la linde entre dos tiempos que la m¨²sica tendr¨¢ que reconciliar.
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