Josef Sudek, la s¨¦ptima cara del dado
Una restrospectiva en el Jeu de Paume nos acerca al fot¨®grafo checo, una de las miradas m¨¢s distintivas y po¨¦ticas del siglo XX
Era conocido como 'el poeta de Praga', sin embargo, no escrib¨ªa poemas. Recorr¨ªa las calles envuelto en un capote negro, cargado de una vieja c¨¢mara y un tr¨ªpode. Le atra¨ªa la noche y sus quimeras. Tambi¨¦n c¨®mo los objetos, en apariencia muertos, cobraban vida al ser iluminados. La fascinaci¨®n por la luz, tanto su presencia como su ausencia, acompa?¨® a Josef Sudek (Kolin, Bohemia, 1896- Praga, 1976) durante toda su trayectoria art¨ªstica. ¡°Me gusta contar historias sobre la vida de los objetos inanimados, relatar algo misterioso: la s¨¦ptima cara del dado¡±, dec¨ªa el fot¨®grafo. Su mirada atemporal, ligeramente porosa a los aires de vanguardia que recorr¨ªan la capital checa durante la primera mitad del siglo XX, logr¨® mantener la subjetividad de un observador sensible y astuto. Fue siempre un solitario en busca de su propia senda; as¨ª encontr¨® su lugar dentro de la fotograf¨ªa europea del siglo pasado.
El Mundo ?ntimo de Josef Sudek, se propone examinar hasta qu¨¦ punto la fotograf¨ªa del artista checo fue un reflejo de su relaci¨®n personal con el mundo que le rodeaba. La naturaleza, la arquitectura, las calles de Praga y los objetos, forman parte de un universo de penumbra, intimista y melanc¨®lico que se expresa a trav¨¦s de 130 im¨¢genes expuestas en el Jeu de Paume de Par¨ªs.
Le gustaba definirse como un rom¨¢ntico, esquivo a todo intento de relaci¨®n con el constructivismo y la nueva objetividad, cuyas huellas se aprecian en parte de su obra. Nunca quiso desprenderse de la atm¨®sfera nost¨¢lgica propia del pictorialismo, estilo que al igual que a muchos de sus coet¨¢neos, inspir¨® sus primeros pasos en la fotograf¨ªa. ¡°Son pocos los artistas que han gozado de respeto en el siglo XX al tiempo que han osado ser convencionalmente rom¨¢nticos tanto en su tem¨¢tica como en su estilo¡±, argumentaba el cr¨ªtico Andy Grundberg al referirse a Sudek.
Parece que la nostalgia fue algo inherente a su vida, irremediablemente marcada por la p¨¦rdida de su brazo derecho, durante la Primera Guerra Mundial. Obligado a abandonar su oficio de encuadernador se entreg¨® de lleno a la fotograf¨ªa, afici¨®n que ven¨ªa practicando desde los quince a?os. Nueve a?os m¨¢s tarde, el artista volvi¨® al frente italiano donde fue herido: ¡°Encontr¨¦ el lugar", recordaba, ¡°pero mi brazo no estaba all¨ª. Desde entonces nunca he vuelto a ir a ning¨²n lugar. No encontr¨¦ lo que buscaba¡±. El fot¨®grafo se convirti¨® as¨ª en el paseante que quedar¨ªa para siempre asociado a una ciudad; como Eug¨¨ne Atget a Par¨ªs, Horacio Coppola a Buenos Aires y Berenice Abbot a Nueva York. Nunca se cas¨®, ni tuvo hijos y aunque con frecuencia disfrutaba de la compa?¨ªa de amigos, colegas y admiradores, le gustaba mantenerse en reclusi¨®n. Reconocido mel¨®mano, otorgaba a la m¨²sica un lugar predilecto en su vida: ¡°Es la ¨²nica cosa importante para m¨ª. Nunca me arrepentir¨¦ de haberle dedicado tanto tiempo. Me recompensa con creces", dec¨ªa.¡° La inspiraci¨®n de Sudek estaba estimulada m¨¢s por las bellas artes, la m¨²sica y la poes¨ªa que por la propia fotograf¨ªa¡±, se?ala Ann Thomas, comisaria de la exposici¨®n. ¡±En sus naturalezas muertas encontramos la influencia de Caravaggio, de los maestros holandeses, de Josef Navr¨¢til, y del cubismo y de Salvador Dal¨ª. Sus nost¨¢lgicas nocturnas est¨¢n inspiradas en los poemas de Vladimir Holan y Jaroslav Seifert¡±.
En su juventud su amistad con el fot¨®grafo Jaromir Funke fue determinante a la hora de acercarse a las nuevas corrientes de la fotograf¨ªa. Desde Am¨¦rica Alfred Stiegliz alentaba a los fot¨®grafos a ¡°conseguir el m¨¢ximo detalle para la m¨¢xima simplificaci¨®n¡±. As¨ª, poco a poco el artista ?fue aligerando la densa ambientaci¨®n pictorialista y concentr¨¢ndose m¨¢s en los elementos, algo que puso en pr¨¢ctica durante el tiempo que dedic¨® a la fotograf¨ªa comercial y de arquitectura, con el fin de ganarse la vida. Siendo un fot¨®grafo muy prol¨ªfico, nunca ces¨® su inter¨¦s por la calidad artesanal de las copias de su obra, consciente de c¨®mo pod¨ªa afectar en el potencial expresivo de imagen. Experiment¨® con la impresi¨®n en papeles de distintas tonalidades y texturas, haciendo uso en ocasiones de la arcaica impresi¨®n al carb¨®n.
La ocupaci¨®n alemana y la Segunda Guerra Mundial ensombrecieron nuevamente la vida del artista, dando lugar a una de sus series m¨¢s c¨¦lebres, La ventana de mi estudio. La ventana de su l¨²gubre taller se convirti¨® en met¨¢fora de la separaci¨®n entre su mundo interior y el exterior, actuando como un tamiz que convert¨ªa lo invisible en visible. ¡°Sus im¨¢genes son ¨ªntimas y contemplativas y enfatizan los aspectos objetivos y subjetivos de la luz, son obras intemporales, fr¨¢giles y puras¡± escribe Thomas en el cat¨¢logo que acompa?a a la exposici¨®n. A partir de 1940 no se observa en sus obras ninguna influencia de las tendencias art¨ªsticas en auge. ¡°No es que fuera arcaico¡±, matiza Thomas ¡°de hecho es precisamente su originalidad, su fuerza visual, su profundidad de contenido y su perfecci¨®n artesanal, lo que convierte a su obra en ejemplo para las siguientes generaciones de fot¨®grafos¡±
Vivi¨® en un pa¨ªs cuyo desarrollo hist¨®rico, en sus ¨²ltimos a?os, le mantuvo apartado de las corrientes m¨¢s vanguardistas, eligi¨® un estilo que le mantuvo alejado de estas y durante a?os no sali¨® de sus fronteras ?C¨®mo es posible que este artista alcanzase tal resonancia?, se pregunta Thomas. Quiz¨¢s la respuesta est¨¦ ¡°en la tranquilidad, la belleza y la armon¨ªa que desprendi¨® su obra durante un tiempo de conflicto, tumulto, incertidumbre y desacuerdo¡±. Sudek utiliz¨® la luz como una respuesta metaf¨®rica al misterio del destino del ser humano. La luz siempre triunfa sobre la oscuridad en su obra; reflejada en los objetos, en los ¨¢rboles, en la arquitectura o en las calles de su venerada Praga.
El Mundo ?ntimo de Josef Sudek. Jeu de Paume, Par¨ªs. Hasta el 25 de septiembre
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.