Desempolvando la nostalgia a golpe de rabioso presente
Manic Street Preachers, Chvrches y Le¨®n Benavente ponen alto el list¨®n en la primera noche del SOS
Quiz¨¢ hace veinte a?os podr¨ªa haber chocado, pero al igual que el reclamo para el desembolso del mel¨®mano hoy recae en esos discos en cuidadas reediciones deluxe, con toda clase de extras y gadgets, las recuperaciones del contenido de esos mismos trabajos en directo concretan tambi¨¦n la principal coartada para sacar a cualquier banda a la carretera. Incluso aunque esos mismos m¨²sicos dispongan de material reciente por rodar. Ocurre que el rescate de esa foto fija sobre un escenario, ya sea del a?o 96, 92 u 89, contradice muchos de los ingredientes que un buen directo deber¨ªa brindar: imprevisibilidad, capacidad de sorpresa, inyecci¨®n de savia nueva a canciones desgastadas por el tiempo o, simplemente, una actualizaci¨®n de esos argumentos desde una perspectiva actual. Salvo que un plan renove (tratamiento de cuerdas, recauchutado sint¨¦tico) ilumine nuevos ¨¢ngulos por descubrir, que no suele ser el caso. Algo de eso pas¨® anoche con el Everything Must Go de los Manic Street Preachers. El aniversario deriv¨® en un muestrario de melod¨ªas que manten¨ªan intacto su poder emotivo (A Design for Life, Kevin Carter, Elvis Impersonator), pero que fueron despachadas con el pulso funcionarial de quien revisa el ¨¢lbum de fotos de su viaje de bodas cuando ya presume de prole. Un trance resuelto con solvencia pero de forma muy predecible. Fue quitarse la camisa de fuerza de la efem¨¦ride para abordar la gloriosa Motorcycle Emptiness y el cuarteto gal¨¦s pareci¨® liberado, ahora ya s¨ª dispuesto a encarar una segunda parte de concierto sin la dictadura de tener que seguir al dedillo una hoja de ruta en la que cada una de las paradas apareciera subrayada en rojo y en estricto orden de cercan¨ªa. Y su concierto gan¨® enteros y vivacidad, con Your Love Is Not Enough, If You Tolerate This Your Children Will Be Next u Ocean Spray como jalones.
Su aplicado concierto cumpli¨® las expectativas y fue uno de los m¨¢s esperados de la primera jornada del festival murciano, que en su novena edici¨®n tard¨® en llenar el recinto ferial de La Fica, seguramente a consecuencia del cambio de fechas: del tradicional puente festivo del primero de mayo al segundo fin de semana del mes. El programa tambi¨¦n era pr¨®digo en bandas espa?olas con gran poder de convocatoria y nuevo reto?o bajo el brazo. Como Love of Lesbian, quienes por fin probaron que es posible ventilar un concierto en clave festivalera, con abundantes gui?os a su parroquia (Club de fans de John Boy, Algunas plantas, Manifiesto delirista) sin incurrir en la chirigota que tanto han frecuentado en temporadas recientes. Dieron su mejor imagen, la m¨¢s contenida, en sinton¨ªa con la seria solvencia que irradia sobre el escenario su miembro de refuerzo, Ricky Falkner -ese hombre que lo hace todo en Espa?a- y estrenaron sin m¨¢s aspavientos de los necesarios buena parte de su reciente El poeta Halley, su colecci¨®n de canciones m¨¢s consistente en a?os. Igual de c¨¢lida fue la acogida que se les dispens¨® a Le¨®n Benavente, implacables como un martillo neum¨¢tico. Es pasmosa la naturalidad con la que despachan su nuevo material, rodado como si llevaran a?os aire¨¢ndolo, ya sea desde el machac¨®n latido kraut de Tipo D, el swing de A¨²n no ha salido el sol -que podr¨ªa llevar la firma de LCD Soundsystem- o el rap sui g¨¦neris de la sinuosa -y enorme- Habitaci¨®n 615. Ranuras de ventilaci¨®n para un repertorio que sigue teniendo puntales incontestables en los temas de su primer ¨¢lbum, y que en directo obliga tambi¨¦n a emplear palabras mayores. Porque no hay muchas bandas como ellos ahora en este pa¨ªs, con tal capacidad para somatizar el malestar ante un porvenir socioecon¨®mico m¨¢s que borroso en canciones tan concluyentes, y sin acusar desgaste.
El synth pop de los escoceses Chvrches tambi¨¦n cumpli¨®, escenificando la gran progresi¨®n que Lauren Mayberry ha experimentado como front woman. Su temario no inventa la p¨®lvora, pero apenas admite fisuras y recaba nuevos registros cuando Martin Doherty la releva al micro, con alg¨²n recuerdo a Underworld. M¨¢s endeble es lo de Mew, abonados sin remedio a las gavetas de saldos copadas por ese pelot¨®n escandinavo que tanto frecuenta nuestros festivales porque a su propuesta se le pas¨® el arroz hace mucho tiempo, y apenas recuerdan a la interesante banda de dream pop que una vez fueron. ?Y qu¨¦ decir de Matt & Kim, el d¨²o de Brooklyn que puso a bailar a toda la explanada ante el escenario principal pasadas las tres de la ma?ana? Parecen una versi¨®n tenificada y cartoonizada de The White Stripes: ella trasegando como una fiera con su bater¨ªa y ¨¦l maltratando con sa?a su teclado, ambos despachando inocuas p¨ªldoras de bubblegum pop entre confetti, globos y balones hinchables, con un arrojo que exten¨²a tan solo con mirarlo. ?Intrascendentes? Sin duda. ?Divertidos? Tambi¨¦n. Sus argumentos carecen de sentido fuera del alboroto festivalero (hicieron lo mismo en el Arenal Sound hace dos a?os) o cualquier gran celebraci¨®n, as¨ª que puede decirse que en su caso las expectativas se corresponden al mil¨ªmetro con su desenlace.
M¨¢s conciertos dignos de menci¨®n: la en¨¦sima descarga de decibelios de Toundra, tan rocosos e irrebatibles como siempre, el punk descarado y primario de los jovenc¨ªsimos Spring King, todo un soplo de aire fresco desde Manchester, el divertido mash up con im¨¢genes de los londinenses Addictive TV o el pop vitaminado de los locales Los ?ltimos Ba?istas (oxigenante versi¨®n de The Model -de Kraftwerk- mediante), involuntariamente saboteados por el invasivo exceso de volumen que irradiaba el escenario en el que Corizonas estrenaban su buen segundo ¨¢lbum. Hoy el festival contin¨²a con The Libertines, Amaral, Tri¨¢ngulo de Amor Bizarro, Of Montreal o Santiago Auser¨®n con la Orquesta Sinf¨®nica de Murcia, entre muchos otros. No hay grandes cabezas de cartel, pero s¨ª una lustrosa segunda fila.
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