¡°Hay formas de mantener la dignidad moral en circunstancias extremas¡±
Tzvetan Todorov traza en ¡®Insumisos¡¯ ocho perfiles de lucha contra las dictaduras, desde opositores del nazismo hasta Nelson Mandela


Tzvetan Todorov (Sof¨ªa, 1939) se instal¨® en Par¨ªs en 1963 tras dejar su Bulgaria natal. Aquella era una dictadura menos terrible que la URSS, pero lo que pas¨® en la Alemania nazi y en la Rusia de Stalin le provoc¨® reflexiones que ahora desembocan en Insumisos (Galaxia Gutenberg), un libro en el que traza los perfiles de ocho personas que se opusieron a ambas barbaries del siglo XX y a otras dictaduras: Boris Pasternak y Alexander Solzhenitsyn, que se rebelaron contra el monstruo sovi¨¦tico; o la francesa Germaine Tillion y la holandesa Etty Hillesum, que trabajaron contra el odio que les produjo Hitler; o Nelson Mandela. Ellos son algunos de esos personajes que transitan bajo el manto de ignominia que trazan con sangre las dictaduras.
Todorov, autor, entre otros ensayos, de La experiencia totalitaria, fue premio Pr¨ªncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2008. En esta entrevista, celebrada en su casa de Par¨ªs, reflexiona sobre el miedo y el odio a prop¨®sito de su ¨²ltimo libro.
Pregunta. Dice que desde el miedo total empieza el valor total. ?Lo ha sentido usted?
Respuesta. No en la misma medida que mis personajes. Ellos se han enfrentado con peligros m¨¢s terribles. Yo viv¨ªa un r¨¦gimen estricto y terrible, pero nunca me arrestaron ni me llevaron a prisi¨®n. A mis personajes, en la Segunda Guerra Mundial o en la Rusia sovi¨¦tica, e incluso m¨¢s adelante, los sometieron a una incre¨ªble represi¨®n. Por eso quise escribir este libro: para explorar destinos de personas en cuyas experiencias puedo proyectarme. Pero no soy un h¨¦roe que se haya opuesto al poder totalitario de grandes enemigos.
P. Es un libro sobre el valor, capaz de superar incluso el odio.
R. Y sobre las renuncias. Mandela, por ejemplo, se sinti¨® frustrado al final de su vida porque la sacrific¨® en aras de la naci¨®n y al final sinti¨® amargura. Pasternak no era un luchador; era una persona privada, pero madur¨® sus opiniones y decidi¨® dignificar su persona. Y escribi¨® su gran libro sin ninguna consideraci¨®n a los censores. No era un libro ni anticomunista ni contrarrevolucionario, pero no intentaba acomodar sus puntos de vista al dogma oficial. No estaba preparado, como lo estaba Solzhenitsyn, para sacrificarlo todo por la lucha.
P. Pasternak contemporiza con Stalin. No es estrictamente un insumiso¡
R. No; desde luego no al principio. La conversi¨®n de Pasternak ocurri¨® despu¨¦s de un poema que cito y que va destinado a Stalin. Desde ese momento, 1936, se convierte en un insumiso. Ya no hizo lo que se esperaba de ¨¦l, pero nunca calific¨® a Stalin de monstruo. Me sorprendi¨® que cuando acab¨® Doctor Zhivago, en 1956, experiment¨® m¨¢s simpat¨ªa por Stalin que por Jrushchov. Ten¨ªa una mirada compleja sobre Stalin, porque Stalin tuvo hac¨ªa ¨¦l una actitud protectora: le permiti¨® cruzar las tempestades del r¨¦gimen y sobrevivir sin que le mandaran a la c¨¢rcel, ni al campo de concentraci¨®n, como a otros.
P. Una referencia constante de su libro es el testimonio de Germaine Tillion. Ella dec¨ªa que hab¨ªa que desarmar al enemigo censurando el odio y defendiendo la compasi¨®n. ?Contra el odio lucha el insumiso?
R. Contra el odio y a favor de la compasi¨®n. Germaine es la ¨²nica de mis personajes a la que conoc¨ª. Muri¨® en 2007. Fue antrop¨®loga, resistente antinazi, enviada al campo de mujeres en Alemania y desde entonces intent¨® hacer todo lo que estaba en su mano para superar el odio al enemigo; quer¨ªa comprender c¨®mo hab¨ªa pasado todo aquello. No para excusarlo de ninguna manera. Ella no quer¨ªa imitar a los nazis: sab¨ªa que el odio era la pol¨ªtica de los nazis. Y cuando estos fueron sometidos a la justicia no pod¨ªa parar de sentir una especie de compasi¨®n. Y luego vino la guerra de Argelia; comprend¨ªa desde dentro a los argelinos. No pod¨ªa traicionar a su pa¨ªs ni a Argelia. As¨ª que decidi¨® salvar a individuos de la muerte y de la tortura. No consigui¨® parar esa guerra, pero salv¨® a cien o a doscientas personas. Y se pas¨® la vida tratando desesperadamente de evitar la violencia.
P. Pero, ?se puede conciliar ser amenazado por los nazis o por los dictadores y respetarlos?
R. Respetarlos no, pero s¨ª es posible no extraerlos de la humanidad. Esto no significa que no haya que matar; esto es inevitable. Tillion era una luchadora en la guerra contra Hitler, que era inevitable. Pero la de Argelia era evitable; pod¨ªa haberse manejado de forma pac¨ªfica, encontrando un compromiso para evitar cientos de miles de muertos en ocho a?os de guerra cruel.
P. ?Cu¨¢l es la lecci¨®n que extrae de la historia de estas vidas?
R. Que hay formas de comportarse con dignidad moral incluso en estas circunstancias extremas. Debo decir que el r¨¦gimen en el que yo viv¨ª no era tan extremo como el de Rusia. En ese otro r¨¦gimen gente como Pasternak tuvo que defender el respeto a s¨ª mismo, y es lo que ¨¦l quer¨ªa, comportarse con dignidad moral.
P. Svetlana Aleksi¨¦vich dice que del final del sue?o comunista se lleg¨® al desierto capitalista. ?Estamos en el desierto?
R. Hasta cierto punto, s¨ª. Esto explica muchos aspectos de nuestra vida contempor¨¢nea. Mientras exist¨ªa la dictadura de uno u otro tipo se pod¨ªa so?ar con su final, no como si eso fuera el para¨ªso, pero s¨ª como el momento en que pod¨ªan empezar a solucionarse los problemas. Pero los seres humanos necesitamos algo m¨¢s que la falta de la opresi¨®n directa. Debemos encontrar un sentido a la vida. Y a los que han venido luego les ha faltado ese sentido, un proyecto pol¨ªtico, una perspectiva. Lo que est¨¢ pasando ahora con las religiones y sus extremismos es que excitan a los j¨®venes frente a cualquier otro proyecto.
La identidad de los b¨¢rbaros que niegan al otro
En Insumisos, Tzvetan Todorov se plantea una pregunta nuclear: ?las barbaries de las historias son id¨¦nticas? El pensador responde: "Todos los b¨¢rbaros no son id¨¦nticos. Lo que los distingue es que niegan la humanidad de los dem¨¢s, a los que maltratan,odian y excluyen de la comunidad humana. Los nazis y los gobernantes de la Rusia comunista no eran lo mismo; ten¨ªan muchas diferencias. Pero los un¨ªa el odio al otro, al que no los obedec¨ªa. El sue?o de dominar por las armas es un fracaso".
Tambi¨¦n reflexiona sobre la excitaci¨®n y atracci¨®n de los j¨®venes por las religiones y los extremismos frente a cualquier otro proyecto, lo que lleva a hablar de los atentados yihadistas en Francia y en otros pa¨ªses.
?C¨®mo puede luchar la buena voluntad contra esta guerra de hoy? "No hay respuesta simple a esa interrogante", responde. "Entran unos encapuchados, disparan, asesinan en Charlie Hebdo, en Batacl¨¢n¡ La buena voluntad no sirve entonces: sirve antes o despu¨¦s. Los bombardeos sobre las bases del IS [el Estado Isl¨¢mico] a lo mejor sirven a largo plazo, pero lo que se vio fue que esa reacci¨®n provoc¨® m¨¢s seguidores para el IS. Y los ataques de Bruselas vinieron despu¨¦s de esa represalia. Debemos darnos cuenta de que, sin la colaboraci¨®n de estos j¨®venes, que viven aqu¨ª, estas acciones hubieran sido imposibles".
¡°Necesitamos hacerlos reingresar en la comunidad de un modo u otro y no permitir la extensi¨®n de este odio y resentimiento, que ese deseo de venganza no se apodere de ellos. El trabajo no es mandarlos a la c¨¢rcel, sino conquistar sus corazones¡±, a?ade el intelectual.
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