Redenci¨®n a la italiana
En casi cada una de las situaciones, la amabilidad gana terreno a la negrura, y no digamos a la reflexi¨®n. Hay demasiadas ganas de agradar
A mediados de los a?os 50, cuando las esencias del neorrealismo se fueron mezclando con la sempiterna capacidad de los italianos para la risa, su cine deriv¨® en dos concepciones a veces dif¨ªciles de deslindar: el neorrealismo rosa y la comedia a la italiana. El primero, m¨¢s negro y amargo, de carcajada tristemente burlona; la segunda, popular¨ªsima, sin freno, m¨¢s costumbrista y con menos dosis de cr¨ªtica social. Tiempos dorados en los que se acumulaban no menos de docena y media de directores con inter¨¦s; tiempos que, sin embargo, en las ¨²ltimas d¨¦cadas el cine italiano apenas si ha olido su recuerdo en un peque?o pu?ado de pel¨ªculas.
SI DIOS QUIERE
Direcci¨®n: Edoardo Maria Falcone.
Int¨¦rpretes: Marco Giallini, Alessandro Gassman, Laura Morante, Edoardo Pesce.
G¨¦nero: comedia. Italia, 2015.
Duraci¨®n: 87 minutos.
La primera media hora de Si Dios quiere, primer largometraje de Edoardo Maria Falcone, desprende ese perfume de comedia a la italiana. El planteamiento, con una excelente presentaci¨®n de personajes del entorno familiar, bien lo podr¨ªan haber firmado grandes como Mario Monicelli, Dino Risi, Luigi Zampa, Pietro Germi, Ettore Scola, Alberto Lattuada. Un reputado cirujano cardiovascular, orgullosamente ateo, recibe una noticia de su veintea?ero hijo: quiere abandonar la carrera de Medicina para ser sacerdote. Podr¨ªan haber firmado su planteamiento, pero no su desarrollo. Porque, desde que el padre comienza a investigar la procedencia de semejante giro vital, y lo encuentra en un moderno sacerdote de maneras telepredicadoras, Falcone, tambi¨¦n coguionista, pierde fuelle en la socarroner¨ªa y nunca sorprende con su convencional desarrollo de personajes.
En casi cada una de las situaciones posteriores, la amabilidad va ganando terreno a la negrura, y no digamos a la reflexi¨®n. Hay demasiadas ganas de agradar y pocas de hurgar en la herida: en la del ateo, y a¨²n menos en la del sacerdote. Los mensajes facilones, casi de autoayuda para creyentes, son los que comandan la redenci¨®n de un personaje, el del padre, tan seguro de s¨ª mismo que, seg¨²n los autores de la pel¨ªcula, hab¨ªa degenerado en la vanidad, el orgullo y la humillaci¨®n de los que le rodeaban. Mensaje con tendencia a lo melifluo que desemboca en una met¨¢fora ciertamente curiosa: la de la necesidad, no se sabe si puntual o perenne, de sustituir los gustos de la alta cultura por la efervescencia de una canci¨®n hortera.
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