Arte y coraje

Nunca me acostumbr¨¦ a que un ser excepcional llamado Cassius Clay cambiara su nombre y que solo respondiera cuando se dirig¨ªan a ¨¦l como Muhammad Ali, militante estelar en los tan pulcros como radicales Hermanos Musulmanes. Para m¨ª, acaba de morir Cassius Clay. Y recuerdo sus haza?as a trav¨¦s de la televisi¨®n en blanco y negro, aunque es probable que ya existiera la televisi¨®n en color. Y asocio sus peleas m¨¢s legendarias a levantarte de la cama en la noche o en la madrugada para ver algo presumiblemente irrepetible.

Y sigo sin saber si me gustaba un deporte, espect¨¢culo o matadero en el que dos personas saltan a un cuadril¨¢tero para hacerse inevitable da?o, en el que corres el riesgo de que te maten o sufras heridas a perpetuidad, pero s¨ª s¨¦ que el boxeador Clay me hipnotizaba cuando empezaba a danzar, se replegaba y demol¨ªa, desprend¨ªa elegancia y genialidad. Y hay que estar ciego y sordo, aunque no te interese especialmente la creatividad que sale del alma y del cerebro logrando algo perfecto. No hace falta conocer la firma para darte cuenta de la belleza que existe en las esculturas de Miguel ?ngel, la luz prodigiosa que inunda los peque?os cuadros de Vermeer, el sentimiento que transmite el saxo de Coltrane, una prosa en la que no falta ni sobra nada como la de Borges, la inmensa delicadeza y fascinaci¨®n del piano de Glenn Gould interpretando a Bach, el prodigio como norma en los pies de Pel¨¦, Cruyff, Maradona, Laudrup, Romario, Zidane, Messi, esa gente. Generan arte, nos hacen felices, su regalo es impagable.

?Y qu¨¦ contar del ciudadano Clay, del chulazo que declar¨® que no iba a la guerra de Vietnam porque los vietnamitas no le hab¨ªan hecho nada malo pero s¨ª sus compatriotas blancos, que se expone a c¨¢rcel, le despojan de la corona, se queda sin un d¨®lar (cuentan que Frazier le dej¨® dinero en los tiempos duros), desaf¨ªa al poder? Ol¨¦ sus huevos y su arte, Clay.