Santiago Auser¨®n relee sus canciones en versi¨®n sinf¨®nica
El festival SOS 4.8 abre una serie de conciertos en los que el artista reinterpreta el legado de Juan Perro y de Radio Futura
Embutido en un entallado traje color burdeos a tono con la ocasi¨®n,?Santiago Auser¨®n (Zaragoza, 1954) proclam¨® su condici¨®n de ¡°m¨²sico callejero¡±, tan satisfecho como abrumado ante la oportunidad de estrenar en Murcia el espect¨¢culo Vagamundo. En ¨¦l, gran parte del repertorio de su alter ego Juan Perro e incluso algunos pasajes de Radio Futura son reinterpretados por una orquesta sinf¨®nica de 50 miembros. El bautismo de fuego fue en Valladolid hace casi dos a?os, pero lo que qued¨® como una inmersi¨®n puntual vuelve a retomarse ahora en forma de chapuz¨®n integral con una serie de conciertos que ten¨ªan en el auditorio V¨ªctor Villegas de Murcia su primera escenificaci¨®n, como veta m¨¢s suntuosa de la novena edici¨®n del SOS 4.8, aunque fuera a las cuatro de la tarde y sin lograr el lleno. Con la direcci¨®n musical de Ricardo Casero, el apuntalamiento de su fiel Joan Vinyals a la guitarra ac¨²stica y la formaci¨®n de la Orquesta Sinf¨®nica de Murcia. El festival tambi¨¦n recuperaba con ¨¦l un recinto cerrado y c¨®modo, que siempre aporta un plus a lo que es una cita masiva al aire libre, por mucha programaci¨®n paralela que disponga en disciplinas paralelas a la m¨²sica. No hay m¨¢s que recordar los imborrables conciertos que Patti Smith o Tindersticks han ofrecido all¨ª en ediciones precedentes.
Su cerca de hora y media de concierto demand¨® un ejercicio de contenci¨®n por parte de Auser¨®n, resuelto a moderar el tempo de sus canciones para adaptarlas al formato orquestal y tambi¨¦n obligado a modular su voz en un registro que le costaba adquirir.
Con el freno puesto
Los temas que m¨¢s enraizan con la tradici¨®n del blues ap¨®crifo parec¨ªan los menos aptos para el trasvase, mientras que los que enlazan con el son cubano cuajaban m¨¢s r¨¢pido, quiz¨¢ por su cadencia. R¨ªo negro mutaba en una colorida pieza fronteriza, a lo Morricone. Pies en el barro adquir¨ªa alma de swing. Duerme zagal demandaba echar el freno (enlazando con aquello de la contenci¨®n) y La misteriosa sonaba m¨¢s crepuscular que nunca. Todo fue de menos a m¨¢s, mezclando gradualmente, aunque en Annabel Lee perdiera el comp¨¢s por completo durante unos segundos, sorteando luego el entuerto con humor y naturalidad. El carro son¨® fluida, y la impepinable emotividad de No m¨¢s l¨¢grimas, siempre certera en la distancia corta (y el s¨¢bado, adem¨¢s, con lucimiento de Joan Vinyals), marc¨® el primer punto de inflexi¨®n de la tarde. Fonda de Dolores, Reina Zul¨² o La negra flor coronaron solventes un espect¨¢culo que a¨²n demanda ensayos y rodaje, pero certifica la inquietud de su impulsor, siempre presto a iluminar las esquinas menos exploradas de su obra.
El formato le a?ade pompa y la aleja de ese p¨¢lpito at¨¢vico que tanto frecuentan ¨²ltimamente los discos de Juan Perro, y que busca sin desmayo el relato entre las vetas m¨¢s arcanas de la negritud sonora. Pero ser¨¢ interesante ver los nuevos matices que su cancionero va adquiriendo conforme avance su tr¨¢nsito, ya sea con las orquestas de Santiago, Bilbao o C¨®rdoba, que son sus paradas en los pr¨®ximos dos meses.
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