Humor y temblor

Siempre nos quedar¨¢ el humor. El humor del bueno. Del bueno de Buenafuente, por ejemplo. Ese sketch que mand¨® hacer en el que David Fern¨¢ndez, el c¨¦lebre actor que encarn¨® al Chikilicuatre, y Javier Quero, que ya imita en los programas de Jos¨¦ Mota, hicieron de Hitler y de Bert¨ªn Osborne en Leit Motiv, merece quedarse en la retina como una cr¨ªtica que va m¨¢s all¨¢ de la risa. Lo que tiene el humor de Buenafuente lo tuvieron a la vez Buster Keaton y Samuel Beckett (lean el reportaje de Elsa Fern¨¢ndez-Santos en Babelia). Se trata de decir sin carcajada lo que te parece la vida, y tambi¨¦n c¨®mo ves a los que en la vida contribuyen a hacer que ¨¦sta sea m¨¢s mediocre o m¨¢s triste aunque se presente como la cara amable de la vida.

Lo que hace Bert¨ªn Osborne en sus muy celebradas entrevistas (antes en La 1, ahora en Telecinco) es un suced¨¢neo basado en la creencia de que conversar es sobre todo ¡°echar unas risas¡±; y si se reduce a eso el tiempo de entrevistas (en cualquier medio de comunicaci¨®n), le daremos al p¨²blico la sensaci¨®n de que re¨ªr es la mejor forma de comunicar. Re¨ªr es lo mejor del mundo, junto a un mont¨®n de cosas, pero hay cosas que no pueden ser tratadas s¨®lo con la medicina del humor, o no ¨²nicamente. En el imaginario popular puede quedarse ese concepto de entrevista astracanada, de cena de los idiotas, como lo que hay que hacer en televisi¨®n para transmitir las ideas e incluso los programas pol¨ªticos. Y as¨ª se van mezclando estupidez y risa como f¨®rmulas adecuadas a la explicaci¨®n del tiempo que vivimos.

El sketch parte de una an¨¦cdota, la idea que de la historia pasada y reciente (Hitler, Maduro) tiene el m¨¢s popular de los entrevistadores espa?oles (¡°probablemente el mejor periodista de la zona euro¡±, ironiz¨® Buenafuente). A Bert¨ªn le hubiera gustado (dijo en Vanity Fair) entrevistar a Hitler para descubrir su lado humano. Y los actores hicieron un hilarante cumplimiento de su deseo. Nos re¨ªmos; hasta en la versi¨®n caricatura Bert¨ªn hace re¨ªr. Pero el poso que muestra su deseo es el que nos hace temblar (in¨²tilmente).