R¨¦gis Debray: ¡°Los economistas siembran guerras, deben ir al tribunal¡±
El pensador franc¨¦s reivindica la necesidad de las fronteras como mecanismo de defensa del d¨¦bil, como instrumento de paz, en un mundo donde el mercado sustituye al Estado

Fronteras cruzadas para orillar por un tiempo la filosof¨ªa en Par¨ªs y ponerse al servicio de la revoluci¨®n cubana, para seguir los pasos del Che Guevara en Bolivia, para seguir en primera l¨ªnea el tr¨¢nsito pol¨ªtico de Salvador Allende en Chile, para secuestrar al nazi Klaus Barbie y llevarlo a Francia, para recorrer el mundo en su calidad de asesor del presidente Fran?ois Mitterrand. La vida de R¨¦gis Debray, intelectual franc¨¦s de 75 a?os, est¨¢ jalonada de fronteras.

Su mirada sobre esos l¨ªmites que se graban con l¨ªnea continua en los mapas cambi¨® el d¨ªa en que viaj¨® a tierras palestinas. All¨ª se desplaz¨® el escritor y pensador franc¨¦s a finales de 2006, enviado por el presidente franc¨¦s Jacques Chirac, para confeccionar un informe sobre la coexistencia etnoreligiosa en Oriente Pr¨®ximo. Fue entonces cuando un palestino le explic¨® lo mucho que necesitaba su pueblo de una frontera.
El internacionalista que habitaba en Debray, el de un mundo abierto y sin barreras, se revolvi¨® en la silla. Pero tard¨® poco en comprobar que si hab¨ªa un muro, era por la ausencia de frontera. Comprendi¨® que es esta la que impide que otro se crea en su casa cuando no lo est¨¢. Que puede ser un factor de paz. Incluso un instrumento en la lucha contras las desigualdades.
El episodio se convirti¨® en elemento de reflexi¨®n, y m¨¢s tarde de ensayo, para el fil¨®sofo franc¨¦s, que el domingo pasado presentaba en la feria del libro de Madrid Elogio de las fronteras (Gedisa, 2016), libro en el que se vuelca una conferencia que pronunci¨® en la casa franco-japonesa de Tokio en marzo de 2010. Un texto en el que defiende la necesidad de fronteras en pa¨ªses cuyas se?as de identidad se desdibujan como consecuencia de la globalizaci¨®n, que ha propiciado, sostiene, que el mercado sustituya a los Estados.
¡°Contra las fronteras estaban Hitler, Bin Laden y Murdoch¡±
¡°Contra las fronteras estaban Hitler, Bin Laden y Murdoch¡±, espetaba ayer con br¨ªo Debray en una sala del Institut Fran?ais de Madrid. ¡°Para ellos las fronteras no exist¨ªan. Para el d¨®lar, la moneda ¨²nica, no las hay; ni para el yihadismo sunita cuando emite una fetua. El fanatismo religioso no tiene fronteras, el imperialismo pol¨ªtico no tiene fronteras, el capitalismo financiero no tiene fronteras¡±.
A Debray le gusta dotar a sus declaraciones de ritmo, se recrea con el lenguaje, con la forma, con el fondo. Construye su discurso con latigazos que alterna con paradas que le permiten buscar la palabra precisa, la idea fuerza, incluso el titular. Reivindica las fronteras porque ayudan a que unos se definan con respecto a otros. Pero se muestra muy en¨¦rgico en la protesta ante las barreras que crecen para poner freno a la llegada de refugiados que huyen del horror de la guerra. ¡°La reacci¨®n de Europa ante los refugiados es lamentable y vergonzosa. Muestra que ya no existe como espacio de solidaridad, la reduce a construcci¨®n de cart¨®n piedra. Cada cual a su inter¨¦s nacional, estrechamente considerado; en el fondo, eso es cada cual a lo suyo, como en un naufragio¡±. Y remata: ¡°Es triste ver hasta qu¨¦ punto los privilegiados, y aqu¨ª todos lo somos, son ego¨ªstas y c¨®mo se convierten en corazones duros¡±.
¡°La reacci¨®n de Europa ante los refugiados es vergonzosa¡±
Reniega de la Europa de los mercaderes. Sin ambages. ¡°Los ingenieros no comprenden el mundo y los economistas son los que siembran las guerras¡±, explica. ¡°Se creen que el mundo se puede gobernar con cifras, con normas t¨¦cnicas, con directivas econ¨®micas y en el no man?s land [tierra de nadie] indentitario que est¨¢n creando van a creer insurrecciones identitarias¡±. Prefiere no pronunciarse en cuestiones internas, como la cuesti¨®n catalana, pero no duda en disparar contra los poderes financieros: ¡°Nuestros grandes economistas son los que generan las guerras, tienen que pasar delante de un tribunal. Han hecho de Europa un sobre vac¨ªo, hecho de n¨²meros, donde se tiende a regular los mercados como si el ser humano fuera ante todo un productor y un consumidor de bienes¡±.
Debray no reniega de su pasado revolucionario. ¡°Volv¨ª a ser un reformista cuando regres¨¦ a Europa porque la lucha armada aqu¨ª no puede ser otra cosa que una provocaci¨®n policial¡±, dice, y se r¨ªe. Aunque conserva un fondo marxista ¡ª¡±las capas m¨¢s antiguas suelen ser las m¨¢s s¨®lidas¡±¡ª, ya no considera que sea necesaria una revoluci¨®n. ¡°Creo que hemos pasado de una ¨¦poca en la que se pod¨ªa concebir otro mundo a una en la que descubrimos que hay que salvar las mejores cosas de nuestro mundo¡±. Hay que evitar, afirma, fundamentalmente, que el mundo se deshaga bajo las embestidas de la mercantilizaci¨®n universal, la tribalizaci¨®n y el fundamentalismo.
Preguntado por algunos de los personajes clave que han jalonado su trayectoria, declara: ¡°El Che era un m¨ªstico, m¨¢s que un pol¨ªtico. Mitterrand era un pol¨ªtico m¨¢s que un m¨ªstico. Allende vivi¨® como un pol¨ªtico pero muri¨® c¨®mo h¨¦roe m¨ªstico¡±.
¡°El Che era un m¨ªstico, m¨¢s que un pol¨ªtico. Mitterrand era un pol¨ªtico¡±
A sus 75 a?os, R¨¦gis Debray se define como un franc¨¦s de cultura cristiana, agn¨®stico, que quiere dedicarse a la literatura y a sus labores como presidente de honor del Instituto Europeo de Ciencias de las Religiones. En Francia se acaba de publicar una recopilaci¨®n de sus escritos literarios en Gallimard (Carnet de route) y la cadena Arte ha emitido, hace menos de un mes un documental dedicado a su vida.
En cuanto a su actitud ante la existencia, a estas alturas del viaje, tras tanta frontera atravesada, lo tiene claro: ¡°Me gustar¨ªa atemperar la melancol¨ªa con la alegr¨ªa, con algo de humor, de ligereza, ser un melanc¨®lico alegre. No quiero llorar; si acaso, una sonrisa a trav¨¦s de las l¨¢grimas, que se suele decir¡±.
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